Archivo por meses: agosto 2010


OBRAS DEL II CERTAMEN MICRORRELATOS DE SAN FERMIN

PROTAGONISTAS  – Juan Durán Velasco (Madrid, Madrid)

 Concursé y no gané en San Fermín, una experiencia. Me siento bien.
“Dormí con los toros; pero no aprendí nada”.
Los toros no admitirían hablar con quién no fue ganador de ese concurso, ¿cómo van a querer hablar conmigo de igual a igual, siendo tan orgullosos y pacíficos como son?
Por eso mando a mi onírico qué sí puede, cuando esperan la llegada del día siguiente para entrar en combate, pedirles que digan lo que consideren en relación con su fiesta.
En la noche del seis al siete de Julio, los toros se vieron sorprendidos por un intruso que los interrogó sobre como se sentían al ser los protagonistas de una fiesta que los que bailaban eran otros. Miles llenos de alegría, que coreaban el momento álgido de correrlos a lo largo de las calles que acumulaban tantas historias de resultados a veces trágicos, pero que llenaron de emoción los pechos de los participantes.
No negaban, que en algunos instantes, hicieron daño aunque no estaba en su animo hacerlo, para ellos se trataba de divertir, aunque eso sí, sabiendo que era la antesala de su muerte que daban con cariño a todos los fieles seguidores que los jaleaban.

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La fiesta en un pañuelo – Pablo Roncal Los Arcos (Arre, Navarra)

El amanecer te sorprende solo, olvidado, anudado en un banco. Todos te miran al pasar, y nadie se acerca. Arrugado, sucio y trasnochado, sé que tienes mil historias que contar. Recojo tus palabras.

Días atrás, almidonado como nunca, el sol del mediodía te ve agitarte en una nube de pólvora y alegría. Y de una mano te haces rosca en el cuello, y de otra mano te cuelgas de la pechera como una medalla, orgulloso, símbolo de la Pamplona en éxtasis. Empapado de todo, vives la fiesta muy cerquita del corazón.

Por las noches, destiñes caricias del rojo que todo lo inunda. Bajito, muy bajito, oyes palabras de amor entre desconocidos. Y tapado sólo con el manto de las estrellas, te derrites entre dos cuerpos ávidos de deseo, sin dejar nada para mañana. Al alba, el miedo cosido en el cuerpo, entonas gargantas que cantan al santo. Y cuando el pavor corre desbocado por el empedrado, cierras los ojos y, a veces, sientes la muerte a tus espaldas.

Otrora icono de la fiesta, vives las horas más bajas maldiciendo tu soledad, enfilando sin remedio el ‘pobre de mí’. En mi bolsillo, lloras la despedida… pero ya falta menos. San Fermín.

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Alegría concentrada – Ruben Coiras Soto (Jerez de la Frontera, Andalucía)

Se hacía tarde para partir, abajo esperaban mis amigos con el coche, deseosos de hacer de nuevo esos kilometros para llegar a ese lugar mágico. Tras el portazo, una voz; \»Tened cuidado\», remarcaba mi madre una vez mas. Dentro del coche, ya en ruta, nos contagiabamos los unos a los otros la alegría concentrada, y broma tras broma haciamos que el viaje no pesara tanto. En esta situación siempre se repetía lo mismo, siempre hablamos de la experiencia del año anterior, de los ligues, de lo bien que comimos en aquel sitio. Era una sensación homogénea y correspondida, era la ilusión de cada año. Una ilusión que iba mas allá de un simple viaje. Son de esos momentos que no cambias por nada. Risas y diálogos que quedan forjados en cada uno de nosotros año tras año. Tuvimos esta idea hace ya unos siete años, cuando se propuso todos o casi todos dudabamos, hoy en día hasta pedimos vacaciones en el trabajo para no faltar a la cita. Digamos que dentro de cada uno de nosotros existe ese magnetismo que a principios de Julio nos lleva y nos conduce por esas calles, por esas plazas. Tan apreciadas y tan queridas.


