Manual del (im)perfecto anfitrión (VI) 1
El 7 de julio, día de San Fermín, se suele celebrar en muchas Peñas el día del Socio. Y en varias de ellas se suele invitar a tomar el aperitivo a los maridos y esposas de las socias y los socios de la Peña. Y ahí he llevado a varios de mis huéspedes. Entre zurito y zurito, y croqueta y croqueta, nuestros estómagos se recuperan y los cerebros se espabilan.
A eso de las dos, no sé muy bien cómo, llegan a mi Peña el resto de dormilones que quedaban en mi casa. Se les recomienda que repitan la receta mágica del zurito y la croqueta y obra su efecto milagroso de nuevo. El caso es que las catalanas se ponen a hablar en catalán entre sí y los ingleses otro tanto, en inglés claro. Más vale que me encuentro con una antigua compañera de euskaltegi y me pongo a chapurrear con ella en euskera. Bueno, en euskalñol, mejor dicho. Hasta que no estás bien cocido el idioma no te surge con fluidez. Los ingleses me miran con cara rara de preguntarse ‘en qué demonios hablan estos dos’ y las dos catalanas aficionadas a las tradiciones ajenas peguntan al unísono ‘¿hablas vasco?’.
Es el día de San Fermín y hay que celebrarlo, así que había reservado mesa para comer en un asador en la Rotxapea, un barrio muy cercano al Casco Viejo. Es conocida la fascinación que un buen txuleton de a kilo produce en los no-nativos del norte. Claro, antes de ir a comer hay que subir a casa a por pasta para la comida, la tarde y la noche que se presenta por delante. Casualmente en ese momento pasan los Gigantes, Cabezudos, Kilikis y Zaldikos y llamo a mis 8 huéspedes para que los vean bien desde el balcón, si no se hunde.
Tras el paso de la comitiva bajamos a la Rotxapea, nos sentamos a la mesa y la camarera canta el menú, música celestial para mis oídos y mi estómago: ‘Tenéis choricicos a la sidra, bacalao con pimiento verde, tortilla de bacalao y txuleton’. Traduzco, los ingleses se relamen, yo también y… ¡¡¡olvidé que una de las catalanas era vegetariana!!!