15 de julio 15
Montañas de ropa blanca esperando su turno de lavadora.
El pañuelo todavía colgando de una silla.
Cardenales de origen desconocido en mi piel y quemazos entre los dedos.
Cansancio, mucho cansancio, y pena, mucha pena.
Nostalgia.
Pero como el auténtico adolescente que soy, la mañana del 15 de julio he llegado a casa a las 8.30, después del encierro de la Spada. Tras cerrar la Peña, varios nos hemos acercado a la Cuesta de Santo Domingo. Hacía años que no acudía al encierro de la Villavesa y me lo he pasado como un enano. Esos cantos a un San Fermín de carne y hueso que apenas entra en la hornacina, varios corredores disgustados por haber olvidado en casa sus camisetas de colores para salir bien en la tele, abrazos entre divinos y el constante la fiesta no termina cuando dice la Barcina.
Me he reído agusto y os puedo asegurar que entre tanto cocido del Movimiento 15 de julio hay mucha menos tontería que la que abunda entre los figurines que estos días se han lucido en Estafeta, en la tele y en cuantos medios de comunicación se les hayan puesto a tiro.
En fin, que esto se ha acabado. Ojalá hayáis disfrutado.