OBRAS DEL II CERTAMEN MICRORRELATOS DE SAN FERMIN

Tic-Tac, tic-tac…; Tic-tac, tic-tac… – Carlos Lacunza Juangarcía (Pamplona, Navarra)

7:56 de la mañana. Tic-tac, tic-tac… El tiempo parece detenerse. Javier mira una y otra vez su reloj. Tic-tac, tic-tac…¡Maldita sea! ¡Este reloj se ha parado! Tic-tac, tic-tac… Por el contrario su corazón late desbocado queriéndose abrir paso entre los botones de su camisa blanca. Tic-tac, tic-tac… Javier sólo espera que sus piernas respondan en apenas 3 minutos tan rápido como lo hace ahora mismo su órgano vital. Tic-tac, tic-tac… Aprieta el puño arrugando el periódico. Trata de aliviar tensión pagándola con el papel. Tic-tac, tic-tac… Los mozos, unos a otros, se sonrien con sonrisa fingida, tratan como pueden de ocultar su miedo, pero sus ojos les delatan, tic-tac, tic-tac… El tiempo aunque a Javier no se lo parezca, corre, vaya que si lo hace, tic-tac, tic-tac… Un último canto al santo patrón, tic-tac, tic-tac… Ya no hay vuelta atrás, tic-tac tic-tac… últimos momentos de espera, tic-tac, tic-tac… ultimos rezos en la intimidad de cada uno, tic-tac, tic-tac… una mecha encendida, tic-tac, tic-tac… un cohete al aire, tic-tac, tic-tac una explosión de polvora y adrenalina, tic-tac, tic-tac… y las puertas, tic-tac, tic-tac… que al fin se abren, tic-tac, tic-tac…

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Mis únicos Sanfermines – Abelardo Martínez García (Moncada, Valencia)

Era a finales de Junio de 1981, tras un largo trayecto en trenes al fin llegamos a Pamplona; ese año al fin vería los Sanfermines, pero no como un turista más, si no como un soldado destinado en Aizoain. El primer día de Sanfermines lo pasé en una garita del Gobierno Militar, carcomido por la envidia de no poder disfrutar de la fiesta; oyendo los gritos, la algarabía del gentío deambulando de un sitio a otro, las charangas y las procesiones de trajes blancos y pañuelos rojos, justo debajo de la garita que me tocaba cuidar; y yo sin poder abandonar el fusil, sin poder mezclarme entre las gentes y empaparme de la fiesta y de la magia de Pamplona.

Al tercer día pude salir, de paisano claro está, chateé por los bares de la calle estafeta, mezclado entre la gente, como cualquier otro turista o vecino de Pamplona; bebí, canté, bailé y reí; me mezclé entre las charangas, hice amigos y me sentí como en casa, nunca mejor dicho. Ya no recuerdo mucho más, tan solo el despertarme en el calabozo del cuartel; según me contaron volví de madrugada cantando ¡Viva San Fermín! algo indispuesto, pero feliz, muy feliz

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La lucha contra el mundo – Francisco Cerda Moya (Santa Cruz de Tenerife, Canarias)

 Muchas veces la gente me para y me dice que parezco un idiota, que salir a la calle y participar en un encierro es una tontería. Para mi ellos se equivocan, o más bien no comparten mis ideales. Es una sensación extraña estar en un encierro. No se muy bien como decirlo, pero es como enfrentarse a todos los males de mi vida, es cierto que huyo del toro, animal fuerte como el que más, pero el ser capaz de dejar atrás a la bestia, es para mi como ser capaz de dejar atrás todos mis problemas, y ser libre.

Llego a la fiesta muy temprano, esperando a que tiren el chupinazo, hoy es un gran día, hoy me enfrento al mundo.


