Microrrelatos participantes en la PRIMERA edición del Certamen
Estos microrrelatos participaron en la PRIMERA edición del certamen.
– Confesión de una monja – , José Luis García
-Hermana, por favor, vuelva a contarme porque no entiendo nada.
– Mire madre, yo baje del autobús y siguiendo el plano que me dieron me dirigí al Convento de las
Siervas de María. Al pasar por una plaza encontré a miles de personas vestidas de blanco,
apiñadas, saludándome con un pañuelo rojo en la mano. A duras penas conseguí abrirme camino
entre aquella simpática gente hasta llegar a nuestra casa madre del Paseo de Redín. Parecían
felices. Todos cantaban y saltaban, incluso me invitaron a beber champán.
– ¡ Claro!, ¿Y después fue cuando vio los monstruos?.
– No, eso fue a la mañana siguiente. Yo iba deprisa a la Iglesia de San Juan Bautista, porque
había oído las 8 en el reloj de la catedral. De repente toda la calle se llenó de gente corriendo, casi
me arrollan, detrás unos toros pardos y más atrás otros negros. Después mas gente corriendo
con varas y periódicos.
– ¡Confiese! ¿Esto lo vio después de beber champán?
– No madre. Celebraban una fiesta, decían: ¡Gora San Fermín!. Yo lo único que hice mal fue en
bailar.
– Bendita siesta – , Rafael García
Querida Teresa: Sí, efectivamente, estás soñando, y aprovecho tu siesta para dejarte la noche
libre en otras cosas. Ya no sabemos el uno del otro desde hace años, y no te has enterado que
fallecí hace dos meses. Quiero darte un recado de parte de San Fermín y de San Saturnino, y es
que no corras este año en Pamplona, que sería fatal para ti… En general, parece que sería bueno
no correr hasta que no pierdas algo de peso… (Aunque a mí me sigues gustando igual que
siempre). No hay inconveniente en que vayas a Pamplona, pero, por favor, es importante que no
corras este año. Recibe un emocionado abrazo de tu abuela, que me ha encargado que te diga
que no compres el piso de Rentería, ya que te va a hacer falta el dinero el año que viene. Teresa
querida, nunca te he olvidado, y con tu permiso, te espero con todo mi amor, pero no tengas
ninguna prisa.
– San fermin es – , Sainz Peña
San Fermín es un reloj que cuenta los días que faltan para que el chupinazo llame a la puerta del
cielo. San Fermín es un mozo que corre con un pañuelo carmesí al cuello, metáfora de la liturgia de
la sangre que brota como una flor extraña. San Fermín es una foto ajada de Hemingway apurando
un trago. San Fermín es un traje de luces que atisba destellos sobre el callejón oscuro de la
muerte. San Fermín es la calle Estafeta, es una bota de vino que se une a la jarana, que besa en la
distancia con su hilillo rosado y se cuela entre los labios.
San Fermín huele a callejas y carreras. San Fermín preña de rojo y blanco. San Fermín protege al
mozo del pitón y la embestida; vive ebrio y bebe con chiquitos con su gente al abrigo de las
tabernas. Y el santo, entre los suyos, enarbola una bandera sin colores ni fronteras, en un paño
donde se duerme agotado mientras sueña.
Descansará al fin la fiesta, furtiva la tristeza, mientras el tiempo pasa y ese reloj seguirá
descontando los días para que las gargantas griten de nuevo, ardorosas: ¡viva San Fermín!
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