OBRAS DEL II CERTAMEN MICRORRELATOS DE SAN FERMIN
PROTAGONISTAS – Juan Durán Velasco (Madrid, Madrid)
Concursé y no gané en San Fermín, una experiencia. Me siento bien.
“Dormí con los toros; pero no aprendí nada”.
Los toros no admitirían hablar con quién no fue ganador de ese concurso, ¿cómo van a querer hablar conmigo de igual a igual, siendo tan orgullosos y pacíficos como son?
Por eso mando a mi onírico qué sí puede, cuando esperan la llegada del día siguiente para entrar en combate, pedirles que digan lo que consideren en relación con su fiesta.
En la noche del seis al siete de Julio, los toros se vieron sorprendidos por un intruso que los interrogó sobre como se sentían al ser los protagonistas de una fiesta que los que bailaban eran otros. Miles llenos de alegría, que coreaban el momento álgido de correrlos a lo largo de las calles que acumulaban tantas historias de resultados a veces trágicos, pero que llenaron de emoción los pechos de los participantes.
No negaban, que en algunos instantes, hicieron daño aunque no estaba en su animo hacerlo, para ellos se trataba de divertir, aunque eso sí, sabiendo que era la antesala de su muerte que daban con cariño a todos los fieles seguidores que los jaleaban.
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La fiesta en un pañuelo – Pablo Roncal Los Arcos (Arre, Navarra)
El amanecer te sorprende solo, olvidado, anudado en un banco. Todos te miran al pasar, y nadie se acerca. Arrugado, sucio y trasnochado, sé que tienes mil historias que contar. Recojo tus palabras.
Días atrás, almidonado como nunca, el sol del mediodía te ve agitarte en una nube de pólvora y alegría. Y de una mano te haces rosca en el cuello, y de otra mano te cuelgas de la pechera como una medalla, orgulloso, símbolo de la Pamplona en éxtasis. Empapado de todo, vives la fiesta muy cerquita del corazón.
Por las noches, destiñes caricias del rojo que todo lo inunda. Bajito, muy bajito, oyes palabras de amor entre desconocidos. Y tapado sólo con el manto de las estrellas, te derrites entre dos cuerpos ávidos de deseo, sin dejar nada para mañana. Al alba, el miedo cosido en el cuerpo, entonas gargantas que cantan al santo. Y cuando el pavor corre desbocado por el empedrado, cierras los ojos y, a veces, sientes la muerte a tus espaldas.
Otrora icono de la fiesta, vives las horas más bajas maldiciendo tu soledad, enfilando sin remedio el ‘pobre de mí’. En mi bolsillo, lloras la despedida… pero ya falta menos. San Fermín.
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Alegría concentrada – Ruben Coiras Soto (Jerez de la Frontera, Andalucía)
Se hacía tarde para partir, abajo esperaban mis amigos con el coche, deseosos de hacer de nuevo esos kilometros para llegar a ese lugar mágico. Tras el portazo, una voz; \»Tened cuidado\», remarcaba mi madre una vez mas. Dentro del coche, ya en ruta, nos contagiabamos los unos a los otros la alegría concentrada, y broma tras broma haciamos que el viaje no pesara tanto. En esta situación siempre se repetía lo mismo, siempre hablamos de la experiencia del año anterior, de los ligues, de lo bien que comimos en aquel sitio. Era una sensación homogénea y correspondida, era la ilusión de cada año. Una ilusión que iba mas allá de un simple viaje. Son de esos momentos que no cambias por nada. Risas y diálogos que quedan forjados en cada uno de nosotros año tras año. Tuvimos esta idea hace ya unos siete años, cuando se propuso todos o casi todos dudabamos, hoy en día hasta pedimos vacaciones en el trabajo para no faltar a la cita. Digamos que dentro de cada uno de nosotros existe ese magnetismo que a principios de Julio nos lleva y nos conduce por esas calles, por esas plazas. Tan apreciadas y tan queridas.