OBRAS DEL II CERTAMEN MICRORRELATOS DE SAN FERMIN

Esperando está la plaza – Sonia González Rúa (Bilbao, Euskadi)

 De rojo tiñen tus calles fajines y pañuelos,
rojo de vino tinto, de chistorra y ajoarriero.
Culturas de otros mundos, de otras razas y otros pueblos,
en tus plazas se aúnan juntos para festejar al santo moreno.
Los brazos enternecidos de esta madre pamplonesa
acogen en su seno chico a hijos de otras tierras.
Ya se acerca la hora grande, del encierro resuenan ecos,
Pies y patas expectantes, el aire llenarán de truenos.
Tres cantos el alba rasgan, mil voces en un solo grito,
silencio roto por manos con dagas de papel escrito.
A tu imagen se encomiendan y ante tu hornacina rezan,
para que las calles no se bañen con el rojo de sus venas.
Desde Santo Domingo seis astados, a la llamada de la pólvora,
sembrarán los empedrados de carreras a la aurora.
Mansos cabestros les guían cencerreando sus gargantas,
protegiendo la manada de ilusiones malogradas.
Por Mercaderes asoman pastoreando a los mozos,
barriendo los últimos bueyes a los toros perezosos.
Desde Estafeta a Telefónica ruge el mar bravío
rompen en las piedras navarras olas de toro y gentío.
En el coso las miradas en puerta y cielo esperando
que San Fermín no deje hoy ninguna madre llorando

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Y VUELTA A EMPEZAR… POR FIN – MARIA IRANZU PUEYO URROZ (Jerez de la Frontera, Andalucía)

1 de Enero, 2 de Febrero, 3 de Marzo, 4 de Abril, 5 de Mayo, 6 de Junio, 7 de Julio…

Por fin… 11:50… Plaza del Ayuntamiento… todo un año esperando para…. de nuevo apretarnos unos con a otros, calor, empujones, no se puede respirar, bolas gigantes de un lado para otro por encima todos (¿de dónde han salido?) cubos de agua desde los balcones… ummmm que fresquico, ¿dónde está mi cuadrilla? ¿cómo he llagado hasta aquí si estaba en la otra punta de la plaza?, aagghhh ¿qué es esto? ¡¡ah, harina!!…. ¡qué pegajosa me estoy poniendo!…… pañuelos en alto agarrados con ambas manos formando una alfombra roja en espera del… “Pamploneses, Pamplonesas, ¡¡VIVA SANFERMIN!!”… Y el ssssssssshhhhhhhhh pum.

El rojo y el blanco juntos… pañuelicos al cuello, saltos, alegría, más empujones, bebida para adentro para celebrarlo, bebida por fuera para celebrarlo (y de paso me lavo un poquico…).

Parece que nos ha tocado la lotería a todos, abrazos, besos..¿quién es éste?, da igual…

Por fin a empezado de nuevo y durante 9 días ¡viva el rojo, viva el blanco, los zapatos cómodos y… una chaquetica (por si refresca…que nunca sobra)!.

¡¡Aupa la lejía!!

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En la curva de la Estafeta – RAMÓN ZARRAGOITIA MEZO (Plentzia, Euskadi)

 Jeremy no puede moverse ni recordar. Está tumbado en la curva de Estafeta bajo una inmensa barrera gravada con la imagen de San Fermín. Mira hacia Mercaderes. “Oh, God”, suspira. Teme apurar sus últimos instantes en este mundo. De entre la multitud que se aproxima enfebrecida escoge al cabeza de manada: seiscientos kilos, ojos desorbitados, astifino, espuma por los ollares. “The Killer”, piensa el joven de Newcastle. Daisy lo convenció para viajar a Pamplona. Hemingway, Fiesta, vino… y los malditos TOROS. “You, Bitch!”, le dedica. Comienza a asumir que morirá pasadas las ocho de la mañana de este nueve de julio. Solo. Corneado contra el pavimento. “Why me?”, se lamenta. Toca encarar el triste final. Jerry se recuesta dignamente a los pies del Patrón y dice adiós a todos y a todo… Pero una soga cae de pronto desde un balcón. Dos ángeles con pañuelico le hacen señas para que se aferre; ellos lo sacarán del apuro. Jeremy apenas puede creerlo. Ha oído hablar de la otra cara de Sanfermines: la de la Solidaridad. Ahora comprende. No se lo piensa demasiado; tampoco queda tiempo. Atrapa con ansia la cuerda de vida y aprovecha su segunda oportunidad.


