Archivo por días: 8 de diciembre de 2008


Más sobre las pamplonadas

Me viene al pelo el artículo de Joseba del viernes, porque estaba con ganas de hacer una pequeña reflexión sobre este asunto, sobre todo ahora que está tan en cuestión si promocionar, cómo promocionar, para qué promocionar, por qué promocionar, dónde promocionar, y cuándo promocionar Pamplona. Recordemos que estamos a las puertas de hacer un ridículo estrepitoso optando a la capitalidad europea de la cultura en 2016. Anda que no hay ciudades en Europa que se distinguen precisamente por lo cultural, y nos van a dar a nosotros la capitalidad, ya, ya. De hecho, los de Torun ya están empezando a darse cuenta de con quién se han juntado, dicen que no hacemos nada…

El caso es que el mayor éxito al que puede llegar un publicista es a que al producto que anuncia se le acabe denominando con la marca del producto. Por dar algún ejemplo, todos pedimos cocacolas independientemente de que luego nos aticen una caseracola, una pepsicola o una pocacola. Igualmente, nadie dice que ha echado al estofado de toro de feria de Burgos un cubito de caldo de carne concentrado, sino que ha echado un avecrem, aunque en realidad ha podido echar un cubito de cualquier otra marca. El ejemplo más claro es el del chupachús. Sí, sí , amiguitos, chupachús es una marca, no cualquier caramelo con palo. Hasta tal punto el tema está conseguido en este caso, que incluso para pedir un caramelo con palo de la competencia de chupachús, pedimos un «chupachús de coyac».

Pues algo parecido ocurre con las pamplonadas. El producto es el encierro, y en Mexico, no sé los motivos, se ha producido esa identificación. Da igual si es un encierro a nuestra usanza o si se trata de un rodeo a la americana, se le conoce como pamplonada. A poco más se puede aspirar en cuestión de promoción. Tras darle muchas vueltas, no encuentro otro caso igual, en el que un acto acabe adoptando el nombre del lugar donde se celebra, quizás algún lector conozca alguno. El problema es que explotar esto supone asociar más todavía el nombre de Pamplona al acto del encierro exclusivamente.

Como anécdota diré que aún recuerdo cuando llegó a España el boom de las antenas parabólicas, y con él canales como Sky, Super Channel, Euroniús, y cómo no… Galavisión. Pues en plena resaca del día 6, haciendo zapping, estaban dando en la mexicana unas imágenes del txupinazo con la plaza consistorial atestada. Los comentarios de la presentadora no tuvieron desperdicio: «Ha dado comienzo el festejo de la pamplonada… ¿se imaginan soltar unas reses bravas en esa muchedumbre?»

Por último, en la ardua labor de documentación para este artículo, he recurrido a buscar la palabreja en cuestión en el diccionario de la Real Academia. No aparece. Sin embargo, no me resisto a publicar cuál es la acepción de la palabra «pamplona» en el citado diccionario: «carne sazonada, arrollada y envuelta en tripa que se come asada». Para que luego se pregunten por qué nos gusta tanto la gastronomía.