Archivo por días: 25 de junio de 2010


Otros tres finalistas más 8

Hoy viernes os presentamos otras tres obras más de entre las 20 preseleccionadas para la valoración final del jurado:

Mi momentico, por Ana Patús (Pamplona)

Siete de Julio, 10´30h. Voy caminando por la calle Zapatería, la gente que ya me conoce, me saluda: “animo jotera”. Mi corazón palpita más rápido. Llego a la plaza del Consejo, mis compañeros de la coral están ya subidos en el escenario, todo abarrotado, mas saludos, me animan cariñosamente, yo, me sigo acelerando….Se escucha cada vez más cerca a los gaiteros, llegan los Kilikis pegando de un lado a otro. Aparecen los gigantes, bailan y nos saludan majestuosamente. Representantes de peñas, labradores, hermandad de la pasión,…y nuestro morenico: San Fermín. Se hace un silencio total. Solo se oye el diapasón con las notas que marca el director: glo, glo, glo, glo….primeras, segundas, bajos y tenores. Glorioso San Fermín…., mi corazón se acelera mucho más, mi boca no tiene saliva, bebo agua, pienso que no me va a salir la voz. Siento un gusanillo que me recorre todo el cuerpo, al glorioso San Fermín…..miro a San Fermín, ¡ayúdame, dame fuerzas! …Es la jota de tu Navarra…..acabo la última estrofa y la emoción se desborda, ¡cuántas veces he llorado! Mil aplausos y vivas a San Fermín. ¡Gracias San Fermín por poderte cantar un año más!

El significado de correr, por Nicolás Medina (Santiago de Chile)

Mi abuelo llegó a Chile rozando el triste ombligo del siglo veinte. Un par de zapatos zurcidos, dos pantalones andrajosos, tres camisas y una cruz en el pecho fueron los únicos objetos que trajo de la península. Pero adentro del pecho, arraigado en dulces espinas, entre el chupinazo y la última gota de miedo surcándole la frente, traía un febril y eterno recuerdo de Pamplona. ¡Los toros!, gritaba como condenado en mis carreras escolares, ¡Los toros! ¡Imagínate a los toros tras de ti muchacho! Yo hacía caso omiso, no lo escuchaba. Escapar de un toro, bah, este viejo está demente. De todas maneras jamás perdí. Al final de cada carrera terminaba invicto, fresco y seco. Ni una gota de sudor. Pero mi abuelo nunca me felicitaba por la victoria y siempre, aplomado, me advertía: triunfaste sin esfuerzo, no sabéis lo que es correr y jamás lo sabrás hasta que escapes de los toros. Fui a San Fermín el año pasado y ahí supe que mucha razón descansa bajo su lápida enmohecida. En callejuelas estrechas dónde la sangre se hace espesa y el clamor parece azuzar a las bestias, cada zancada es la vida: así se descubre el significado de correr.

La espera, por Sagrario Loinaz (Aranjuez)

El aroma a café recién hecho inunda la habitación. La señora María, termina de planchar el pañuelo y lo deja al lado del pantalón y la camisa blanca. Seguidamente, sale al viejo balcón que da a la calle Estafeta y, apoyada en la barandilla, mira el ambiente sanferminero, mientras espera a que su hijo llegue para cambiarse de ropa y participar en el primer encierro.
Tras una impaciente espera… Comienzan a limpiar las calles… Retiran a los no aptos para correr… La alcaldesa hace su paseo… Tercer cántico a San Fermín… Suena el cohete… Pasan los mozos corriendo… El último toro entra a la plaza… ¡Final del encierro!
—Hoy no ha podido venir —se dice María a sí misma, con los ojos humedecidos y el rostro afligido.
Se retira del balcón y espera con vehemente ilusión la jornada siguiente. Y así cada día hasta el 14 que, una vez acabado el encierro, María dobla la ropa cuidadosamente y la guarda en el armario, entre nectarinas, hasta los próximos Sanfermines. Sobre el pañuelo rojo, coloca la foto de su hijo y un amarillento recorte de periódico:
´´ Un corredor muere aplastado por un toro en la curva de Estafeta´´