Textos participantes en I Certamen de Microrrelatos San Fermín (XXIX) 4
– Los pitillos sin bolsillos – , Codés Morrás
Uno más. Vamos. Respiro hondo… varias veces. ¡Dios! La montaña de pantalones ya se ha tragado mis sandalias y la falda, y en breve va a devorar el bolso. Nunca los probadores tienen el tamaño necesario o simplemente adecuado. Seguramente en las tiendas con escaparates de 3 maniquíes distribuidos en 15 metros de frontal sí que saben lo que es un probador, pero aquí el concepto de espacio mínimo indispensable para estirar la pierna cuanto te metes la pernera del pantalón es algo que desconocen.
Ya. ¡Por fiiiiiiiiiiiiin! No voy a mirar la talla. ¿Esa arruga en la pierna es natural? El blanco no disimula; nada de nada. Si me agacho, a ver hasta donde baja… Uf, este no sirve para el fin de semana, no podré respirar en ningún bar. Para eso mejor el pirata, aunque sin bolsillos en Sanfermines es un problema.
Hombre, este es más abrigado para las tardes de frío en el tendido y no marca demasiado. ¿Y donde guardé la bata el año pasado…? La faja se quedó en fiestas del pueblo. Creo.
Si se los llevo hoy a mama, para el sábado le habrá cogido los bajos. Ya estamos. ‘Como todos los años’, dirá.
– Rojo blanco o rosa – , Lourdes Biurrun
El bar de Estafeta está abarrotado. A duras penas logro llegar a la barra. Llamo la atención del sudoroso camarero y pido lo de siempre. Alguien me agarra. Es una rubia que me clava sus ojos azules. Sus manos juguetean con mi pañuelo y no entiendo lo que dice. ¿Es guiri o he bebido demasiado? Imagino a mi novia en un chiringuito: “Pásalo bien aunque yo esté lejos”. Con pasarlo bien no se refería a esto, así que me deshago de la desconocida y bebo. ¿He pagado esto? La masa me arrastra al exterior. Ha amanecido. La gente me observa. No hay duda. Me miran a mí. ¿Dónde está mi cuadrilla? Miro hacia abajo y comprendo lo que pasa. Mi camiseta es rosa. La gente viste de blanco impoluto, pero yo voy de rosa. Cuchichean. Mis pantalones también son rosas. De repente la gente corre. El suelo tiembla bajo las pezuñas de 6 victorinos. Muevo las piernas tan rápido como puedo, pero la Estafeta es más larga que nunca. Siento el calor de un bufido en mi trasero.
Suena el despertador.
El pañuelo y la faja esperan junto a las camisetas. Todas son blancas.
Quedan 3 horas para el chupinazo.
– Un turista haciendo cuentas -Angela Maria Aristizabal
Mi rostro más blanco que mi traje de corredor.
La sangre se niega a correr entre mis venas.
El aire a entrar y salir por mis pulmones.
Hago cuentas con lo único de mi cuerpo que parece funcionar bien, mi instinto, y este
me dice que las revise, que revise esas putas cuentas y no me cuadran.
¿Punto de partida? Curva de la Estafeta.
¿Punto de llegada? 150 metros aproximadamente.
¿Peso corporal? 100 kilos y engordando.
¿Estado físico? Cero.
¿Velocidad de reacción? Nula.
¿Espacio de carrera entre corredores?, milímetros.
¿Taza de alcohol?, 300 por encima de la permitida.
¿Peso de los toros?, no menos de 500 kilos.
¿Largo de sus astas?,60 CMS cada una.
¿Posibilidad de cornada?, 6 toros entre 10000 corredores.
Así que no lo pensé dos veces y Salí gritando.
¡Vienen los toros!, ¡vienen los toros!
No fui el único que corrió, muchos mas me siguieron, pero fue espectacular.
Las caídas, los gritos, la emoción, el peligro.
Esos brazos que en el desespero parecían pitones y esas sombras de turistas despavoridos que simulaban toros y al fin estaba ella, si ella.
La bajada de Javier.
Sucedió 5 minutos antes del cohete, pero sucedió en Sanfermines.