¡Podemos acabar con esto! 15
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Ésta es una de las fotos en las que con mayor claridad se ve lo que no hay que hacer en el encierro. Evidentemente está tomada en la bajada al callejón, a ver quién tiene lo que hay que tener para hacer eso en Mercaderes.
Retrata por una parte a la serpiente multicolor en la que se convierte la carrera en su tramo final. Camisetas del Valencia con la publicidad de Toyota, niquis arlequinados, jerseises de tonos varios, polos tricolores…
Y por otra, y muchísimo peor, el consabido manoseo al toro. No se corre conduciendo al toro sino apoyándose en él, alguno posiblemente para mantener el equilibrio. Hasta siete manos se pueden contabilizar. Sólo falta Juan José Padilla acariciando a dos manos los cuartos traseros del burel.
Yo ya he llegado al hastío con este tipo de problemas. Mesas del encierro, reuniones multibanda, consultas a divinillos… el encierro va mejorando, pero no se ataja esto. Hay unanimidad en que hay que cortar este tipo de actitudes, pero verdaderamente no se hace nada efectivo.
Pues bien, ¡podemos terminar con esto! El método no es nuevo. Es más, es tan habitual en otros ámbitos de nuestra sociedad que lo tenemos totalmente asumido. Es más, el método ya se aplica, sólo que yo introduciría una modificación. Se trata de multar. Pero con multas verdaderamente disuasorias. No con la mariconada de multas que se ponen hoy.
A cada uno de los inconscientes que han puesto la mano en los lomos, agarrado el rabo, golpeado al toro, etc., se les detiene y se les impone automáticamente una multa de 30.000 €. Si no llevan encima en ese momento, a galeras. Y que gestionen desde ahí el pago. Y bien de publicidad en los medios. Como al principio no se podrá detener a todos, no quedará más remedio que ser injusto y pillar al que se pueda.
El que pierda 30.000 € por la tontería tendrá pocas ganas de repetirla. Incluso igual hasta deja de tener la ilusión de correr el encierro. Y vamos puliendo. Los amigotes del que ha perdido 30.000 € se cuidarán mucho de volver a jalear la hazaña del pringao. Y como habrán visto pelar las barbas del vecino… pondrán las suyas en remojo.
O por lo menos, si se monta bien, que se contraten actores para simular que se imponen esas sanciones. Se trata de disuadir.
Nos podemos engañar todo lo que queramos. Con buena fe y tolerancia no estamos consiguiendo nada, basta ver la foto. O nos volvemos drásticos ya o va a llegar el día en que un ababol le soltará un mangazo al toro, éste se revolverá corneando mortalmente a 6 ó 7 mozos (por supuesto el causante se librará) y entonces nos rasgaremos las vestiduras.