Archivo por días: 25 de agosto de 2010


OBRAS DEL II CERTAMEN MICRORRELATOS DE SAN FERMIN 4

El novato – Fernando de Morais Castro Santos (Valencia; Valencia)

 Esa noche no había dormido. Aquellos eran los primeros Sanfermines en los que iba a participar. Ahí estaba yo, esperando a que asomase la manada. El reloj dio las 8 y pude ver a los animales, mirando amenazantes. Me quedé inmóvil, sintiendo el corazón saliendo de mi pecho. Alguien me agarró del brazo y me gritó: \»¡corre pasmado, que te cogen!\». Reaccioné inmediatamente y salí detrás de él. Corrí como alma que lleva el diablo, adelantando y esquivando a los más rezagados. Llegaba al final de Mercaderes cuando sentí que un cabestro se avalanzaba sobre mí. Con reflejos felinos lo esquivé metiéndome al interior, mientras el animal tropezaba y caía del lado contrario. Sin perder tiempo, aceleré el ritmo en dirección a la Plaza de Toros. Tal era mi ansia por llegar que no me fijé en la gente que nos aplaudía y fotografiaba. Llegué a la plaza y me detuve a ver llegar a mis perseguidores. Solo habían pasado 4 minutos, pero para mí había sido toda una vida. Me giré y a mi lado reconocí a mi acompañante: \»¿Mañana a la misma hora?\». Mis labios se curvaron en una pícara sonrisa y sin dudarlo contesté: \»Por supuesto\».

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RIAU-RIAU – ÁNGELA PIEDRAS YEGROS (Madrid, Madrid)

Intentando superar un largo período de bloqueo creativo, me lancé a la carretera con Fiesta bajo el brazo y el deseo de imitar el recorrido aventurero-literario de su autor.
Me recibió el estrepitoso sonido de cohetes, tambores y comparsas que acompañaban al santo, al que llevaban a cuestas en procesión.
Ataviado con camisa blanca y pañoleta roja al cuello, me uní a la multitud que inauguraba, loca de contento, la fiesta grande de su ciudad. Y, desde el Ayuntamiento, una voz solemne:
“Pamploneses, pamplonesas, ¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!”
Las calles engalanadas cedían el protagonismo a charangas y pasodobles, para sacar a bailar a jóvenes y mayores, con tanta soltura que no derramaban el vaso de vino.
Me encontraba distraído en las danzas, cuando pasó a mi lado un cortejo de gigantes y cabezudos, representando las razas del mundo, mientras los kilikis perseguían a los niños en ruidosa algarabía.
Por fin llega el momento del encierro: situado junto a otros valientes, nos disponemos a correr 849 metros de calles adoquinadas ante los toros.
Emoción.
Cinco, tres, uno: “A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro dándonos su bendición. ¡Viva San Fermín! ¡Viva!”

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De la mano de un Gigante – Raúl Lasa Calle (Pamplona, Navarra)

 De la mano de un Gigante; Las figuras danzaban al son de los gaiteros. La Reina africana flirteaba con el Rey europeo; el Rey asiático invitaba a bailar a la Reina americana; y la Reina europea, celosa de su marido, ponía ojitos al barbudo Rey africano. A dos metros de sus cabezas, Caravinagre la emprendía con una niña de coletas que se escondía tras la pierna de su abuelo y Napoleón guiaba a sus compañeros tras un grupo de mocosos rebeldes. Era el día 14 al mediodía. Un año más, después de siglo y medio, los Gigantes y su séquito de Zaldikos y Kilikis iban a ocultarse otra vez tras las puertas de su flamante hogar, estrenado hace menos de tres años. El espectáculo llegaba a su fin. Miguelito lo observaba todo desde su silleta y pensó que era su momento. Se bajó de su silla, corrió todo lo que le permitieron sus cortas piernas y alcanzó su objetivo. Se echó la mano a la boca, tiró de la cadenita y colgó su chupete en la mano del Rey europeo cuando éste paró para descansar. Luego, con una mirada traviesa, miró a su papi, orgulloso de haber sido capaz él solito de quitarse el ‘tete’.