El ratico del almuerzo 6
Uno de los ratos que mejor gustillo me deja en fiestas es el del almuerzo.
Cuando uno era más juvenil, ese era precisamente el rato en el que intentaba dormir un poco para recuperarse de los excesos de la noche anterior y coger de ese modo un poco de resuello para ir de nuevo a la corrida, enchufarse la sangría en vena y volver a ponerse hecho un ecce homo.
Conforme va pasando el tiempo, uno se va dosificando y no pretende ir todos los días a tope hasta las mil, sino que se dosifica y alterna algunas jornadas maratonianas con otras más reposadas (dí que cada vez muchas más de las segundas y menos de la primeras).
Así pues, descubres otros momentos de la fiesta como por ejemplo los susodichos almuerzos.
Un servidor no es de almuerzo diario como algunos castizos que no perdonan una, pero los pocos días que puedo, la verdad es que le saco chispas.
No se me ocurre nada mejor que quedar todo fresco a buena hora para comprar unas ricas viandas en el mercado de Santo Domingo (a ser posible con bien de colesterol) y juntarte en la peña para preparar un almuerzo como Dios manda a base de huevos, tocino, txistorra y lo que pilles; todo bien regado por un tintorro fresco (para estos momentos no es necesario tirar de un vino reserva, sino que vale con que esté frío e incluso con gaseosa, aunque supongo que los puristas se echaran las manos a la cabeza).
Nada más pensar en como metes el pan en la yema del huevo se me hace la boca agua.
Otra buena opción es ir a alguno de estos bares de lo viejo o del ensanche y sentarte con tu cuadrilla en una de esas mesas que ponen en la calle.
Así, un plan bien bueno en un día de fiestas (aunque se que me vais a decir que soy un abuelazo y que lo que tengo que hacer es irme a Salou del 6 al 14) sería primero un buen almuerzo, seguido de vermutazos varios por lo viejo hasta que se te caliente bien el morro, mulillas, corrida en tendido con una buena merendola, un par de cervezas y a casa a sobar que mañana será otro día.
¿Os parece mal plan o qué?