Archivo por meses: mayo 2009


Los sanfermines: un tesoro. 4

Los Sanfermines ha sido declarados este lunes, día 25 de mayo,por el Bureau Internacional de Capitales Culturales, candidato a convertirse en uno de los 10 tesoros del Patrimonio Cultural Inmaterial de España. Ayer leí esta noticia en la prensa y merece la pena comentarlo. Copio este trozo para que se lea todo.

»Hasta la fecha, además de los Sanfermines, han sido declarados candidatos a Tesoro del Patrimonio Cultural Inmaterial de España el Filandón de León, la leyenda del Lagarto de la Malena de Jaén, el Txistu del País Vasco, la fiesta del Curpillos de Burgos, la tradición de la Virgen del Pilar de Zaragoza, el Festival Internacional de Santander, el Canto de la Sibil•la de Mallorca, la Bienal de Flamenco de Sevilla, el Silbo Gomero y la Rapa das Bestas de Sabucedo». 

Creo que ya hemos comentado este tema en alguna ocasión, pero creo que comparar alguna de estas fiestas mencionadas con los Sanfemines me parece de risa. Respetando todas y cada una de ellas por supuesto.

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Es indudable que nuestras fiestas son conocidas en el mundo entero, ya sea por el encierro, por su identidad única en el mundo o por otras razones.

Pero es curioso el enunciado:Tesoro del Patrimonio Cultural Inmaterial de España. La explicación de la Unesco, que es un poco larga, viene a ser  que los pamploneses, sus costumbres, su folklore, su identidad,sus ritos, etc, vienen a ser parte integrante del patrimonio cultural de Pamplona. Además se transmiten de generación en generación.

Creo que sería muy positivo que se conociesen las fiestas como un tesoro del patrimonio cultural, y no como lo conoce mucha gente, una ciudad sin ley donde vienen a ponerse hasta arriba de todo lo que pueden.

Espero que llegue a buen término la candidatura.


¿Nuevas canciones para los toros? 7

Hay que darle la enhorabuena al Barça. Por si alguno no se ha enterado le informo que es el actual ganador de la copa de Europa.

Esto da más fuerza al “yo no bajo”, merece la pena aguantar una año más en primera para ver jugar al Barça contra Osasuna.

Que suerte tuvimos el fin de semana pasado, que le ganamos 1-0. Lo que son las circunstancias.

Osasuna nos sigue negando la oportunidad de que algún hábil componga alguna canción que nos aglutine a todos en los toros.

Creo que la última fue la archiconocida de Indurain, Indurain… ya la hemos estirado bastante, que el último tour de Francia lo ganó en el 95. Hace la friolera de 14 años.
¡Que tardes aquellas viendo como machacaba en el tour!.

Era cita obligada, había que estar informado de lo que había ocurrido en la etapa, ya que era el primer comentario entre la cuadrilla antes de ir a los toros.

El tour formaba parte de los Sanfermines, justamente porque Indurain corría, mejor dicho ganaba un tour tras otro.

Ahora no tenemos la oportunidad de que algo excepcional nos una.

Creo que habrá que desempolvar en los toros las canciones de siempre, la chica ye-ye, el rey, no hay tregua o the final countdown.

Este año sí que se lo han merecido las chicas del Itxako. A ver que hacen los rojillos este fin de semana, que seguro que en el partido se pide a San Fermín que se mantengan…


La abuelica 4

Esta mañana andaba por la calle haciendo unos recados y la he visto. Una mujer muy mayor, con el pelo blanco, delgadísima, algo encorvada, arrugadica y totalmente vestida de negro. Hacía mucho que no veía a una señora así, con ese aspecto de viuda de las de antes. Y me he acordado de una de mis abuelas.

Vivía en la Estafeta. Siempre vestida de negro, con su bolso debajo del brazo y dándonos monedas de cinco duros a los nietos. Pese a su edad, vivía sola y cada día subía varias veces los cinco pisos hasta su casa.

En Sanfermines, cuando yo era un retaco, por las tardes mi padre me tomaba de la mano y, paseando, llegábamos a Estafeta un poco antes del toro de fuego.

El olor a pólvora mezclado con el de chorizo pamplonica del bocata que ella me hacía para cenar es uno de mis primeros recuerdos sanfermineros.

Luego a dormir. Si puedes. Cuando tienes ocho años y por debajo de casa pasan peñas, bombos, borrachos y cantantes desafinados, y te encuentras en un estado de histeria total porque no quieres que se te pase el encierro, es difícil pegar ojo. Y a mitad de madrugada llega tu hermano adolescente, con tus primos, y todos bien cocidos. Y mi abuela se hace la loca.

Me despierto con las dianas. Me asomo al balcón. Mi abuela aparece impecablemente arreglada, preocupada porque no se les pase la hora a los chicos. Los ‘chicos’ están durmiendo la mona a pierna suelta mientras mis ojos infantiles no pierden ripio: los de la limpieza, los munipas con el concejal de turno, los primeros corredores, mi cabezón incrustado entre los barrotes del balcón…

Poco antes del cohete surgen mi hermano y mis primos, resacosos y en pijama. No cabemos todos asomados y mi abuelica se retira, para escuchar el encierro por la radio.

