Archivo por meses: enero 2010


Cuentos sanfermineros (Patxi Irurzun) 4

Patxi Irurzun es un escritor de aquí. Afirma que le gusta buscarse en Google. Afirma que eso es vanidad de escritor. Yo afirmo, en cambio, que ésa es una costumbre tan arraigada en el ser humano del s. XXI como la de escrutarse el ombligo en busca de pelusilla.

Tuvimos la suerte de contar con su participación en el I Certamen de Microrrelatos de San Fermín, aunque no resultó demasiado bien parado en el fallo. Los jurados son así de veleidosos.

El caso es que es autor de un libro titulado Cuentos sanfermineros. Sé que Olentzero intentó conseguirme un ejemplar durante las pasadas Navidades, pero con escaso acierto.

Para compensarme, su autor ha decidido publicar uno de ellos en su blog Ajuste de cuentos. En varios capítulos, va colgando el relato Ese Tocho, que os recomiendo encarecidamente, sobre todo porque reúne, de forma delirante, tres de mis grandes pasiones: Osasuna, San Fermín y la alcaldesa.

El señor Irurzun es un artista. Su estilo te hace reír y reflexionar al mismo tiempo gracias a su capacidad para poner patas arriba en unas pocas páginas estos tres pilares de nuestra identidad.

Pese a los galardones que ha obtenido, su obra no es de conocimiento general, lo cual apena un poco cuando ves las estanterías de las librerías plagadas de libros de un nivel mucho menor. Y bastante menos interesante. Pero es lógico cuando uno analiza cómo escribe. Y sobre qué escribe.

Así que no me queda otra que recomendaros que lo leáis, pues constituye a mi juicio toda una luz en esta capital tan cultural en la que vivimos.

Aquí tenéis los enlaces a cada uno de los capítulos publicados de Ese Tocho, donde toparéis con personajes geniales como Tocho, Burru, Txus Cuenco y un impagable Godman:

http://ajustedecuentos.blogspot.com/2010/01/ese-tocho-capitulo-1.html

http://ajustedecuentos.blogspot.com/2010/01/ese-tocho-capitulo-2.html

http://ajustedecuentos.blogspot.com/2010/01/ese-tocho-capitulo-3.html

http://ajustedecuentos.blogspot.com/2010/01/ese-tocho-capitulo-4.html

Los amigos de la Txistorra Digital también están homenajeando esta obra, añadiendo además, de su propia cosecha, unas infografías descacharrantes.


Las reliquias de San Fermín 2

El pasado domingo 17 se celebró en la capilla de San Fermín, sita en la iglesia de San Lorenzo,  la conmemoración del hallazgo de los restos de nuestro Patrón por San Salvio, obispo de Amiens, lugar donde fue martirizado San Fermín el 13 de enero del año 615 de nuestra era. Esta celebración que se lleva a cabo el tercer domingo de enero congregó, además de a decenas de fieles, a los cinco miembros de la Corte de San Fermín (Juan José Martinena, José Luis Molins, Jesús Michel, Gerardo Palacios y Enrique Bretos), grupo encargado de custodiar sus joyas, ornamentos y reliquias, y procurar su atención piadosa y cultural. La cofradía, cuyo origen se remonta a la Edad Media, momento en que Navarra fue azotada por una epidemia de peste, suele reunirse cinco veces al año con el propósito de administrar las cuotas de la Corte, en la que hay inscritas unas 600 personas.

[simage=202,320,y,left]La primera reliquia llegó a Pamplona en el año 1186 por mediación del obispo de Pamplona, Pedro de París, también llamado de Artajona. Fue colocada en el busto de plata existente en la Catedral, visible en el pecho de la imagen. Posteriormente, en 1572, Doña Beatriz de Beaumont, fundadora del convento de Carmelitas Descalzas de Pamplona, donó una nueva reliquia, que había venido a raíz de la ocupación de las tropas de Felipe II de la ciudad de Amiens. Otra tercera reliquia fue traída por el Capitán Martín de Olagüe. Fue dividida en dos partes, una de las cuales quedó en ese lugar de Olagüe y con el tiempo desapareció. La otra mitad fue colocada en el relicario de plata, de estilo renacentista, que lleva el busto de San Fermín de la Capilla de San Lorenzo. Por fin, en 1941, el Obispo de Amiens, Luciano Martín, hizo llegar a Pamplona, traída por el Mariscal Petain, una reliquia del fémur derecho, que se halla en el Tesoro de la Catedral pamplonesa.

