Archivo por meses: enero 2011


Microrrelatos del II Certamen internacional de Microrrelatos de San Fermín

La carrera – Jose María Paños Pascual (Barcelona, Cataluña)

Sabes que todo depende de ti. Aunque miles de piernas se crucen en tu camino, eres tú y él. En noble lucha, tú con tus manos desnudas y él con los pitones por lanzas. Solo tus piernas pueden decidir el desenlace. El más rápido ganará. Corres con tensión, con adrenalina, histérico porque crees que vas demasiado lento. La plaza se te antoja lejos, muy lejos y ayer estaba cerca tan cerca cuando paseabas sin prisas.
Cuerpos que caen a tu alrededor, gritos de angustia, polvo, sudor resbalándote por la cara, el miedo atenazando tus músculos. Pero sigues, debes llegar.
Entonces lo percibes a tu espalda. Toneladas de carne brava lanzadas a cien por hora, la cabeza gacha, los pitones en alerta, buscando presas fáciles.Lo tienes a tocar, seguro. Debes decidir, en milésimas de segundo, no puedes vacilar.
Miras atrás. ¡Dios!, es enorme, y viene directo hacia ti, no puedes ganarlo, te va a arrollar y entonces oyes un grito:
-¡A la izquierda, chaval, a la izquierda, joder!-
Y haces caso, te apartas. Aquella bestia pasa lanzada, pero se olvida de ti. Miras aquel hombre. Un corredor veterano. Te saluda. Devuelves el saludo agradecido. Pero, ¡volverás!

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Bajo el sol de julio – Jesús Andrés Pico Rebollo (Sabadell, Cataluña)

Bajo el sol de julio, el mismo sol que en la mañana se alzó sobre montes sin verdor, deslizándose luego por extraños árboles deshojados, para caer -con todo el ímpetu de este cuarto verano tan distinto a los anteriores- lustrando pieles y alejando sueños, al recinto de los corrales. Ese sol invitando a desperezarse, amagar embestidas y estirar extremidades en el recinto que sustituyó al estrecho y asfixiante cajón donde confinaron bruscamente ilusiones y bravura, quebrando el mundo feliz de la dehesa. Ese sol que vio ascender por el aire despierto la tibia estela de humo blanco tras el chupinazo a cuyo resonante mandato se abrieron las puertas y la inquieta manada enfiló la cuesta de Santo Domingo con el griterío blanco y rojo abriéndose a su paso, envolviéndola como un Jordán festivo, mientras las astas apuntaban a un incierto destino. El mismo sol que doró, premonitorio, la arena del redondel entre ascender de gritos y ondear de capotes para desaparecer por un breve instante y reaparecer de nuevo en este encierro donde ahora brilla alto y desafiante, clavándose como un rejón de luz sobre los lomos…
Bajo este sol de julio espero la libertad o la muerte.

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Momenticos Sanfermineros – José Antonio Fernández Senovilla (Pamplona, Navarra)

Llegó al fin la mañana soñada
en casa preparamos la ropa
ropa blanca y roja para la jornada.

Seis de Julio amanece discreto
un tibio bullicio ronda en el asfalto
vamos todos de blanco aún sin pañuelo
es el trasnochado encuentro con lo deseado.

La plaza está llena, petada por la fiesta
estruendo marca este momento
casi sin aliento, anudo mi pañuelo
es el desenfreno que cada año me atrapa.

Esclavo libre de tan bello tormento
en la calle vivo, convivo y habito
con vino, toros, encierros y fuego.

Pobre de mí, llega todo a su final
esta noche es la despedida
gozada, apasionada, sí, esperada.

Suelto mi pañuelo con tristeza,
del cuello, cantando sin lamento,
hoy volverán a emerger los sueños
anunciando que pronto la fiesta volverá.

Quedan en la profundidad de mis retinas
cabezones bailando y bebiendo vino,
fuegos artificiales comiendo bocadillos
noches eternas de música charanguera.

Hoy lo relato de nuevo siendo viejo
viejo este cuento, la Fiesta es Historia
historia eterna de un Sanferminero.


Gayfermines 9

Los Sanfermines han sido siempre, sabido es, una fiesta con protagonismo esencialmente masculino y, desgraciadamente, con cierto tufillo machista. Las cosas van cambiando pero, durante décadas, ha sido el hombre el que ha salido a divertirse y ha sido la mujer la que se ha quedado en casa, lavando, cocinando y cuidando de los txikis. Afortunadamente, como digo, la mujer va compartiendo esas cargas con el hombre y se incorpora en pie de igualdad a la fiesta, a la juerga en la calle, a las Peñas e, incluso, al Encierro.

Pero queda aún otro lastre en nuestra fiesta que, aunque ya ha superado esa vieja misoginia, sí mantiene en cambio dosis abundantes de homofobia.

