Archivo por meses: julio 2009


Dos relatos: Hemingway y los colores. 2

Disfrutad como nosotros de estos dos relatos que recibimos gracias al I Certamen Internacional de microrrelatos.

Son dos relatos totalmente diferentes, uno hace referencia clara a Hemingway desde un punto de vista entre nostálgico e imaginativo y el segundo hace un maridaje entre los colores representativos de los sanfermines y hechos o sensaciones que se producen desde el inicio de la fiesta.

Realmente interesantes, espero que los disfrutéis.

EL VIEJO Y EL BAR, de William Teixeira Correa.

Apenas dio cuenta del bacalao al ajoarriero y la botella de vino rosado, el barbudo y corpulento hombre encendió su pipa y comenzó a escribir algo en un cuaderno. Al rato llamó a uno de los mozos y, con claro acento extranjero, le pidió la cuenta. Para sorpresa de aquél, el hombre intentó pagar con pesetas, y cuando se le explicó que aquella moneda estaba en desuso y se le habló de euros, éste, sorprendido, dijo ignorar la existencia de tal moneda y ofreció pagar en dólares americanos. No hubo inconveniente. Antes de irse, el hombre preguntó al mozo:

-Dígame, sólo para estar seguro: mañana es el primer encierro, ¿no?

-Sí, claro, mañana comienzan -fue la respuesta.

Apenas se despidió de aquel hombre, el mozo contó el curioso episodio a sus compañeros.

-¿Qué hombre? ¿De quién hablas? -preguntó uno de ellos.

-¿Cómo que de quién hablo?: de ese hombre que acaba de salir, ése que estaba sentado en aquella mesa -señaló.

Sus colegas se miraron entre sí, perplejos, y uno de ellos le dijo:

-Creo que deberías pensar en tomarte unas vacaciones. Hacer turno doble te está afectando. El último cliente que se sentó allí se fue hace horas.

ROJO, BLANCO Y NEGRO, de Mayi Prada Laya.

Blanco, rojo y negro. Como los colores del vino.

Primero siete minutos bajo el agua limpia. Se seca con la toalla impoluta. Abre las persianas y entra la luz de Julio. Luego se viste de BLANCO. La mente clara, la cara pálida, el pelo cano. Apenas se distingue su figura nívea en la luminosidad de la habitación.

Luego dos manchas encarnadas surgen estridentes en el resplandor. ROJO contraste. Una se abraza a su cuello ruborizada, la otra dibuja su cintura como una herida. La sangre comienza a circular más rápidamente. Asoma cierto color en sus mejillas. Camina con fuego en el alma y el corazón encendido.

Y espera hasta que se escucha seco el primer cohete. Es la señal. Adrenalina.

Ahora corre, corre, mira, corre, corre, mira la mole oscura, sombra enorme, mancha atezada, corre, corre, mira, el miedo no le deja pensar, le nubla la vista, corre, corre, mira que cerca está el tenebroso gigante, es NEGRO como una noche, mira, corre, corre, la penumbra de un pasadizo y ya está.

Como los colores del vino. Blanco, rojo y negro.


Balance taurino 2009 9

Ya han pasado algo más de dos semanas desde que Perera estoqueara al último de los podados Núñez del Cuvillo y las txarangas de las Peñas se reunieran sobre la arena para entonar juntas el Vals de Astráin y el Goesba en el emocionado recuerdo a los Malatxos.

Por tanto, con casi todo ya olvidado, uno escarba en la memoria y no tiene más remedio que reafirmarse en que la Feria del Toro se ha convertido únicamente en trampolín para aquellos matadores especializados en las denominadas ganaderías duras.

Un año más el arte brilló por su ausencia. Y para uno que baja la mano y torea despacio y quieto como Morante (señores de luces, en Pamplona hay que correr por las mañanas, no por las tardes) nuestra Plaza lo ignora y prefiere regalar, unos minutos más tarde, orejas a espuertas al Juli y a Perera.

Por lo demás, una nueva oportunidad perdida para Joselillo (y ya se le han escapado dos aquí) en la poderosa tarde de Dolores Aguirre y la confirmación del adolescente Rubén Pinar, al que ya conocimos de novillerito en Albacete, y que apunta a figura.

Como siempre, lo mejor la compañía y las meriendas, con mención especial a esos excelentes tacos de pollo con champiñón caramelizado.