La imagen que se venera es una talla del siglo XV realizada en madera y revestida en plata en 1687. En el óvalo del pecho se guarda la mitad traída por el Capitán Martín de Olagüe y que se pasea en procesión por la ciudad todos los 7 de julio.


Textos participantes en I Certamen de Microrrelatos Sanfermin (XII)

–  El camino de unos cuernos  –  , Antonia Bueno

       No hay duda, viene a por mí.

      La Estafeta se hace alarido de sal con ribetes de sangre. Todo queda en suspenso. Yo le miro fijamente. Él me devuelve la mirada, esboza una mueca torcida y arranca. Le veo venir sin inmutarme. Los cuernos, decididos, siguen su camino. Sonrío. El morlaco también, mientras corre sin sosiego en busca de su destino. O sea, yo.

      Mis amigos llevan años mareándome con la tabarra de los Sanfermines. Así que, al fin, me he decidido. Tengo que reconocer que llevaban razón, son flipantes.

      Me como la última palomita. La película está a punto de terminar. Lo sé porque  estuve ayer. Necesitaba sentir otra vez la Fiesta, experimentar una vez más la embestida desde el lienzo gigante. La sangre galopando frenética por mis venas, el corazón bombeando ansioso… Sí, lo confieso. Llevo un mes viniendo a verla.

      ¿Por qué ahora esta punzada en mitad del pecho?… ¡Dios mío! ¿Un infarto?…

      Pegado a mí, resoplando ya en mi rostro, el morlaco se ríe enseñando su dentadura podrida. Los cuernos han alcanzado su objetivo.

      Mira que se lo dije a mis amigos. Este es un deporte de alto riesgo…

  

–  Pobre de mí.  –  , Salvador J. Tamayo.

  La calle olía a vino, sudor y sangre. Desde el balcón, en mi apartamento del centro, se oían las pisadas, las carreras, los lamentos y las cornadas. No podía darle más volumen a la radio, no quería escuchar lo que se cocía abajo aunque no pude evitar oírlo. Mi pañuelo está en el mismo lugar en el que lo dejé hace siete años, atado en la Iglesia de San Lorenzo. Siete años sin correr, siete años aburrido, casi había olvidado lo que significaba jugársela por una cornada. Estaba decidido, bajé como pude, con más quebranto que otra cosa y salí por la puerta. El segundo encierro estaba a punto de empezar, detrás de mí sonaba el leve el rumor de los vientres de las bestias, mi cabeza cantaba «pobre de mí» y tan sólo deseaba que mi silla de ruedas corriera más que ellas.

  

–  El fuego de Pompaelo  –  , Nicolas Paz

 Las piernas tensas, el pantalón blanco impoluto y los pies tintineantes como los de una bailarina a punto de salir al escenario. Un coro de voces que luego serán sólo piernas se encomienda bajo la imagen del santo. La procesión de los imprudentes avanza con el silencio de su bravura. Desenvaino el alma engullida entre la espalda y el tórax. Las bestias huelen el instinto del rojo dispuesto. Las piernas me siguen: vienen detrás, voy delante. Son las zancadas del miedo abriéndose paso entre las piernas, los brazos, los cuerpos y las bestias. El fajín rojo se engancha en los pitones del toro. El animal desgarra con gesto triunfante el trofeo de su victoria. Me despego con la sutileza de un sastre y deshago la valentía acumulada tras la barrera. Él gana, yo gano. Los tribunos de la plebe claman ante los nuevos titanes. Hoy el fuego eterno de los dioses del tiempo ha sido robado por los hombres de blanco y rojo.  

