OBRAS DEL II CERTAMEN MICRORRELATOS SAN FERMIN 4
Tras la barra de un bar – Mertxe Labrador Otamendi (Pamplona, Navarra)
Noches de alegría, bullicio, color, desinhibición…durante nueve días. Días explosivos, para mí, tras la barra de un bar. Bar infestado de seres de blanco y rojo bailando, cantando , cortejando…, donde mi nostálgica mirada se ubica en cada mozo y moza presente aquí .Aquí evoco esos Sanfermines que saboreé, celebré y compartí. Compartí con aquel hombre que, durante meses, he sufrido una turbulenta separación. Separación que me obliga a trabajar en estas fiestas para sobrevivir. Sobrevivir económica y moralmente. Moralmente intentaré alimentarme del disfrute, del diálogo, de la cordialidad que fluyen de las dispares gentes que visitan éste y demás bares de mi gloriosa ciudad .Ciudad enfundada del colorido y estruendo de los fuegos artificiales. Artificiales pregoneros de la nocturna y jovial fiesta. Fiesta que prosigue con las matinales dianas , los restauradores “caldicos”, los ansiados encierros, los “Mañueteros” churros , la procesión del “Morenico”, los gigantes y cabezudos, el “Estafetero” aperitivo, las exhibiciones rurales, las particulares corridas , la salida de las peñas, la cena de las cuadrillas, las barracas… y la diversa música que ameniza plazas y parques de esta multicultural ciudad. Ciudad que recorreré camino a casa después de nueve noches tras la barra este bar.
Pura adrenalina – David Martínez Abárzuza (Pamplona, Navarra)
Pablo se ha despertado nervioso, sólo desayuna dos galletas aunque la leche le sabe muy dulce. Su madre le viste el cuello con el pañuelico pero hoy no protesta, el nudo que tiene en el estómago es infinitamente mayor que el que adorna su garganta. Antes de salir a la calle Pablo se calza sus zapatillas de velcro de Spiderman, sabe que hoy más que nunca serán sus fieles compañeras.
El pequeño aguarda en lo alto de Chapitela dirigiendo su mirada ansiosa hacia una Plaza del Castillo abarrotada, pero su corta estatura no le permite ver más allá de un ir y venir de rojo y blanco. La espera empieza a ser agobiante por el incómodo olor que se desprende desde abajo. Huele a San Fermín.
De repente se escucha una leve melodía de txistu y gaitas, la adrenalina y la cabeza de Pablo empiezan a ascender y a lo lejos ve cómo la figura de su majestad europea se alza entre la multitud. Le tiemblan las piernas, le sudan las manos, \»ya están aquí\» piensa él. Un año esperando y por fin llega el momento; Caravinagre a la izquierda, Zaldiko a la derecha, ¡corre Pablo corre!
MORIR DOS VECES PARA DESCANSAR – Nicolas Esposito Chedel (San Sebastian, Euskadi)
El sol se desvanecía sobre la monumental, un público inconcluso comenzaba a pitar, y el que por la mañana empitonara desfallecía con la estocada final. Fue el fulgor el que apaciguó a la más primitiva de las simbiosis, porque uno no es sin el otro y por tal motivo en la fiesta murió el hombre y murió el toro.
Apolodoro propuso en su biblioteca mitológica que Teseo acabó con el Minotauro, pero olvidó que mató a la mitad toro dejando desamparada a la mitad humana. Los dividió en el espacio pero no pudo en el tiempo. Tiempo que es purgatorio cuando es indefinible.
Miles de años pasaron y advino la oportunidad. El habitante del laberinto estipuló esta vez el desenlace, y exigió de este modo al destino: ‹‹Historiarás que al Minotauro como a Cappuccino lo distinguirán, como a Daniel Jimeno a Asterión recordarán, y como a David Fandila a Teseo perpetuarán. Igual que en Cnosos, salvo que esta vez a mi mitad humana yo mismo suicidaré. Mi mitad toro esperará a que Teseo como bestia, me vuelva a sacrificar. Sólo entonces podré marcharme, amigo destino; para que los que hemos sido uno en la fatídica curva pamplonesa, podamos descansar.››