Archivo por días: 29 de marzo de 2011


Triana, remo y exilio 12

Siempre me he preguntado qué le puede ocurrir a una persona fanática de los Sanfermines cuando éstos le pillan lejos de casa, sobre todo si sufre esta desgracia por obligación. La anécdota que voy a contar es verídica, según afirma su protagonista, amigo del amigo de un amigo, mozopeña, corredor de encierros en aquella época y, siempre, gran amante del patxaran.

Este muchacho residió en Sevilla durante un par de años, por motivos de trabajo. Sabedor de que en su primer año de exilio laboral el txupinazo le iba a pillar a 1.000 kms de la plaza del Ayutamiento decidió compartir su nostalgia con un grupo de navarros y navarras que cada año lanzan su propio cohete en el Bar El Templete, sede de la peña osasunista del mismo nombre de la capital andaluza.

Una amiga suya sevillana, alta, guapa, de ojos y pelo zaínos, vecina de la calle Pureza, versión trianera de la calle Estafeta, le llamó en la noche del 5 de julio:

-¿Puedo acompañarte mañana a lo del Templete o es solo para navarros?

Nuestro héroe, sorprendido, aceptó encantado la posibilidad de acudir acompañado. La entrada del brazo de la morena en el Templete fue, cuando menos, triunfal. Buenos día campeón, le saludó cómplice uno de los camareros, con quien solía compartir txistorra y patxaran viendo los goles del Chengue Morales.

La mañana, pese a la nostalgia, fue gloriosa. Cohete en la calle, un ojo en la tele, jotas e himnos de peñas a todo trapo, bailes con la comunidad navarra de Sevilla, monjas incluidas. Todo marchaba sobre ruedas, la sevillana interesadísima en las batallitas sanferminera que el amigo del amigo de mi amigo le contaba al oído, los pies de ambos deslizándose gráciles por el barrillo kalimotxero que, al más puro estilo Jarauta, se había formado en el suelo.

Hasta que apareció un bilbaino, remero profesional, amigo de nuestro mozopeña exiliado, dos palmos más alto y mucho más rubio y mucho más cachas. Y conforme apareció, desapareció.

Con la trianera, claro.

Nuestro héroe se juró nunca más pasar un 6 de julio en la distancia.

Y lo ha cumplido.

Pero eso es, ya, otra historia.