Archivo por meses: febrero 2010


Textos participantes en I Certamen de Microrrelatos San Fermín (XXIII)

–  Esto no son sanfermines  –  , Mª Jose Larrainzar

Es la tarde, vamos toda la cuadrilla de chicas. La Pza. Del Castillo está a rebosar, para no perdernos alguien se suelta la faja y la pone en alto, todas nos agarramos y seguimos atravesando el gentío. Hoy compraremos un pollo asado para cenar. Veremos la salida de Las Peñas, bailaremos en el Casco Viejo y nos iremos después a las barracas. No recuerdo con claridad el día que descubrí el alma de la fiesta, debía ser demasiado pequeña. El baile, la música, la alegría lo inunda todo. De pronto alguien comienza a correr, dicen que hay tiros en la plaza de toros. ¿Cómo?, volvemos a preguntar a los que llegan, necesitamos oírlo varias veces para poder creerlo, hasta que lo escuchamos por nosotras mismas y,  no es la hora de los fuegos. Viene gente corriendo en distintas direcciones. ¡No,  por favor, no! No hay apenas dónde moverse, nadie puede estar tan loco para hacer una cosa así. ¡Esto es San Fermín!, es una fiesta sagrada, hemos oído a nuestros mayores que ni siquiera en la Guerra Civil se suspendieron. Muchos foraster@s nos preguntan qué está pasando, sin entender nada, sin darse cuenta que estamos tan perplej@s como ell@s

 

 

–  Y la vida continúa  –  , Manuel Nevado

      En la calle escuchaba un ruido atronador. Tomó el último sorbo de su copa de vino y asomó la cabeza a la ventana. Observaba distraída la foto de su ya fallecido marido. En el peor momento la había abandonado, con toda su miserable vida por delante. Con un hijo aún joven. Sus ojos demostraban meses de inconsolables llantos e injustificadas ausencias. La sacó de su estupor una melodía familiar que sonaba dentro de la casa. Por un momento creyó que la soledad era soñada. Se agachó y vio a su vástago con el viejo txistu de su padre. Había olvidado que estaban en días festivos. Esbozó una sonrisa sincera e invitó a bajar a su pamplonés. Se dirigieron a la calle Jarauta, donde detuvieron sus pasos al escuchar una peña que tocaba el carrico del helao. Madre e hijo danzaron. Ella recordó el primer baile con su padre; cómo éste le puso un pañuelo rojo alrededor del cuello. Lo sacó del bolsillo y lo dio a su niño acompañado de un esperanzador beso.

 

 

–  Los escarmientos de San Fermin  –  , Carmen Portillo

     Pero San Fermín que todo lo ve, se enfadó con varios de los corredores del encierro por tomarse a broma el recorrido de los toros y no respetar sus pitones. Un mozo con aspecto desgarbado y boca suelta. Uno de esos que se sitúan en primera fila molestando a los que saben cómo se debe de correr un encierro y lo que es una cornada, cuando se abrieron las puertas, no pasó de ahí. Por arte de magia se tropezó cayendo al suelo de bruces. Uno de los morlacos le pisó en la espalda y quedó tendido en el suelo conmocionado con el conocimiento más perdido que cuando se reía. No fue el único. Un poco más adelante saltó un mozo con cara de dormido desde las vallas en el momento en que un toro bien dotado de cuernos corría hacia la plaza. Esta vez conseguiste que el susto del revolcón le afectara a su  brazo roto y a su orgullo con un escarmiento. Bien hecho San Fermín que todo lo ves, dales un buen escarmiento y también un capón, aunque como buen santo, luego les bendecirás.            

