Archivo por meses: marzo 2008


Manual del (im)perfecto anfitrión (VII) 3

Comerte un txuleton en fiestas puede parecer excesivo. Por eso recomiendo que se haga siempre en los primeros días de los Sanfermines, cuando todavía tienes el aparato digestivo en buen estado y las papilas gustativas trabajan a alto rendimiento.

El caso es que un día 7 de julio es una ocasión estupenda para darle a la carne a la brasa. Y mi cuadrilla anglocatalana lo disfruta y yo, por tanto, como buen anfitrión, también. Hasta que a uno de los ingleses se le ocurre decir:

-¿Y por qué no vamos esta tarde a la corrida? (lo dice tal cual, con acento inglés, pero se le entiende perfectamente).
-¡Qué gran idea! ¡No he estado nunca! (hala, ahora se apunta la de Barcelona)

Como navarro bárbaro que soy, uno ha tenido siempre a los pueblos catalán e inglés como altamente civilizados, ejemplo de cultura y absolutamente ANTITAURINOS. Pues no, resulta que si es San Fermín están deseando ir a los toros. Y te lo dicen así, tan ricamente, tres horas antes de la corrida. ¿Y de dónde saco yo ocho entradas? Ya es difícil encontrar una cuando tu primo del pueblo te la ha pedido en mayo, como para conseguir ocho. ¡Y es siete de julio!

Evidentemente el txuleton se te atraviesa entre la garganta y el esófago. Sacas el teléfono móvil (mala idea llevarlo encima en Sanfermines) y le llamas al presidente de tu Peña, a ver si sabe de alguien al que le sobren entradas. Al Presidente-Lehendakari le entra la risa floja al oír tu petición y te recuerda que nunca te has ofrecido voluntario para organizar el Día del Socio, la excursión al Nafarroa Oinez o la visita de Olentzero. Cuelgas y pones cara de póker. No os preocupéis, podemos recorrer las peñas de la calle Jarauta a eso de las cinco, que seguro que tienen entradas.

Dos ingleses y tres catalanas captan al vuelo mi apuro y anuncian que prefieren quedarse tomando algo por la Plaza del Castillo, que tampoco les interesan tanto los toros. Y para no ser impares, otro inglés decide abstenerse de la tarde taurina, con lo que ya sólo hacen falta dos entradas… Podríamos ir a la reventa aunque nos cobren tres veces su precio.

En ese momento suena el móvil; dos socios le han devuelto sus entradas a mi Presidente favorito porque se les ha muerto el gato y no quieren ir a la corrida. Me las ofrece (a su precio) siempre y cuando me comprometa a llevar la pancarta de la Peña hasta la Plaza de Toros.

De esta guisa afronto una corrida acompañado de una barcelonesa y un londinense que no tiene ni idea de español…


Las expectativas sanfermineras 4

A todos nos va la feria en función de las expectativas que nos hayamos creado antes de su inicio. Así, por ejemplo, un corredor del encierro al realizar balance al final de los Sanfermines estará satisfecho si ha cogido asta varios días y no ha sufrido percance, un niño estará feliz si sus padres lo han llevado todos los días a los Gigantes, ha corrido delante de los Kilikis y ha disfrutado en las barracas, un mozo peña si ha logrado cumplir con sus obligaciones peñistas, ir a los toros prácticamente todos los días, sortear la resaca con mayor fortuna y mantener un funcionamiento intestinal digno.

No obstante están los que se crean unas expectativas desmesuradas en función de su propio potencial, las circunstancias y el entorno donde espera alcanzarlas. Recuerdo una anécdota que nos contó Joseba, en la que se cruzó con unos de estos grupos de personas que vienen el fin de semana sanferminero y cuando debían regresar echaban pestes ya que no habían logrado atraer los favores de ninguna moza, al menos hasta el punto en el que ellos habían marcado su expectativa, que debía ser muy elevado. Debían pensar que Pamplona durante estas fechas es una ciudad sin ley y se convierte en una especie de Sodoma y Gomorra. En el aspecto que ellos planteaban sus expectativas Pamplona no dista de ser como la misma Pamplona y cualquier otra ciudad en un fin de semana festivo. Los sanfermines, afortunadamente y aunque a nadie le amargue un dulce, son otra cosa.


Lenguaje sexista 3

Asistimos en los últimos tiempos a uno de los mayores ridículos que se puede hacer por parte de politicoides, sociópatas, feministos y demás energúmenos. Consiste en desdoblar el género al referirse a cualquier cosa, si bien es especialmente persistente en ejemplos como “ciudadanos y ciudadanas”, “navarros y navarras”, y un largo etcétera.

¿Por qué no ser coherentes del todo, y aplicarlo en todo momento? O ya mejor, ¿por qué no adoptar el género contrario al habitual al referirse a cualquier cosa? Total, qué más da…

Pues bien, creo que no lo han hecho para evitar que en sanfermines ocurran cosas como las siguientes: en primer lugar, esta simpleza supondría que algún artista daría el pelotazo. Imaginad por ejemplo, que en vez de corridas nos juntaríamos en la plaza de toros a rebosar para ver corridos. Chuchín Ibáñez ya se está frotando las manos. Además la música mexicana siempre ha gozado de gran predicamento por esta tierra.

El protagonista indiscutible de la fiesta dejaría de ser el toro, y pasaría a ser la torá, ley muy apropiada si buscamos rebajar el nivel de machismo de las fiestas…

A primera hora saltaríamos bailando al son del pamplonés, bando de músico de gran trayectorio.