  

–  Siempre hay un primer recuerdo en blanco y rojo  –  , Jorge Rodriguez

 Son las 12:03 del 6 de Julio de 2005, hace pocos minutos que escuche un “boom” seguido de otros cuantos; ahora una locura se palpa a mi alrededor, estoy saltando, no se porque pero lo estoy haciendo, aquí a mi lado mis amigos cantan “agua, agua” tampoco se porque pero enseguida me cae un cubo de agua y empiezo a entender algo mas, no me hace mucha gracia porque hace frío pero no pasa nada estoy en una nube y empezamos a caminar, no llevamos ningún rumbo pero pronto me doy cuenta que nadie lo lleva así que me limito a disfrutar lo que esta pasando…

  Es un recuerdo con tonalidades blancas y rojas pero que esta en mi cabeza de primer 6 de Julio en Pamplona.


Textos participantes en I Certamen de Microrrelatos Sanfermin (XI)

–  Pobre de mí  –  , Serezade Moñino

       Era un gran día. Notaba la lucha interna entre la alegría por lo vivido y la pena por la llegada del fin, y no había un claro vencedor. Mis manos temblaban sudorosas, cayendo a ambos lados de mi cuerpo. Notaba un ligero hormigueo en la planta de los pies, el cual ascendía hasta las rodillas y se desplegaba por todas las pantorrillas. Respiraba entrecortadamente, sabiendo lo que estaba a punto de suceder. Miré de reojo a mi alrededor y comprobé con satisfacción que todas las caras irradiaban éxtasis. Apenas cabía un alfiler, y eso sólo hacía que me emocionara aún más. Podía sentir la fatiga en un pequeño rincón de mi cuerpo, luchando por salir, pero yo resistía con todas mis fuerzas, exprimiendo los últimos restos de energía para concentrarme en percibir lo máximo posible por todos mis sentidos. Alcé la vista al cielo estrellado, y tomé el pañuelo con ambas manos, a la vez que notaba la agitación correteando por mi espalda. Ya llegaba, lo sabía, y habría deseado con todas mis fuerzas atrapar ese momento para toda la eternidad. Así pues, cerré los ojos e intenté retenerlo en la memoria para siempre… “Pobre de mí…”

  

–  Este búfalo está muy enfadado  –  , Miguel Ángel Gayo

 Siguiendo la estela del afamado escritor, George y Dorothy se plantaron en Estafeta dispuestos a captar la instantánea de su vida. Atacados de obesidad mórbida y de impudicia en el vestir, resaltaban de entre la turbamulta con aquellos bermudas y camisetas de tonalidades estridentes, atentando contra las más elementales normas de convivencia entre los colores. Pero como por sus venas corría la sangre de los auténticos cowboys, consiguieron de manera furtiva colarse en primera línea y agazaparse a la espera de las reses. Y si bien es cierto que contuvieron el resuello cuando la diáspora de mozos se les vino encima, decidieron aguantar el envite y luchar por el ansiado souvenir. Fue Dorothy quien empujó a George de forma inconsciente hacia uno de los astados buscando el mejor encuadre. Y ya no le volvió a ver hasta que las autoridades la acompañaron al hospital. Pero para el recuerdo siempre le quedarán aquellas sentidas palabras que escuchó de su marido cuando tuvo a la bestia encima:

–¡Oh, dear, this buffalo is very angry!

 

 –  Un buen final  –  , Javier Camúñez

 Sé que ésta es mi última carrera. Así lo he murmurado, pero los presentes me dicen que no;

aunque la verdad es que da igual: yo lo sé y eso es lo que importa. Aunque realmente no lo dicen por mí, sino por ellos; ya que sienten que su tiempo también está cercano.

Mientras pasan los minutos previos al encierro, llegan los recuerdos. Desfilan las imágenes y las palabras; allí están las personas que han llenado mi vida. Mis ojos, casi siempre secos y algo irritados, se humedecen, mientras los sentimientos estremecen mi persona.

Hoy no tengo que despedirme de nadie, pues todos se fueron antes que yo. Hace un tiempo que la soledad me acompaña

Ahora llega el momento del deseo cumplido, cuando suena el primer chupinazo.

Y también de la despedida mientras finaliza mi último encierro, mi última carrera, mi último Sanfermin, en el momento que suena el último chupinazo. La mirada viendo la última imagen en la televisión, mientras suspiro por última vez, recostado en mi sillón preferido del asilo…