Archivo por días: 4 de enero de 2010


Décimo aniversario 5

¡Que los hados de la diosa Fortuna os cubran con sus bendiciones y parabienes en este recién estrenado 2010!

Es lo malo que tiene que se termine un año… que luego viene otro.

Y así van pasando, inexorablemente; en breve este blog cumplirá dos añitos demostrando que se pueden dedicar cinco minutos al día a los sanfermines incluso en el desagradable período que acabamos de cerrar de travesía del desierto.

Y el pasado día 31 -día en el que según cuenta la tradición llega a la Perla un señor que tiene tantas narices como días tiene el año- se produjo una de esas efemérides que suelen pasar desapercibidas, pero que dejan claro que esto va a toda leche.

Se cumplió el décimo aniversario de una profanación sacrílega. Para los no iniciados decir que en Pamplona en Nochevieja la costumbre desde hace unos 30 ó 40 años es la de disfrazarse y lanzarse a la calle como sólo en sanfermines se hace.

Pues bien, el que suscribe y cuatro amigos más decidieron celebrar la escalera del día 1 desde los primeros momentos del año, y en un homenaje sentido, convirtieron la nochevieja en una macroprocesión de San Fermín disfrazándose de portadores y llevando en andas una imagen del santo por las calles de la ciudad.

La imagen estaba hecha con elementos caseros. Una pelota convenientemente decorada hacía las veces de cabeza del santo morenico, con la mitra de cartón bien calada. Debajo, un simple armazón de madera daba forma trapezoidal al conjunto, esqueleto que quedaba oculto por la capa color burdeos, de la que sólo sobresalían un eleganta báculo hecho con un amasijo de papel de estaño, y un guante blanco asomando a media altura con el gesto benedicente. Todo esto descansaba sobre un cajón de madera hueco y rematado por sendos travesaños que apoyábamos en nuestros hombros para trasladar la imagen.

El cajón hueco de madera tenía una doble función. Por una parte daba sustento a la estructura superior, y por otra, labor fundamental e impagable, hacía las veces de minibar en el que llevábamos los distintos refrescos que íbamos a ir ingiriendo. Esto se pensó para evitar tener que entrar a los bares con la imagen a cuestas, cosa que hubiese sido harto complicado. Y, francamente amigos, disfrutar de unos buenos refrescos en Nochevieja sin tener que sudar la gota gorda desde la cuarta fila de la barra de un bar, y de otro, y de otro, y de otro… fue uno de los mayores aciertos de la noche.

Qué decir del espectáculo que se montaba cada vez que levantábamos a hombros la imagen. Recorrimos varias calles en medio del fervor popular. Tan buen sabor de boca dejó, que al año siguiente repetimos la jugada, por lo que el año que viene también tedremos décimo aniversario. El Diario de Tabarra, en su edición del 2 de enero incluyó una reseña y una afoto (con mis profundos conocimientos de photoshop he disimulado nuestros caretos para evitar algún que otro cachondeo a diez años vista):

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Y sin más, recordaros que en 27 días escasos subimos el segundo peldaño.

¡VIVA SAN FERMÍN! ¡GORA SAN FERMIN!