OBRAS DEL II CERTAMEN MICRORRELATOS DE SAN FERMIN

POR EL PADRE KINDIN, GORA SAN FERMÍN – MARIA DEL MAR RUIZ FERNANDEZ (Sevilla, Andalucía)

Desde pequeño Dembo había oído hablar al Padre Kindin de los Sanfermines. Salió de Ba Kunde en Gambia, llevando en su maleta de tela el traje pamplonico del misionero. Un viaje largo, duro…que mereció la pena. Pamplona, allí estaba el. Dembo tan negro y tan de blanco, cantando antes del encierro -\»A San Fermín pedimos por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro dándonos su bendición. Entzun, arren, San Fermin zu zaitugu patroi, zuzendu gure oinak entzierro hontan otoi. Viva San Fermín! Viva! Gora San Fermin! Gora!\»- El txupinazo. La adrenalina corriendo por sus venas. Todo transcurría muy rápido. Su primer encierro. Una forma diferente de pasar a la madurez, de hacerse hombre en esta tribu.
Por un momento lo sintió. El aliento le rozaba la piel, los pitones amenazaban con engarzarlo, el sudor empezó a brotar con mayor intensidad y sus pulsaciones ya no eran de la carrera en si, sino del peligro que le acechaba a sus espaldas.- Morir haciendo su sueño realidad- pensó. Sólo fue un instante, otro corredor le golpeó afortunadamente sacándolo de la trayectoria del toro. Dembo siguió corriendo, llegó a la plaza y grito – Por el Padre Kindin! Gora San Fermín! Gora!

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Flight cancelled – Javier Llorente Yoldi (Pamplona, Navarra)

 Thomas Lindqvist estaba desquiciado. Llevaba un día entero en el aeropuerto de Estocolmo y no sabía si su avión partiría finalmente hacia España. El volcán Eyjafjalla estaba haciendo otra de las suyas. Ya tenía todo atado. Su viaje Madrid-Pamplona, el abono de los toros como socio de la peña ‘Los Suecos’, la faja, el pañuelico, las alpargatas… Incluso había acudido a la terminal vestido de blanco y con una txapela roja. El letrero electrónico le confirmó sus peores augurios: el avión no iba a despegar. Thomas no se rindió. No quería perderse el mejor momento del año. Llamó a los demás socios de la peña, compraron varias botellas de champán en el ‘duty free’ y, en el aparcamiento del aeropuerto, y con sus ojos puestos en un ordenador conectado por wifi a Internet, gritaron “¡Viva San Fermín!” a la vez que se anudaban los pañuelos rojos, saltaban, festejaban y se regaban con el cava. Otros pasajeros, los empleados del aeropuerto y varias azafatas se unieron a la fiesta. Montaron tal revuelo en la terminal que una televisión local les grabó y transmitió sus imágenes a medio mundo. Thomas Lindqvist no sabía que acababa de inaugurar el primer txupinazo de Estocolmo.

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¿Te gusta bailar? – Javier Muñoz Fernandez (Mutilva Alta, Navarra)

 Sus pasos eran torpes, pero ellos parecían flotar en otra parte. Quiero decir que estaban y no estaban allí. O estaban allí y en otro espacio, en otra vida. Él apoyaba la barbilla sobre su hombro, apenas rozándolo. Ella cerraba los ojos con fuerza. Él tenía el cabello blanco y encrespado; ella, todo recogido en un moño plateado y redondo. Él, de rostro enjuto; ella, queriendo sonreír o llorar, o las dos cosas. Ninguno de los dos iba de blanco; ninguno de los dos llevaba pañuelo: Él, camisa a cuadros y jersey azul marino; pantalones de tergal, zapatos negros de verano. Ella, vestido verde hasta las rodillas, chaqueta negra sobre los hombros, las piernas al aire y unas zapatillas rojas de andar por casa.
Ahora, él miraba al frente, flaquito; los ojos le brillaban a través de las gafas. Ella se sumía en algún lugar con los párpados cerrados: no los abriría jamás.
¿Te acuerdas?
Allí estaban, ahora, hace sesenta años. Hacía calor y eran las nueve casi. Un joven apuesto, una linda muchacha. Allí estaban mirándose apenas, de rojo y blanco; Él, cogiéndola de la mano y ella, dejándose hacer mientras cerraba los ojos:
¿Te gusta bailar?


