Archivo por días: 13 de marzo de 2009


Leyendas urbanas sanfermineras 4

Los que nos jactamos de conocer nuestras fiestas en profundidad no podemos evitar media sonrisa cuando detectamos ciertas leyendas urbanas que rodean a los Sanfermines.

Empezaré por una que proliferó hará una docena de años, que afirmaba que se iba a producir un terremoto en nuestra ciudad durante las fiestas, con epicentro cercano a la Plaza de Toros y posiblemente a la hora de la corrida. Muchos videntes, mentalistas y similares apoyaron este presagio que, obviamente, no se produjo. Eso sí, algún avispado se forró con aquellas camisetas míticas del «YO SOBREVIVÍ AL TERREMOTO DE PAMPLONA».

Otra leyenda que circuló en el final de mi adolescencia consistía en que en Iruña se iba a celebrar una especie de concentración mundial de punkies y que iban a arrasar a la ciudad. Hubo amigos míos a los que sus padres se los llevaron al pueblo, al menos durante el fin de semana. No sé si por evitarles peligros o por ser fans de La Polla Records.

A mi juicio este tipo de leyendas son generadas por gente que se pira a Salou durante las fiestas, hecho que les produce tal amargura que intentan transmitirla a los que se quedan. Pero he descubierto recientemente que esto también es leyenda urbana: el que se marcha de Pamplona en Sanfermines es porque le da la real gana y le importa un comino lo que pase por aquí. Como mucho un pelín de nostalgia en el txupinazo o algún encierro.

Otro mito que me apasiona es el que sostiene que el toro que nos zampamos durante Sanfermines proviene de la Feria de Burgos. ¿Por qué de la de Burgos y no de la de Soria, por ejemplo?

Y para despedirme, una leyenda dedicada a algunos de los redactores de este blog: las australianas/californianas vienen a los Sanfermines deseosas de conocer jóvenes y apuestos navarros que les enseñen la esencia de la fiesta y otros secretos.

Si conocéis más u otras versiones, o incluso consideráis que alguna de las anteriores no es leyenda, os animo a que lo comentéis (y sobre todo en el caso de la última, que San Fermín os conserve la vista y el optimismo).