 

 

–  Valor y sangre  –  , Antonia Marín

 Siete y media de la mañana. La calle estaba llena de gente, me fundí con la multitud. Era una mañana fresca, mi primer encierro. Mi corazón latía con fuerza y mis manos sudorosas aferraban un pañuelo rojo.Ocho menos cuarto. La gente se impacienta, se enciende, se excita. Todos los corazones parecen latir con la misma fuerza.El vino corre, pasa de boca en boca, de mano en mano, fluye por mi boca y todo mi cuerpo. Me até el pañuelo al cuello y sentí el aullido de la multitud. Un fuerte ruido y todos reaccionamos como un mismo ser. Eché a correr sin mirar atrás. Recuerdo aquellos momentos como si fueran un sueño. El olor a pólvora, los gritos, el sudor, el calor. Oí los cencerros muy cerca de mí, justo detrás de mí. Corrí como jamás había corrido en mi vida. Llegué a un lugar seguro y respiré profundamente. Recordé la sangre que teñía el asfalto. Alguien me pasó una bota de vino, bebí y grité con todas mis fuerzas porque me sentía vivo, porque nunca jamás podría sentirme más vivo que en aquel momento en el que había rozado a la muerte.

 

 

–  Ultima carrera  –  , Enrique Galindo

      Hacía años que no corría delante del toro sintiendo la sensación húmeda de la lengua larga oliéndote el cogote y un buen par de astas amenazándote la historia. De eso hace tiempo, largo y pausado.

     Y ahora, justo en el momento que había robado a la naftalina el pañuelo rojo, memoria de la sangre, y el uniforme blanco, reminiscencia del mozo que fui, he tenido la mala potra del tropiezo casual y la caída. Y con ella se ha desmoronado mi juventud y mi adultez. Podría haber sido en Estafeta o en Mercaderes pero no; tuvo mal querer el destino que fuera el bordillo de la puerta.

     Pero no estoy solo: una enfermera, un bastón y el último aliento han hecho el milagro de la recuperación. Aún soy capaz.

     Diez de junio y toca Miuras. Me he escapado en blanco y rojo de las hermanas. El chupinazo anuncia mi resurgir de las cenizas. Apenas doy dos pasos. Tirado, pisoteados cuerpo y alma, quebrado el bastón, escucho a los de Cruz Roja: «¿Cómo es posible que se haya colado en la carrera un abuelo octogenario?». No sé si saldré de ésta; pero he vuelto a pisar asfalto.

 

 

–  San fermines sin nobel  –  , Pastor Orduz

…..Era el último día de la fiesta. Fuera, comenzaba a llover de nuevo…..Cayetano Domeño sigue pasando sus manos sobre el lino de esta cama que el amigo no disfrutará más. En este lino tan blanco como las nieves del  Kilimanjaro, él no quiere aceptar la cancelación que el hombre vital ha hecho del servicio en el cuarto 217.

El calor de afuera, aquí es tibieza del cariño dormido entre copas de Rioja y los clarines de la plaza.

A este lado del mar, el bosque le recuerda la boñiga del último corral navarro. Este verano traerá más sangre que el menstruo de las Vestales. El cohete festivo esconde el ruido del rifle en el bosque de los robles  nostálgicos.

Era la víspera de la fiesta. El amigo no volverá, se ha ido con su impronta de esta vida de cobardes, vida sin Minotauros de verdad. Er niño de los Oak Park no volverá y este mucamo finge la sobriedad, única forma de no llorar  ante la noticia que en pocas horas cruzará la Mar Atlántico:

EL VIEJO HA CAÍDO EN SU MAR. Y Nobel no vendrá este año a San Fermines.


Textos participantes en I Certamen de Microrrelatos San Fermín (XXII)

–  La visita  –  , Miguel Andrés Castaño

      Entro corriendo para contarle que esta mañana me levanté pronto para comprar el periódico. Le digo que me encomendé al santo y que  ¡menos mal que lo hice! Después le describo cada una de esas bestias babeantes de chorrocientos kilos; hago hincapié en el miedo que dan los cuernos, esas armas naturales que evocan paisajes del infierno de un pintor surrealista.

      Comento de pasada que el suelo estaba mojado y, después, tras soltarle el catálogo de calles del recorrido, le explico que me he caído y que uno de los toros casi me aplasta, justo antes de que el asta de otro dibujara una extraña caligrafía cerca de mi oreja.

      Hago esto cada día aunque estemos en noviembre. Le cuento esa epopeya cada mañana aunque Pamplona esté a casi mil kilómetros de distancia. Le relato la misma historia que él me soltó mil y una veces cuando yo iba, de niño, a su casa a ver los toros en la tele de blanco y negro. Él se emociona con cada palabra, sonríe con cada emoción del timbre de mi voz.

