Archivo por días: 26 de enero de 2011


El dilema. El desenlace. 2

Era su primer trabajo, las apariencias cuentan, quería mantenerlo… sin duda, ya que iba a ser el año de faltar al txupinazo, tampoco pasaba nada por no ir de blanco y rojo a trabajar, y menos en una zona alejada del epicentro de la fiesta. Eso sí, el pañuelo bien arrugaíllo en el bolsillo por si las circunstancias se daban de cara. ¿De verdad alguien había confiado en la machada del amigo de Sanferman?

Pues bien, cuál fue el soponcio que le dio al amigo de Sanferman cuando entró por la puerta del trabajo y comprobó horrorizado que todo el mundo allí vestía el traje de pamplonica, sin excepción.

Quiso que la tierra se lo tragara, y tuvo que soportar las chanzas de los compañeros. Allí mismo, como si de un vestuario rojillo se tratara, hizo un conjuro consigo mismo, y decidió que NUNCA MAIS volvería a ocurrirle lo mismo. Ya no trabaja allí, y desde entonces siempre va de blanco el día 6, pese a quien pese. Y, ¿sabéis qué?, mi amigo me dice que nunca le ha pesado a nadie.


El dilema 7

A finales del siglo pasado, un amigo de Sanferman encontró su primer trabajo. La alegría fue imaginable. Y encima de lo suyo. Una oficina situada en un piso cualquiera de una calle cualquiera de un moderno barrio de Pamplona.

¡Su primer sueldo! Casi totalmente biengastado en invitaciones a amigos y familia… y en una discreta renovación de su fondo de armario. Las camisetas de manga corta y las camisas de cuadros, estilo leñador, no son lo más apropiado para presentarse ante jefes, compañeros y clientes.

El amigo de Sanferman aprendía rápido, y los días se le hacían cortos. El tiempo pasaba rápido, y el verano se echaba encima. No había tenido valor hasta última hora de preguntar qué pasaba en Sanfermines. Recibió como un jarro de agua fría la noticia de que en el mes de julio era imposible hacer vacaciones. Ser el último mono es lo que tiene, último en entrar, último en elegir fechas.

El amigo de Sanferman, resignado, se levantó taciturno el día 6 de julio. Como cada año, lo primero que hizo fue asomarse a la ventana. Y como cada año, apostó a que no se movería de ahí hasta ver al primer pamplonica vestido de pamplonica. Era muy pronto, y tuvo que aguantar más que otros años.

Se dio la vuelta hacia el armario, y de pronto se quedó bloqueado. ¡Hostias! Y ahora… ¿qué me pongo?

No había caído. ¿Sería apropiado presentarse en el despacho de blanco y rojo, playeras en ristre? No lo parecía.

La autoridad de su casa -su madre- consideraba descabellado el sólo hecho de pensarlo. Y ahí estaba el amigo de Sanferman, debatiéndose entre el uniforme del 6 de julio y un conjunto de camisa, jersey y pantalón de tonos verdosos francamente olvidable.

ATENCIÓN PREGUNTA:

¿Qué hizo finalmente el amigo de Sanferman?

¿Qué creéis que hizo? ¿Qué hubierais hecho vosotros?

Si te pasas de nuevo por el blog a partir de las 3 de la tarde, conocerás la decisión que tomó el amigo de Sanferman, y las consecuencias que se derivaron.

Mientras tanto, se admiten apuestas… ¡hagan juego señores!