Los palos, esa gran carga 4
Durante los Sanfermines existen muchos tipos de palos. Los puedes sufrir en cualquier bar, los coloca el banderillero en su tercio o te los llevas a los dieciséis años cuando la chica que te gusta se pierde con un baldragas que no eres tú.
Pero existen otros, desconocidos para muchos, que son los que sujetan las pancartas de las Peñas. Y éstos, a su vez, hay que sujetarlos también. Muchas Peñas organizan turnos para llevarlos y te puede tocar, del mismo modo que te puede corresponder hacer turno de barra por ejemplo. Mucha gente huye de esta tarea, por pesada, y nunca mejor dicho. Y es que no es lo mismo llevarlos a las 6 de la tarde, con mal cuerpo y bajo un sol de justicia, que hacerlo después de cenar, convenientemente vitaminado y mineralizado.
Los veteranos dicen que en sus tiempos había auténtica competencia por bailar la pancarta. Y resulta curioso que, en plena era de los gimnasios y las pesas, muchos y muchas se quejen y se sientan incapaces de hacerlo.
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En cambio, a la salida de los toros, muchos lo hacen, no se sabe si pletóricos de fuerzas o con la esperanza de que los capte alguna cámara.
Un buen recurso es compartir las fiestas con alguien de fuera y hacerle ver el gran honor que supone su transporte para un forastero. Yo lo hago a menudo; me libro de una carga y hago felices a otros. ¿Qué más se puede pedir?
Y, al hilo de este asunto, lanzo una pregunta para el debate: ¿palos de aluminio o de madera?
Opinen, opinen…