Archivo por meses: septiembre 2009


Maria Nilsson – The Chicago Tribune 2

La dramática y peligrosa carrera dura habitualmente unos tres minutos, y es tan sólo una pequeña parte de la fiesta que en Pamplona dura nueve días, veinticuatro horas al día.

La mezcla de actos de comedia espontáneos y ritos religiosos solemnes da a la fiesta una nota surrealista. Cualquier cosa puede ocurrir durante los sanfermines, y, por una vez, casi todo está permitido.

Durante los sanfermines, Pamplona no duerme. En su lugar, se dan cabezadas, robando pequeños momentos de descanso a los acontecimientos que se suceden.

Los veteranos saben que es cuestión de controlarse, de saber qué ver y qué dejar de lado para conservar toda la energía durante la duración de la fiesta.

Es la única vez del año en la que a los ciudadanos de Pamplona se les puede ver bailando salvajemente en las calles.

Tras el encierro, muchos se reúnen para comer un desayuno navarro compuesto por huevos con jamón y tomate, regado con vino rosado de la tierra.

A la solemne procesión se le da un toque pagano con la aparición de la comparsa de Gigantes, figuras que representan a la realeza.

Desde el amanecer al anochecer pasan bandas entre la multitud tocando enérgicas músicas. De vez en cuando se puede oír una jota navarra, una canción tradicional, apasionada, que encoge el corazón.

La bonita plaza del Castillo funciona como comedor, pista de baile y, a menudo, dormitorio para jóvenes visitantes exhaustos que dan cabezadas allí donde se quedan sin energías.

Al día siguiente del Pobre de Mí, Pamplona está dormida, con resaca y exhausta.

Todo esto son fragmentos del artículo que el 27 de marzo de 1994 (hace 15 años) publicó Maria Nilsson en la Chicago Tribune Travel Magazine. Como habéis podido ver, acertadísimos sus comentarios, describen como lo haríamos cualquiera de nosotros las fiestas, o parte de ellas. Pocas veces un forastero que aspire a algo más que a transcribir el programa, atina tan de lleno con sus pinceladas.

¿O no? En el mismo artículo, Maria también sorprende con afirmaciones erradas, y con apreciaciones cuando menos curiosas:

Es la única vez de año en la que a los ciudadanos de Pamplona se les puede ver bailando salvajemente en las calles vestidos con disfraces.

Hay muchos otros que celebran los sanfermines. Los americanos, por supuesto; los europeos, los australianos, y en los últimos años, los jóvenes japoneses que llegan a Pamplona por miles.

…una carrera de media milla, productora de adrenalina, a través de calles estrechas, donde el objeto es correr con los toros, no delante de ellos.

Los Gigantes, de 13 pies de alto, interpretan números que recuerdan minuetos.

Personajes raros llamados Cabezudos con la cabeza grande, corren por las calles y pegan a los niños con suaves globos esponjosos.

Las peñas son sociedades cuyo principal objetivo parece ser hacer ruido. Por las tardes, los miembros de estos clubes marchan juntos con vestidos escandalosos en su camino hacia la plaza de toros. Durante la corrida compiten en ser desagradables manchándose entre ellos y mojando a los espectadores con comida y bebida.

Enfín, el artículo es bastante bueno, y recoge en tiempo record lo más granado de las fiestas. Lo del encierro tiene que ser un error, porque a Maria se le ve muy bien informada en el resto de asuntos. Lamento no poder enlazar al artículo, del que tengo constancia porque el Diario de Navarra lo transcribió el 3 de julio de ese mismo año.


Estampas de antaño: con la horca de ajos al cuello 1

Estaba el otro día echándoles un vistazo de nuevo a esas fotos antiguas de Sanfermín que la revista Life ha colgado en la red.
Ya hemos hablado de ellas hace algún tiempo y la verdad es que no tienen desperdicio.

Hay una de ellas que os adjunto, que me recuerda una de las típicas imágenes de Sanfermín de no hace ya tantos años: las cuadrillas de aldeanos con las horcas de ajos al cuello (dicho sea lo de aldeano sin ningún sentido peyorativo, ya que yo mismo siendo pamplonés siempre me he considerado un ídem).
Yo recuerdo perfectamente de txikito, el haber visto grupos de mozos con un temple que para qué, con sus ajos al cuello a modo del más elegante de los collares y la bota en un costado.
La impresión que me daba entonces, era que esos mozos si que le estaban sacándo chispas a la fiesta y siempre decía que de mayor, yo también me iba a colgar una horca e iba a disfrutar tanto como ellos.

El caso es que con el tiempo, esa estampa ha desaparecido del todo.
De hecho la gran mayoría de los puestos de ajos que antes poblaban la Plaza de Recoletas, se han ido poco a poco esfumando y este año, si no recuerdo mal, tan solo había uno.
Señal de que los tiempos cambian…., no digo que sea una pérdida irreparable, ni sandeces como que con eso se haya perdido la esencia de la fiesta, sino solamente que la fiesta evoluciona.
Siempre nos quedan estas simpáticas fotos como recuerdo de lo que una vez fue.

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Las alegres txarangas. 5

Recordando el otro día sobre las txarangas de las peñas, me acordé que un primo mío fue de joven miembro de una de estas bandas que animan tanto las fiestas. La verdad es que casi siempre sus miembros suelen ser bastante jóvenes, y todo tiene su explicación.

