1823 3


La frontera entre los siglos XVIII y XIX fue especialmente convulsa. Sin coger aire tras la guerra contra la Convención, se extendió la marea napoleónica y la subsiguiente guerra de la Independencia. Al poco, la firma de la Constitución liberal de 1812, abolida por el regreso de Fernando VII, abriéndose tiempos verdaderamente tumultuosos, con innumerables episodios de confrontación entre defensores de la Constitución y seguidores del monarca, con vaivenes hegemónicos de unos y otros que desembocaron en el año 1820 en la jura de la Constitución gaditana por parte del rey. (En ese momento, por cierto, Navarra pasó a ser provincia de España).

No obstante, las diferencias entre unos y otros se acentuaban por momentos, extendiéndose los desórdenes en una espiral que desembocó en la llamada guerra Realista.

Por temor a revueltas por la afluencia de gente, la autoridad todavía liberal de Pamplona prohibió poco antes de los sanfermines de 1822 la celebración de novilladas y otros espectáculos públicos, de modo que las fiestas de ese año se ciñeron a las solemnidades religiosas.

A primeros de 1823 el rey Luis XVIII de Francia decidió intervenir en la contienda del lado realista con el fin de restituir los poderes de Fernando VII.  El 7 de abril, el duque de Angulema, Luis Antonio de Borbón, cruzaba el Bidasoa por Behobia comandando a los míticos Cien Mil Hijos de San Luis.

Antes de eso ya estaba Pamplona bloqueada por tropas realistas. Los liberales se hacían fuertes dentro de las imponentes murallas de la ciudad. El asedio consistió en impedir el abastecimiento y las comunicaciones. Los retenes franceses aguardaban en Orcoyen, Badostáin, Labiano, Galar… Sin embargo, decididos a terminar con el sitio, en septiembre empezaron a bombardear insistentemente las murallas, logrando la capitulación el día 16 de ese mes.

En 1823 no hubo sanfermines.


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