Archivo por días: 31 de julio de 2009


Dos relatos: Hemingway y los colores. 2

Disfrutad como nosotros de estos dos relatos que recibimos gracias al I Certamen Internacional de microrrelatos.

Son dos relatos totalmente diferentes, uno hace referencia clara a Hemingway desde un punto de vista entre nostálgico e imaginativo y el segundo hace un maridaje entre los colores representativos de los sanfermines y hechos o sensaciones que se producen desde el inicio de la fiesta.

Realmente interesantes, espero que los disfrutéis.

EL VIEJO Y EL BAR, de William Teixeira Correa.

Apenas dio cuenta del bacalao al ajoarriero y la botella de vino rosado, el barbudo y corpulento hombre encendió su pipa y comenzó a escribir algo en un cuaderno. Al rato llamó a uno de los mozos y, con claro acento extranjero, le pidió la cuenta. Para sorpresa de aquél, el hombre intentó pagar con pesetas, y cuando se le explicó que aquella moneda estaba en desuso y se le habló de euros, éste, sorprendido, dijo ignorar la existencia de tal moneda y ofreció pagar en dólares americanos. No hubo inconveniente. Antes de irse, el hombre preguntó al mozo:

-Dígame, sólo para estar seguro: mañana es el primer encierro, ¿no?

-Sí, claro, mañana comienzan -fue la respuesta.

Apenas se despidió de aquel hombre, el mozo contó el curioso episodio a sus compañeros.

-¿Qué hombre? ¿De quién hablas? -preguntó uno de ellos.

-¿Cómo que de quién hablo?: de ese hombre que acaba de salir, ése que estaba sentado en aquella mesa -señaló.

Sus colegas se miraron entre sí, perplejos, y uno de ellos le dijo:

-Creo que deberías pensar en tomarte unas vacaciones. Hacer turno doble te está afectando. El último cliente que se sentó allí se fue hace horas.

ROJO, BLANCO Y NEGRO, de Mayi Prada Laya.

Blanco, rojo y negro. Como los colores del vino.

Primero siete minutos bajo el agua limpia. Se seca con la toalla impoluta. Abre las persianas y entra la luz de Julio. Luego se viste de BLANCO. La mente clara, la cara pálida, el pelo cano. Apenas se distingue su figura nívea en la luminosidad de la habitación.

Luego dos manchas encarnadas surgen estridentes en el resplandor. ROJO contraste. Una se abraza a su cuello ruborizada, la otra dibuja su cintura como una herida. La sangre comienza a circular más rápidamente. Asoma cierto color en sus mejillas. Camina con fuego en el alma y el corazón encendido.

Y espera hasta que se escucha seco el primer cohete. Es la señal. Adrenalina.

Ahora corre, corre, mira, corre, corre, mira la mole oscura, sombra enorme, mancha atezada, corre, corre, mira, el miedo no le deja pensar, le nubla la vista, corre, corre, mira que cerca está el tenebroso gigante, es NEGRO como una noche, mira, corre, corre, la penumbra de un pasadizo y ya está.

Como los colores del vino. Blanco, rojo y negro.