El trote que llevan esta gente es increíble, apto sólo para gente con mucho aguante. Cada peña sale alguna mañana para animar las calles. Después de comer tienen que ir con su peña a los toros. Como son gente joven tambien se toman sus tragos. Luego toca la salida con las peñas, que se prolonga un buen rato. Y luego si les toca salida nocturna no te digo nada.

Y eso todos los días, porque ellos no fallan. La paliza que tiene que ser es tremenda. Ellos se lo pasan muy bien, aunque estén trabajando, pero no quita para que acaben las fiestas reventados. Y no es sólo eso, sino que luego siguen su gira por los pueblos que les hayan contratado.

Animo chavales, que sin vosotros la fiesta no sería lo mismo.


Historias y Palabras 1

Esto es una de las cosas buenas de los microrrelatos, estáis leyéndo que han tratado de los temas más dispares. Que han tenido o tienen mejor o peor fortuna para transmitir ideas o sentimientos.

En algunos casos cuentan una historia más o menos creíble como el caso de esta chica, en otros casos no es así pero sin embargo llegan a enganchar hasta la última palabra ya que cada una de ellas transmite como unos buenos pases toresro y por esto quiero destacar este segundo relato que tiene el mérito de que sin usar una sóla frase ni un sólo verbo hace una síntesis de sentimientos, sensaciones y vivencias con las que todos nos identificamos.

En defintiva mil formas diferentes de expresar nuestras fiestas y como siempre los pelos como escarpias, aunque los leamos en Septiembre.

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Los Sanfermines y el amor, Ernesto Maruri Álber

      Mucha juerga, sí, pero yo salía en Sanfermines buscando el amor.

      Me llegué a besar con cuatro tíos en una noche. Si me metían mano,  los descartaba de un empujón. A uno que no me sobó, le pegué  una torta porque me dijo que me quería. ¿Ya?

      Buscaba un chico que sólo quisiera hablarme y besarme. Por lo menos, hasta el Pobre de Mí.

      Con otro salí varios días. No intentó besarme. A la tercera noche, le pregunté si se estaba aguantando. No he olvidado sus carcajadas después de decirme: “Me quiero echar encima tuya desde que te vi”. “Voy al baño”, le dije. No volví.

      A mi marido me lo presentaron en Sanfermines. Me dio la mano y fue a besarme, pero dudó y retrocedió. Como yo adelanté una mejilla, volvió  a acercarse para besarme, justo cuando yo retiraba la cara pues ya no esperaba su beso. Al besar el aire, se tropezó y se cayó a mis pies, ante las risas de su cuadrilla. Se levantó, sonrojado, y me dio dos besos.

     Ahí  empezó a gustarme. Y me metió mano antes de que fuéramos juntos con las velas a la plaza del Ayuntamiento.

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SENTIR, Ignacio Murillo

Chupinazo. Ruido. Alegría. Explosión. Marea. Blanco. Rojo. Pañuelo. Faja. Alpargata. Cava. Sudor. Fuerza. Baile. Ilusión. Música. Sonido. Bombo. Charanga. Pamplonesa. Txunda. Empujón. Diana. Churros. Santo. Fervor. Popular. Jota. Flores. Aplauso. Toro. Gas. Olor. Noche. Silencio. Cántico. Tensión. Correr. Sangre. Grito. Peligro. Adoquín. Temor. Pezuña. Vallado. Kiliki. Txistu. Gigante. Vergazo. Cansancio. Sueño. Gente. Amigos. Fuegos. Bocata. Calor. Circo. Noria. Amor. Momento. Altavoz. Verbena. Vaso. Mulilla. Pasodoble. Cartel. Abono. Tendido. Miedo. Valor. Sombra. Capote. Sol. Andanada. Toril. Triunfo. Peña. Clamor. Riau-riau. Vela. Pobre de Mí. Emoción. Pamplona. San Fermín.


¿Se come bien en Sanfermines? 4

Dudar de ello te puede granjear cierta fama de sacrílego. Pues no me importa. Yo, al menos, no como nada bien. O no como tan bien como como el resto del año. ¡Qué lío con el como!

Me explico. Pamplona tiene una excelente fama gastronómica la mar de merecida. No voy a ser yo quien la ponga en duda. Hay restaurantes fabulosos y pintxos y cazuelicas exquisitos. De nadie oirás una mala palabra sobre nuestras artes culinarias. Pero en San Fermín, como que no es para tanto.

Puede ser que sean mis sentidos, que se hallan un tanto abotargados en esas fechas. Puede ser. Pero la realidad es que en San Fermín huyo de las comidas en los jatetxes de lujo porque sé que no las voy a disfrutar. Y lo mismo me ocurre con las barras de pintxos, que no las encuentro ni la mitad de apetitosas.

Sé que son días de guerra, de aglomeraciones, que los bares no dan abasto, que en momentos determinados incluso se les agotan determinados ingredientes. Pero me apena mucho que bares y restaurantes disminuyan su calidad, su variedad y que muchos, encima, suban sus precios.

Insisto que mi paladar esos días no es el más adecuado, y que mi estómago probablemente sólo sea capaz de admitir bocatas de lomoqueso revitalizantes. Pero, para comer bien, en Iruña casi mejor hacerlo el resto del año.

Otra cosica es la gastronomía amateur: las merendolas taurinas, los almuerzos en la peña, el caldico de mamá…

En fin, curiosa paradoja.