Archivo por días: 22 de junio de 2009


Más relatos 7

Antes de recuperar nuestros artículos habituales de cinco minutos diarios de San Fermín, hoy, mañana y pasado podréis leer los diez microrrelatos que se quedaron en las puertas de la final del pasado Certamen.

Los Sanfermines los viviremos en la calle, como debe ser y dedicaremos el verano a ofreceros una selección de entre los 311 textos recibidos.

UN MÚSICO EN EL RIAU RIAU, de Luis San Martín

6 de julio. Plaza Consistorial. 17h 59m.
Ya estamos aquí de nuevo. ¡A ver cuántas veces tocamos el vals de Astráin! Recuerdo cuando pasábamos de 150. Atento al director, ¿por qué nota empieza? Ya me acuerdo ¡allá vamos! Este momento es increíble y resume a la perfección el ambiente sanferminero. Somos como un oasis en medio del gentío. Siento envidia de todos los que están aquí bailando y cantando, pero no me cambio por nadie. Todos quieren a La Pamplonesa; es un orgullo formar parte de ella.
Vamos diez y por ahí adelante asoma la iglesia de San Saturnino. La próxima descanso o no aguantaré hasta el final. Cada vez hay más gente. Las fiestas de San Fermín no serían lo mismo sin su Riau-riau.
Por fin llegamos a la calle Mayor y puedo ver a los gigantes. El cansancio hace que desde aquí parezca más larga. ¡Gracias por el champán, necesitaba un poco de gasolina!
Estamos llegando. Después un paseo tranquilo, que mañana viene el día completo: dianas, procesión, mulillas, toros… espero que el cuerpo aguante.
Esta es la última. He perdido la cuenta. ¡que son en el mundo entero unas fiestas sin igual, riau riau!

MI SAN FERMÍN ES TUYO, de Javier Saralegui

No duele madrugar si la recompensa es ver y escuchar el encierro. No importa esperar si los que van a pasar son Gigantes, Cabezudos, Cabildo, Santo, Corporación, Pamplonesa. Da igual que noten que llores si lloras por una jota. La vida cambia en San Fermín. O San Fermín nos cambia. ¿Creemos o le queremos? No sé… las dos, supongo ¿Hay que tener la respuesta? ¿De dónde nace mi pasión por mis Fiestas? Aquella cámara de fotos que sacaba un monigote con bocina… ¿seguirá con mis juguetes? El hormigueo en los fuegos, la bruja del tren chu-chú, Antoniutti, mi primer éxtasis en un Chupinazo. De ahí viene. Ahora es parte de mí. Me acuerdo de todo… de casi todo. Fue el día, luego la noche, la noche y el día. El día.Y lo que nos queda. San Fermín es lo mismo pero siempre distinto. Siempre sorprende. Invéntatelo. Es fácil saber qué encaja y qué no. Yo te invito. Madruga, espera, llora y ríe conmigo. Recuerda. Y estremécete conmigo. Mi San Fermín es tuyo. Y ya llega. San Fermín es nuestro. Estamos preparados. Gracias, Pamplona. Gracias, San Fermín.

SANTO DOMINGO, de Sergio Villava

Al fin los vio.
Venían a la carrera, en manada, con el tiempo atrapado entre sus hocicos, envueltos en el ruido de las bestias, destacando la negrura sobre el rojo y el blanco. Trató de coger velocidad luchando por situarse en el centro de la tormenta humana. Se giró un momento, pero era tarde. Sintió un golpe, húmedo y desgarrante, y la negrura se lo llevó.

“Chico, ¿estás bien?- la voz sonaba lejos, anciana.
“¿Dónde estoy?
“Vamos chico, coge mi bastón”
Asió el bastón con ambas manos, con la fuerza de quien intuye la verdad y la busca, y una luz lo cegó.

“¡Un miligramo de codeína!”-oyó.
Abrió los ojos, y el sol, en lo alto del crisol de piedras, del bullicio blanco y rojo, lo deslumbró.
Entonces lo vio, vigilante desde la barrera de metacrilato, con su bastón y su capote, la mirada detenida en la responsabilidad de años de compromiso. Cerró los ojos, seguro y tranquilo, y una sonrisa de gratitud cruzó la calle, hacia lo alto.

Al fin lo comprendió.