OBRAS DEL II CERTAMEN MICRORRELATOS DE SAN FERMIN 4

El novato – Fernando de Morais Castro Santos (Valencia; Valencia)

 Esa noche no había dormido. Aquellos eran los primeros Sanfermines en los que iba a participar. Ahí estaba yo, esperando a que asomase la manada. El reloj dio las 8 y pude ver a los animales, mirando amenazantes. Me quedé inmóvil, sintiendo el corazón saliendo de mi pecho. Alguien me agarró del brazo y me gritó: \»¡corre pasmado, que te cogen!\». Reaccioné inmediatamente y salí detrás de él. Corrí como alma que lleva el diablo, adelantando y esquivando a los más rezagados. Llegaba al final de Mercaderes cuando sentí que un cabestro se avalanzaba sobre mí. Con reflejos felinos lo esquivé metiéndome al interior, mientras el animal tropezaba y caía del lado contrario. Sin perder tiempo, aceleré el ritmo en dirección a la Plaza de Toros. Tal era mi ansia por llegar que no me fijé en la gente que nos aplaudía y fotografiaba. Llegué a la plaza y me detuve a ver llegar a mis perseguidores. Solo habían pasado 4 minutos, pero para mí había sido toda una vida. Me giré y a mi lado reconocí a mi acompañante: \»¿Mañana a la misma hora?\». Mis labios se curvaron en una pícara sonrisa y sin dudarlo contesté: \»Por supuesto\».

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RIAU-RIAU – ÁNGELA PIEDRAS YEGROS (Madrid, Madrid)

Intentando superar un largo período de bloqueo creativo, me lancé a la carretera con Fiesta bajo el brazo y el deseo de imitar el recorrido aventurero-literario de su autor.
Me recibió el estrepitoso sonido de cohetes, tambores y comparsas que acompañaban al santo, al que llevaban a cuestas en procesión.
Ataviado con camisa blanca y pañoleta roja al cuello, me uní a la multitud que inauguraba, loca de contento, la fiesta grande de su ciudad. Y, desde el Ayuntamiento, una voz solemne:
“Pamploneses, pamplonesas, ¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!”
Las calles engalanadas cedían el protagonismo a charangas y pasodobles, para sacar a bailar a jóvenes y mayores, con tanta soltura que no derramaban el vaso de vino.
Me encontraba distraído en las danzas, cuando pasó a mi lado un cortejo de gigantes y cabezudos, representando las razas del mundo, mientras los kilikis perseguían a los niños en ruidosa algarabía.
Por fin llega el momento del encierro: situado junto a otros valientes, nos disponemos a correr 849 metros de calles adoquinadas ante los toros.
Emoción.
Cinco, tres, uno: “A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro dándonos su bendición. ¡Viva San Fermín! ¡Viva!”

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De la mano de un Gigante – Raúl Lasa Calle (Pamplona, Navarra)

 De la mano de un Gigante; Las figuras danzaban al son de los gaiteros. La Reina africana flirteaba con el Rey europeo; el Rey asiático invitaba a bailar a la Reina americana; y la Reina europea, celosa de su marido, ponía ojitos al barbudo Rey africano. A dos metros de sus cabezas, Caravinagre la emprendía con una niña de coletas que se escondía tras la pierna de su abuelo y Napoleón guiaba a sus compañeros tras un grupo de mocosos rebeldes. Era el día 14 al mediodía. Un año más, después de siglo y medio, los Gigantes y su séquito de Zaldikos y Kilikis iban a ocultarse otra vez tras las puertas de su flamante hogar, estrenado hace menos de tres años. El espectáculo llegaba a su fin. Miguelito lo observaba todo desde su silleta y pensó que era su momento. Se bajó de su silla, corrió todo lo que le permitieron sus cortas piernas y alcanzó su objetivo. Se echó la mano a la boca, tiró de la cadenita y colgó su chupete en la mano del Rey europeo cuando éste paró para descansar. Luego, con una mirada traviesa, miró a su papi, orgulloso de haber sido capaz él solito de quitarse el ‘tete’.