Nostalgia y humor sanferminero 2

Para que vayamos pasando mejor los calores y podamos seguir disfrutando de los Sanfermines fuera de fecha según marca el calendario, os dejo un par de microrrelatos no publicados hasta la fecha. No quiero desvelar nada de ninguno de ellos para que podáis descubrirlos y disfrutarlos por vosotros mismos. Ahí van:

ALMA SANFERMINERA, de Patricia Carballo

Salió del portal vestido de pamplonica. En el último año había adelgazado y los pantalones se le caían, pero la faja le sujetaba bien la cintura. Tenía el pañuelico rojo atado a su muñeca. El ambiente de la calle le ponía los pelos de punta. La gente sonreía, gritaba, cantaba, todos vestían de blanco… Javier andaba alegremente por la Calle Carlos III. Esperaba encontrar a sus amigos en el Café Iruña, donde siempre almorzaban antes del chupinazo.

Al entrar a la Plaza del Castillo, el olor era bien distinto. Una mezcla de champán, kétchup, mostaza y harina invadía la plaza. Javier buscó un banco para descansar. Todos estaban llenos, pero buscó un hueco y se sentó con unos jóvenes. Sus camisetas estaban mojadas y sucias. Abrieron una botella de champán y a Javier le cayeron algunas gotas. A lo lejos, oyó una voz que le resultaba familiar. Una persona se le acercó: “abuelo, los de la quimio te mandaron reposo. Deberías irte a casa”. Y la nieta le dio un beso, después le ayudó a levantarse cogiéndole del brazo mojado de champán, y le acompañó a su abuelo para que pudiera ver el chupinazo desde su casa.

VOY BIEN, de Angel Félix Urío

Era de noche y se veía borroso. Había estado engatusando a una pelirroja australiana, o Texana o de las Highlands, en un fluido y pronunciadísimo inglés, pero, inexplicablemente, la moza se había esfumado. Miré en derredor… Ni la cuadrilla estaba. Así que cogí mi vaso de la barra y lo liquidé. Qué coño hacía yo bebiendo ginkás, o destornillador, o champán, si iba a cervezas. Tiré aquella porquería al suelo y agarré mi katxi. Conseguí sacarlo indemne a la calle, a pesar de la conjura del bar por impedírmelo, y me quedé allí, viendo pasar a la peña. Una morena se detuvo cerca. Llevaba una impecable blusa blanca sin mangas, o chaleco, o camiseta de tirantes, y tenía los brazos muy bien torneados. Escote no: aquí no se lleva. La subyugué con la mirada.

-¿Nos conocemos?

-¿Tú qué crees?- respondió

Bien, la cosa iba bien. Proseguí audazmente,  con astucia.

-¿Cómo te llamas?

La moza resopló. Se veía que tenía ganas de conversación.

Soy Marta.

Mi cabecita trabajaba con frenesí: la había visto seguro, en la villavesa, o en la Uni, o en los fuegos…

-Marta… Como mi hermana…

-Anda, Alberto, deja de hacer el bobo y vámonos para casa.


Sanfermin Quiz (XI) 9

Nuestros queridos gigantes, lejos de envejecer, rejuvenecen. Eso, o vivimos en la inocencia más absoluta y a día de hoy hay más de una cabeza para cada gigante.

Lo venía observando, pero al fin tengo el documento gráfico. Entre una foto y otra median, al menos, 25 años.

¿Jugamos a las diferencias?

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La invasión de los hombres-nevera 10

Suena como el título de una de esas películas antiguas de ciencia-ficción de serie B, pero es una de las impresiones que me han quedado de las fiestas.
Ya desde el mismo día 6 me llamó al atención la cantidad de gente que iba por los bares pertrechados de su correspondiente nevera.
Antes, cuando veías a alguno con una nevera a cuestas, podías estar seguro que iba o salía de los toros. Este año sin embargo, se ha multiplicado el espécimen de visitante que se trae el kit completo de fiestas desde su casa.
Vale, entiendo que estamos de crisis y que hay que hacer economías; bueno, también comprendo que algunos se traigan parte de la comida y bebida.. ¡pero coño! ir de bares con el bebercio a cuestas, entrando en los locales y no haciendo ningún gasto, sino bebiendo de lo que te traes a cuestas…. ya me parece demasiado.
De hecho, nos contaron que en un local de San Nicolás entró una cuadrilla que se plantó en medio de un bar y se limitaron a pedir hielos al camarero para echarlos en las bebidas que ellos mismo se traían y cuando tras repetir la operación por tercera vez, el camarero se negó, los susodichos le montaron un pollo del tres.

No voy a negar que en Sanfermín la hostelería ha aprovechado históricamente para hacer caja y meter más de una clavada. Pero este año, creo que esa tendencia se ha invertido y en más de un local, he podido comprobar que los precios eran de lo más razonable (aunque siempre hay excepciones, claro).
Y además… si eres tan rata que quieres pegarle fuego al chaparral sin gastar ni un solo céntimo, sino hacerlo todo por el morro, pues oye quédate en tu casa, que te saldrá aún más barato.

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