Archivo por días: 9 de febrero de 2010


Puntos de encuentro 7

Todas las cuadrillas tenemos nuestros propios templos en los que quedar. Bien sean sedes de peñas, sociedades gastronómicas, restaurantes, bares, etc., solemos ser muy de sota, caballo y rey, nos gusta mantener las tradiciones hasta en eso.

Pero esta vez me quiero referir a esos otros puntos de encuentro que no son establecimientos hosteleros. Son puntos de encuentro porque los hemos convertido en eso sin que lo fuesen previamente. Son lugares, esquinas, espacios, cruces, lo que sea, que tienen una función que desempeñar en el entramado urbanístico de la ciudad, pero hemos llegado los caprichosos sanfermineros y hemos decidido que son el mejor lugar para prender el txupinazo de la farra del día, de la noche o de ambos. Son el sitio en el que nos vamos acumulando los amigos a la espera de estar todos. Son el sitio al que si llegas el primero te pegas un buen rato con la duda -leve pero molesta- de a ver si a última hora ayer estos cabrones decidieron quedar en otro sitio. Son el check point Charlie para entrar a la juerga. Son a la vez el control de firmas y la rampita en la que arrancan los ciclistas en las contre-la-montres por equipos. Y con las incomodidades propias de un entorno que no ha sido pensado para que te dediques a eso ahí.

Son lugares de paso. Rara vez contienen infraestructura para no serlo. Nuestra presencia física en ellos va a ser limitada. Y desagradecida. nunca reparamos en lo que estos lugares nos dan y nos llevan años dando. Pasan desapercibidos para sus propios usuarios, así que imaginad cuánto pasan desapercibidos entre quienes no los usan (sin duda porque usan otros, creo que no existe la persona que pueda jactarse de no tener un punto de encuentro en algún ámbito de su vida).

En fin, siento que podría escribirse un ensayo sobre estos lugares, porque además los hay en cualquier ciudad, pueblo, barrio…

En mi vida sanferminera los ha habido, los hay, y los habrá. Cambian, les pones los cuernos, los traicionas, vuelves. A veces te los quitan. La amiga de Estafetakoa o cualquier otro. En la infancia son unos, en la adolescencia otros, y luego otros, y otros, pero siempre los hay.

Si repaso los míos es verdad que cada época tiene el suyo, cada gente tiene el suyo, y cada momento del día tiene el suyo. Los quieres por igual ya que ni siquiera eres consciente de que los quieres. Pasa como con todo. Mientras no te faltan no te das cuenta de que están ahí.

Son grandes escuchantes de hitorias, de resúmenes del día anterior, de planes para el que viene, de críticas y chismorreos a cuenta de lo que la víspera hicieron fulanito y menganita o viceversa. Se podrían contar por millones el número de colillas que han podido recibir.

Si tengo que quedarme con uno lo tengo claro. Ningún otro le llega todavía a la suela del zapato, y será difícil que algún otro lo supere. Hace mucho que no lo uso, pero ha sido nuestro punto de encuentro cada noche de sanfermines, después de los fuegos, para iniciar la juerga cuando nadie íbamos a los toros, o luego para recoger los que salíamos de los toros a los que no iban.

Es la estrella de la Vuelta del Castillo. Ni siquiera es un sitio, pero tiene hasta nombre.

¿Cuál es el vuestro?