      Deben entender que la mentira se hace relativa cuando cuidas a un enfermo de Alzheimer.

 

 

–  Sanfermines del 68  –  , Francisco javier Gómez

 Eran los sanfermines de  1968 y el mayo francés llenó de hippys  la ciudad  de Pamplona ; hippys de ambos sexos ávidos de gozar de un paradójico espacio dionisiaco de libertad en un pais sin ninguna. En un  camping salvaje, una oca grande,  hija de un pastor metodista de Misuri, de tanto beber en bota acabó  perdiendo su inexpugnable  virgo de cuarenta  años. Por fin no había cruzado la  mar océana en balde. Al día siguiente de aquel  mítico verano aunque con molestias varias, feliz y contenta, salía de una farmacia  con  la  pomada  para tratarse sus primeros escozores.

 

 

–  Todos juegan  –  , Maria del Puy Garcia

     Diez de julio, una del mediodía; un sol brillante y poco aire en una villavesa atestada de guiris como yo, oliendo a una mezcla de vino y mucha, mucha emoción. Decido bajarme en la próxima, porque la verdad, es mejor pasear por la calle. Y ya en la calle me voy cruzando con la jauría pamplonesa de estos días (estos días todos nos sentimos pamploneses): tipo con traje, con cara de prisa y sudor en la frente; un par de niños, de un blanco resplandeciente, riendo a carcajadas, jugando a los cabezudos; su padre, intentando que sus hijos no se le pierdan entre el gentío; anciana en silla de ruedas, llevada por su María Raquel Esmeralda, saliendo de misa de doce; otro guiri como yo, pero éste muy desorientado -no es mi caso- y con una botella en la mano, sonriendo a todo el que se cruza; chica vestida de uniforme sanferminero con el pan en la mano y las llaves -de su casa, supongo- en la otra; dos adolescentes, ella y él, demostrando a todo Pamplona cómo se quieren. Y un año más, nuestro patrón San Fermín demuestra que en sus fiestas TODOS JUEGAN.

 

 

–  Dos  –  , Renzo Franco Carnevale

Se asoma el sol entre aquellas bestias. Se tiñe incrédulo, irreal, en los ojos de ella, y sube hasta el varón. Baja él. Los toros a las calles; pañuelos rojos en la cicatriz de las piedras. Tropel en blanco y sangre. Fuego de vientos, ella.  

 

 

–  350 kilómetros para San Fermín  –  , Raquel Alonso

¿Que nos vamos de Sanfermines? ¡Que dices tío! ¿Ahora? ¿Estáis todos en el coche esperándome?Y de donde saco el traje, que para eso hay que ir arreglado. Bajo enseguida, a ver que se me ocurre.Espera que mi madre tiene pantalones blancos del hospital y el cacharro ese que se pone en la cintura ¿como se llama? ¿de dónde saco uno de esos? Voy a ver en el cuarto de mi hermana que usa de esos pañuelos largos para el cuello, tiene uno rojo, que me va a venir que ni pintado…Oye, ¿pero el pañuelo si que lo tenéis no? Menos mal. Ya estoy chicos, ¡solo nos quedan 350 km para la fiesta!

Por fin llegamos. 1 de enero, 2 febrero…. Pásame el kalimotxo…eeee,corre, corre. Qué sino todavía no estoy integrado del todo en la fiesta, 7 de julio San Fermín.

 

 

–  Amor a primera vista  –  , Sheyla Pool Pástor

Te veo jadear, secas el sudor de tu cara, otra vez corres… así, inesperadamente, me unen a ti para siempre tres gestos comunes. Ya las bestias huyen despavoridas pero lo único que yo quiero es alcanzarte. La multitud se agolpa, suda, disfruta, se olvida de todo y es tan difícil abrirse paso, amor, entre tantas emociones. Te abandonas al ardor del encierro, sangre contenida y caliente, y yo me entrego a la simple estrategia de estar a tu lado. Palabras de ánimo me alientan a seguir en frenética carrera, pero olerte o quizás rozarte es al final mi única fuerza: todas las bestias se confunden con esa bestia hambrienta que llevo dentro. Una oleada humana, imprevista, me acerca a ti. Tu cercanía se convierte en una explosión de placeres ocultos que duran instantes… una eternidad. Otra oleada humana, indiferente, te aleja de mí para siempre. Te veo por última vez recostada a una valla, sé que analizas cómo adelantarte al furor y de pronto otra vez corres, como si fuera tu primera vez para perseguir y acosar y ganar. Quisiera ser tu única presa y diversión, pero aún no me has visto y quizás ya no me verás


