Archivo por días: 23 de mayo de 2008


¿Plaza de segunda? 16

Sabido es que la plaza de toros de Pamplona es la tercera más grande del mundo conocido. Sabido es también que la Feria del Toro es la tercera en importancia en España, y la primera de las toristas.

Y a pesar de todo ello, resulta que la plaza de Pamplona es de segunda. ¿?.

Apelo a los expertos, como a nuestro Cossío particular, o a Josemiguelerico (recuerdos a Josephamunda) para que nos aclaren el por qué de este aparente sinsentido. A mí sólo me llega para saber que si fuese de primera, el del castoreño debería recibir tres viajes de cada res, pero desconozco quién otorga la categoría y en base a qué lo hace.

En cualquier caso, por si acaso una de las razones tiene que ver con lo verbenero del reparto de apéndices, voy a romper una lanza en favor del público «inexperto» que cada tarde llenamos el coso.

La nobleza de la que hacemos gala los navarros implica, entre otras cosas, cierta falta de ambición, cierto conformismo, de alguna manera despreciamos el resultado de cualquier acción, pero, y aquí viene la clave, valoramos sumamente cómo se ha desarrollado la acción en sí. Pondré un ejemplo para tratar de aclarar a qué me refiero: el Sadar se puede venir abajo si un rojillo se mete un sprint de 50 metros para tratar de evitar un fuera de banda en el centro del campo, independientemente de si llega o no. Tenemos muy metida la cultura del esfuerzo y lo valoramos por encima de otros factores, como el resultado de ese esfuerzo.

Este carácter sale a relucir también en las tardes del ciclo sanferminero (como se dice ahora). Nos llega mucho más el esfuerzo del torero que su arte y que los resultados que consiga. Por eso en Pamplona se producen peticiones mayoritarias ante faenas malas pero en las que el diestro se la ha jugado. Da igual el resultado, el cuerpo nos pide premiar al valiente.

Basta con repasar la nómina de triunfadores recientes y veremos pocos toreros de culto, y muchos «esforzados de la ruta» como padillas, fandilas y pepines (o julis de su primera época). Nunca serán los primeros del escalafón, pero en su día el cuerpo nos pidió premiarles. Seguramente no tenemos ni idea de toros ni de toreros, pero es algo visceral, nos inclinaremos antes por pedir la oreja para estos gregarios que para los figurines de salón. No lo podemos evitar. ¿Por qué si no uno de nuestros ídolos es Juan Luis de los Ríos, alias «El Formidable»?

Así que si se nos tiene que seguir catalogando como plaza verbenera, que así sea. Mientras tanto seguiremos jaleando y vibrando con el que transmita, y nos apetecerá que se lleve hasta el rabo si hace falta. Y con el ortodoxo insulso, nos dedicaremos a la exaltación de la amistad y a la cata de viandas varias.