Pasa la carrera y baja y sube cinco pisos para traernos unas madalenas y españoletas recién hechas, que mojamos en el cola cao caliente. Los resacosos se vuelven a acostar.

Mi abuelica. Una mujer humilde y maravillosa.

Hoy me he acordado de ti.


La tarta 4

Nos había tocado hacer barra, junto con otra cuadrilla, el último turno de la noche. Una vez que logramos cerrar tuvimos que cumplir con las obligaciones propias de limpiar el local y dejar las cámaras con suficientes existencias para que a la mañana siguiente el género estuviese a la temperatura ideal. Cuando nos íbamos a marchar a casa, los de la otra cuadrilla nos empujaron para ir a almorzar a casa Marceliano, la verdad es que a pesar del cansancio no tuvieron que insistir mucho. Mientras nos preparaban los huevos fritos, txistorra, etc. aprovechamos a ver el encierro, inicio en la tele, corriendo a la valla para ver pasar los toros entre los pies de la gente que estaba subida a la valla y vuelta a la tele.

Almorzamos como sólo se puede almorzar en Sanfermines a pesar de la vigilia nocturna y, una vez acabado el almuerzo, nos despedimos quedando con la otra cuadrilla para el día siguiente, o sea, para ese mismo día. Pusimos el piloto automático y nuestros pies nos llevaban a casa mientras nuestros cerebros, en stand-by, únicamente eran capaces de visualizar nuestras respectivas camas, cuando de repente, al pasar a la altura del Alhambra alguien dijo algo. A los tres que volvíamos por el mismo camino nos costó darnos cuenta de que esa persona se dirigía a nosotros y un poco más interpretar lo que nos había dicho que fue algo así como «si me ayudáis a sacar la basura os regalo una tarta«.

Tras vencer la inicial resistencia y ponernos de acuerdo, entramos al restaurante con quien nos había interpelado y cumplimos con lo acordado, tras lo que nos enseñó la cocina del restaurante, una langosta que tenían para preparar, etc. y nos entregó la prometida tarta y una botella de cava.

Tras el merecido y breve descanso y como las cosas compartidas saben mejor, decidimos llevar la tarta a los toros y comérnosla tras la merienda. Cuando dejamos caer que llevábamos una tarta del Alhambra, las cuadrillas de alrededor nos miraban con desconfianza, pero cuando empezamos a comerla y repartimos algunos trozos, los que desconfiaban confiaron tanto que un trozo minúsculo que se le cayó a uno de nosotros, no llegó al suelo ya que fue cogido al vuelo por uno de los desconfiados.

Ni que decir tiene que la tarta, con nueces por encima, estaba de muerte y más en los toros con un día de sol.

YA FALTA MENOS.


¿Camiseta? ¿Camisa? 6

Se acercan fechas críticas. La visita a Lanera Navarra, generalmente sustituída ya por ir al leclér o al erosquy, se aproxima. Y nos enfrentaremos de nuevo a la pregunta: ¿Camiseta, o camisa?

Un servidor empezó a utilizar camisa cuando accedió al «peñato». Con mi primer semi-abono para los toros calentito, coser los escudos de la peña en los bolsillos de la camisa fue una de las solemnes tareas previas a salir de casa en plena etapa del Tour, recién despertado y duchado. Y todo dottore, a la calle, reluciente, impecable. Qué elegancia. Dadas las circunstancias ambientales, además, el remangamiento era obligado, porque ni por asomo se me pasaba por la cabeza que la camisa fuera de manga corta. Pero arremangarse no restaba ni un ápice de señorío.

Han pasado unos añicos desde entonces, y ahí sigo, fiel a una prenda que, por otra parte, tiene sus incovenientes. Especialmente si la comparas con llevar camisetas o polos (¿polo es lo que siempre hemos llamado niqui?).

Y es que, en términos de comodidad y frescura, a la camiseta no hay quien le haga sombra. Salvo que por cuestiones metrosexuales te auto-obligues a llevar una seis tallas menor de lo que te toca (cosa que no es mi caso, para qué nos vamos a engañar). Una camiseta se recupera antes de cualquier vertido, da más libertad al pañuelico al no tener cuellos, y su tejido permite una mucho mayor sensación de frescor. La camisa da más calor.

Puesto que el día 6 no existe actividad peñil, es el día que aprovecho para ir con un polo o con una camiseta. Además así importa menos acabar como un ecce homo. De todos modos, reconozco que me decanto antes por la de cuello que por la de sin cuello.

Resumiendo, camisa del 7 al 14, que es muy elegante. Polo el 6, que es más cómodo. Y, un año más, descartaré la camiseta, que aunque es práctica, me parece cutre.

¡Ah! Y no he entrado a la tipología de camisetas, cosa que da como para otra entrada otro día, sobre todo por la burda utilización publicitaria de las mismas. Si no sacas una camiseta para sanfermines, generalmente con un dibujo feísimo relativo al tópico más manido, parece que no eres nadie.

¡YA FALTA MENOS! Si hoy nos pusieran en cuarentena, todavía llegaríamos a tiempo…