Liberté, igualité y austerité 8
La entrada de este post proviene de un rumor. No sé hasta qué punto será un «burdo rumor», como la canción de la Madrágora, pero algo de certeza podría tener.
La cuestión es que Pamplona ha estrenado alcalde y por lo que cuentan, sus primeras medidas sanfermineras han sido de puertas adentro y no de puertas afuera: las recepciones municipales Sanfermineras en 2011 se regarán con cava y en su caso, agua. Nada de tartaletas, gambas ni croquetas. Aperitivo líquido y a correr; todos con el cinturón o la faja bien apretada camino de casa.
Como no quiero que me confundáis con un miembro de su equipo de comunicación, que desconozco si lo tiene, utilizaré estas líneas para animar al Señor alcalde a que vaya más allá y que tome una medida ejemplarizante todavía más visible: en el palco municipal, nada de catering ¡merienda autogestionada!
Veintisiete concejales en un bombo y ocho bolas en otro. Ocho equipos mixtos de concejales electos a los que les tocaría currarse una tarde de merienda durante la Feria del Toro. Merienda para los ochenta y tantos comensales del palco, por supuesto, que al tifus también hay que darle de comer. Faltaría más.
El espectáculo sería inenarrable, una dinámica de grupo sin parangón. Uno sueña pensando en la variedad de los equipos de cocina: pijoapartes y modosas, abogados y pelotaris, comeflores y tronzalaris, los del «anda y pínchame una vena» con los del txoria, los de la txalaparta y los del ipad. Todos poniéndose de acuerdo en menús, cocineros y pinches.
La puesta en escena, entre los terciopelos del palco, no le iría a la zaga: ¡chupe, chupe de los cangrejicos Grenet! ¡Unte, unte del ajoarriero Sr. embajador! ¡al teniente de alcalde se le han olvidado los hielos y estamos a cuarenta grados!
La boina ante visitas ilustres no nos la iba a quitar nadie, pero… ¡Qué bien nos lo íbamos a pasar!