Conducir en Sanfermines 3

Vaya por delante que soy de los que aparca el coche el 5 de julio y no vuelve a tocarlo hasta que haga falta una vez pasadas las fiestas, salvo que exista un motivo de fuerza mayor que lo justifique. Por eso mi experiencia de transitar por Pamplona conduciendo un vehículo en Sanfermines es más que limitada. Lo que si soy es asiduo en esos días del transporte público en forma de «villavesa» y del, como reza el dicho popular, «carrico de San Fernando, un ratico a pie y otro andando».

A los conductores que no les queda otro remedio que coger el vehículo y transitar por o hacia el centro de Pamplona, se encuentran con una serie de dificultades o «trampas», algunas de ellas conocidas y otras que se presentan por sorpresa, que hacen que no les quede más remedio que armarse de paciencia y apechugar con lo que toque.

Una de las «trampas» conocidas es la Avenida de Bayona en dirección centro, ya que sus tres carriles se ven reducidos a un angosto pasillo debido principalmente a que el carril izquierdo está ocupado por vehículos aparcados legalmente puesto que esos días el Ayuntamiento lo permite  para absorber la avalancha de coches que padece Pamplona y por otro lado el carril de la derecha que se encuentra ocupado por vehículos aparcados en doble fila. Los chóferes de la «villavesa» deben sortear estas trampas varias veces mientras dura su turno.

Otros sufridores son los repartidores que tienen que internarse por el casco viejo, sin saber si se van a encontrar cuadrillas que regresan y van con el suficiente ambiente como para retenerlos hasta que tocan la bocina o peñas de salida mañanera con las que tienen que compartir la calle.

Ni que decir tiene el mérito de los conductores y miembros de los servicios sanitarios que, además de la tensión intrínseca a su propio trabajo, a veces deben lidiar con gente que no sabe entender donde empieza y termina el respeto a los que están desarrollando tan importante labor.


Encierro de la Villavesa y Movimiento 15 de julio 3

Para los lectores de fuera, me voy a permitir hacer un poco de historia de este acto fuera de programa e incluso de fechas, que supone para muchos el colofón de las fiestas.

Hace ya aproximadamente unos 25 años, se comenzó a »celebrar» el llamado encierro de la Villavesa.
Básicamente consistía en que los trasnochadores de la última noche de Sanfermines se resistían a irse para casa y a alguno de ellos se le ocurrió la peregrina idea de ponerse a correr a las 8 de la mañana del día 15 de julio, delante de la Villavesa (autobús urbano en jerga local) en la cuesta de Santo Domingo, aprovechando que la linea número 6 compartía en su trayecto el tramo inicial del encierro.
La humorada de correr delante de la Villavesa fue ganado adeptos; tantos que el Ayuntamiento decidió a los pocos años (con buen criterio creo yo) eliminar ese tramo de la línea para evitar algún atropello.
Este contratiempo fue, no obstante, solucionado por los corredores que usaron una furgoneta como toro alternativo.

Con el tiempo se fueron añadiendo más personajes como un San Fermín de carne y hueso (que además se encaja en la hornacina), municipales de pega, un réplica de Induráin con su maillot amarillo y hasta la reencarnación del mítico mono Txarli de la Taconera.
De hecho los participantes se han autobautizado con el nombre de Movimiento 15 de julio y cuentan con su propia página web.

A mi personalmente no creo que me pilléis un 15 de julio por esos parajes, porque a esas alturas no me quedan ya ni ganas ni fuerza de nada que no sea estar en el sobre durmiendo (eso, si no me toca trabajar).
De cualquier modo, si el próximo año andáis el día 15 al punto de la mañana por Santo Domingo y os queréis echar unas risas, esto es lo que podréis encontrar.

httpv://www.youtube.com/watch?v=j_h_Lg8WiZ4&feature=related