Ya han pasado muchos años desde que, en un concierto en un club deportivo de Pamplona, varios mozos muy simpáticos arrojaron a la piscina a los bailarines de una cantante famosa a los gritos de maricones, maricones. Al parecer sus mallas y su forma de bailar no les parecieron tan simpáticas a estos chicarrones. Boicot parecido sufrieron Los Pecos en los años 70.

Más reciente y mucho más grave es la agresión que sufrió una cantante local por ir por la calle agarrada a otra chica, me importa un bledo si era amiga, amante, prima o cuñada. En esta ocasión los machotes zumbaron a ambas mujeres al grito de bolleras y tortilleras.

Viene esto al hilo de una conversación que mantuve en Navidades con un amigo al que le gustan más los hombres que a mí el patxaran. Sostiene que en Sanfermines hace lo que todos, comer, cocerse y disfrutar y que, si bien no sale con la intención de ligar porque dice que no le da tiempo, tiene miedo a que si algún día tiene oportunidad, una cuadrilla le sacuda por maricón. Me parece increíble que esto ocurra en la Pamplona del siglo XXI.

Así que animo a mi amigo a que siga disfrutando de su vida y de los Sanfermines con libertad.

Por cierto, recomienda a los chicos que visiten el Alakarga (Monasterio de Azuelo) y el Nicolette (Tejería) y a las chicas el Aldapa y La Pulga, ambos en la esquina de la calle El Carmen con la calle Aldapa.


El dilema. El desenlace. 2

Era su primer trabajo, las apariencias cuentan, quería mantenerlo… sin duda, ya que iba a ser el año de faltar al txupinazo, tampoco pasaba nada por no ir de blanco y rojo a trabajar, y menos en una zona alejada del epicentro de la fiesta. Eso sí, el pañuelo bien arrugaíllo en el bolsillo por si las circunstancias se daban de cara. ¿De verdad alguien había confiado en la machada del amigo de Sanferman?

Pues bien, cuál fue el soponcio que le dio al amigo de Sanferman cuando entró por la puerta del trabajo y comprobó horrorizado que todo el mundo allí vestía el traje de pamplonica, sin excepción.

Quiso que la tierra se lo tragara, y tuvo que soportar las chanzas de los compañeros. Allí mismo, como si de un vestuario rojillo se tratara, hizo un conjuro consigo mismo, y decidió que NUNCA MAIS volvería a ocurrirle lo mismo. Ya no trabaja allí, y desde entonces siempre va de blanco el día 6, pese a quien pese. Y, ¿sabéis qué?, mi amigo me dice que nunca le ha pesado a nadie.


El dilema 7

A finales del siglo pasado, un amigo de Sanferman encontró su primer trabajo. La alegría fue imaginable. Y encima de lo suyo. Una oficina situada en un piso cualquiera de una calle cualquiera de un moderno barrio de Pamplona.

¡Su primer sueldo! Casi totalmente biengastado en invitaciones a amigos y familia… y en una discreta renovación de su fondo de armario. Las camisetas de manga corta y las camisas de cuadros, estilo leñador, no son lo más apropiado para presentarse ante jefes, compañeros y clientes.

El amigo de Sanferman aprendía rápido, y los días se le hacían cortos. El tiempo pasaba rápido, y el verano se echaba encima. No había tenido valor hasta última hora de preguntar qué pasaba en Sanfermines. Recibió como un jarro de agua fría la noticia de que en el mes de julio era imposible hacer vacaciones. Ser el último mono es lo que tiene, último en entrar, último en elegir fechas.

El amigo de Sanferman, resignado, se levantó taciturno el día 6 de julio. Como cada año, lo primero que hizo fue asomarse a la ventana. Y como cada año, apostó a que no se movería de ahí hasta ver al primer pamplonica vestido de pamplonica. Era muy pronto, y tuvo que aguantar más que otros años.

Se dio la vuelta hacia el armario, y de pronto se quedó bloqueado. ¡Hostias! Y ahora… ¿qué me pongo?

No había caído. ¿Sería apropiado presentarse en el despacho de blanco y rojo, playeras en ristre? No lo parecía.

La autoridad de su casa -su madre- consideraba descabellado el sólo hecho de pensarlo. Y ahí estaba el amigo de Sanferman, debatiéndose entre el uniforme del 6 de julio y un conjunto de camisa, jersey y pantalón de tonos verdosos francamente olvidable.

ATENCIÓN PREGUNTA:

¿Qué hizo finalmente el amigo de Sanferman?

¿Qué creéis que hizo? ¿Qué hubierais hecho vosotros?

Si te pasas de nuevo por el blog a partir de las 3 de la tarde, conocerás la decisión que tomó el amigo de Sanferman, y las consecuencias que se derivaron.

Mientras tanto, se admiten apuestas… ¡hagan juego señores!