El encierro arrancaría con las vacas subiendo por la cuesta de la Santa Dominga. Quizá ahora entendamos mejor por qué las del peta se manifiestan en ídems por esa calle (el juego de palabras sirve en este caso tanto con lo de domingas como con lo de vacas).

Y después del encierro, cada mañana nos acercaríamos al Mañueto a compras churras. No quiero ni pensar lo que podría ser aparecer en casa de la abuela con dos docenas de preciosos ejemplares ovinos dispuestos a sembrar la alfombra de cagarrutas y cagarrutos. Para no perder detalle.

Por la tarde iríamos al desfile de mulillos. Pero, ojo, ¿a quién se refieren? ¿A los que vamos con cara de abotargados detrás de la comitiva llevando a duras penas el pozal de sangría?

Y ¿qué me decís del esperpento que supondría ver a cienes y cienes de padres llevando a sus hijos a los barracos? Pagando fortunas por ver una salvaje exposición de gorrinos en celo despidiendo feromonas a tutiplén. Para qué.

Incluso nuestro blog más internacional se llamaría www.therunningofthecawsblog.com.

En fin, la lista sería mucho más extensa, invito a los lectores a profundizar en este tema. Otro día hablaremos del siguiente paso: la aplicación de la ley de la paridad en los sanfermines.

Autor del artículo: Sanferwoman.


Acerca del noble arte de la sangría en los toros (II) 1

Nos habíamos quedado en que ya teníamos nuestro cubo del todo a 100, lleno de un fluido rojizo de dudosa salubridad; ahora hay que llevarlo a su punto de consumo.
Si tienes suerte de vivir justo al lado de la plaza, no habría mayor problema, de lo contrario tienes que pensar en el medio de transporte más adecuado para acercar el pozal de matarratas líquido al coso taurino.
Del coche mejor olvidarse, ya que el tráfico antes de la corrida se pone imposible, no hay sitio para aparcar y además si después de los toros tienes la osadía de volver a coger el troncomóvil, lo más seguro es que te paren los municipales, te hagan soplar y revientes el chirulo porque tu aliento es 110% puro alcohol.
De motos y bicicletas, huelga decir que mejor olvidarse.
En cuanto a patines y patinetes están muy bien si te quieres romper todos los huesos, hace mucho que dejaste de ser un chaval y conviene considerar otras alternativas.
Por lo tanto concluimos que lo mejor es usar el transporte público, así bajas todo ufano a la parada más próxima de la villavesa y piensas que ya está todo hecho.
Lamentablemente no es así. Lo primero que ves es que no hay un mísero sitio para sentarse, ya que el autobús va lleno hasta las cartolas. Armándote de paciencia te abres paso entre la gente procurando llegar hasta el final y encontrar un sitio donde puedas dejar el cubo relativamente protegido de empujones y vuelcos.
Se pone en marcha el autobús y con el traqueteo te das cuenta de que esa tapa tan bonita que tiene tu pozal es una verdadera mierda y de que a cada frenazo se te está sobrando todo el caldo por el resquicio que hay entre cubo y tapa.
Te haces el longuis y procuras esparcir disimuladamente con la zapatilla el líquido derramado para que se note menos, aunque consigues el efecto contrario ya que lo que logras es que se haga un gran manchón negruzco por todo el suelo.
Finalmente llegas a tu destino, levantas tú cubo y bajas por las escaleras con sensación de alivio (¡mucho ojo! no bajes la guardia en este breve momento de relajo o te pasará como a un amigo al que se le enganchó el asa en la puerta y se le volcó absolutamente todo el contenido por las escaleras).
Ya estás fuera, te secas el sudor de las manos, resoplas, coges con decisión el cubo y echas a andar hacia la plaza. Ya falta menos…..


El dia del marido suelto (Dimasu) Parte two. 3

Continuamos con el Dimasu. Despues de salir con las peñas del coso taurino, con la visiòn algo borrosa, bailamos entre la multitud al son de las txarangas. No sabemos muy bien a donde nos dirigimos, pero la mùsica nos embriaga, jeje. Hacemos un par de paradas para refrescarnos. Hacemos migas (?????) con unas australianas, y les invitamos a bailar con nosotros. Se rìen y siguen a su aire, y nosotros como si nada. Cuando llega la peña a su local, decidimos que hay que cenar algo. Se nos ha perdido alguno de la cuadrilla , pero ya vendrá. Durante la cena nos echamos unas risas contando las peripecias del dia.
Despues de cenar unos ricos cubatas nos ponen otra vez con los ojos algo vidriosos, pero con ganas de seguir la fiesta en la calle. Listos para salir a bailar y a disfrutar de la fiesta nocturna. Miles y miles de personas en un bullicio impresionante. Cantamos y bailamos por los bares del casco viejo mientras las mozas nos saludan con simpatìa. Un rico sorbete en Gazteluleku, más bailables con las mozas, jeje. Asi pasamos la noche hasta que el cuerpo nos pide un buen caldico reconfortante, y los que aguantan hasta el amanecer compran unos ricos y calientes churros para la parienta (???), que esperarà nuestra llegada con una sonrisa en la cara. Esperemos que no nos ponga trampas por el pasillo, y nos deje descansar despuès de una dura jornada de fiestas.
Se mete uno en la cama agotado, realmente agotado, pero contento de haber disfrutado como un enano.
Ya falta menos para el siguiente Dimasu. Y dentro de un rato: ¿A los gigantes? Ufffffffff.