La calzoncillada 3
En Sanfermines la pauta la marca el programa oficial, el programa no oficial, los actos fuera de programa, lo que le apetezca a uno y a partir de determinadas edades, con prevalencia sobre todos ellos, lo que mande la señora o el señor de cada cual.
Uno de esos actos fue de tan efímera existencia, que no tuvo reflejo escrito ni en los tres volúmenes de J.J. Arazuri, ni en el magnífico recopilatorio «Los sanfermines de nuestras vidas» de Murillo y Rubio. Se trata de «La calzoncillada». Uno cree haber leído in situ una reseña del evento en el extinto «Navarra Hoy» de comienzos de los noventa.
Aunque lo de echar una carrera en gayumbos fuera cosa de adolescentes, a alguien se le ocurrió ponerle fecha y hora. Siempre hablando de memoria, la carrera la organizaba algún tipo de sociedad ludofestiva, de madrugada y en los alrededores de la calle Campana. La falta de más datos ejemplifica que la quedada atlético calzonil no tuvo mayor predicamento.
En estos tiempos de ropa interior de marca, cuerpos esculpidos en gimnasio y pieles depiladas a la cera quizá hubiese corrido mejor suerte.
¿Sería un acto patrocinable?, ¿descongestionaría de divinidades la otra carrera, la matinal?
La calzoncillada pasó a mejor vida, como el champán Karry de Olite, el caldico popular de la Plaza del Castillo o los bailables a ritmo de salsa. Pero seguro que algún lector de este blog recuerda algo más aquella gayumbada.