Archivo por meses: agosto 2011


Obras III Certamen Microrrelatos San Fermín 1

Título   Diossss                        Autor  García López,             Enrique

Ya se ha escuchado el cohete de salida del encierro. Menos mal que ya he estirado un poco. A ver mis dos puntos de fuga por si acaso, vale, hay que estar atento por si algo se tuerce. Parece que ya se mueve la gente. ¡Eso venga, un poco de acción! Buf, qué nervios. Saltitos para ver mejor por encima de la gente… a ver lo despejado que lo tengo por delante para correr; nada, a tope. Se llena esto de incompetentes joder. Qué criba iba a hacer yo, madre mía. No puede ser, pero bueno, céntrate. Venga que se mueve la gente. A ver mi chica en el balcón… no me ve, no me ve, vamos mira hacia aquí, vamos, ahí, ahora mira, un saludito, eeey…..Diossss.

 

Título   Adiós               Autor  Carmona Ruiz,            Fernando

Prometo volver, os digo, prometo volver. La plaza está quejosa, marea de pañuelos rojos y velas en ristre, gotas de cera que queman adoquines. Rojo ondulante en las manos de todos vosotros, ojos cansados y tristes en la madrugada de lamentos. Vuestras caras parecen pálidas sobre el sucio y vidrioso suelo, supurante de orín y alcohol, donde antes el gentío reía y dormía. Las calles del casco viejo, antes desbordantes, ahora, qué silenciosas, qué extrañas, qué diferentes. Miro alrededor y mis recuerdos se pierden en nueve días de bendito frenesí: chupinazo, encierros, carcajadas de niños y mayores. La música ha desaparecido, se fueron peñas y charangas, tampoco se oyen voces de tantos países. Y de repente, todo se torna caduco. Prometo volver, pobre de mí, prometo volver. Pero ahora sólo veo pañuelos rojos en vuestras manos que se pierden olvidados entre un cabizbajo tumulto blanco. Hasta dentro de un año: prometo volver.       

Título   Siete de enero              Autor  Alonso Peña, José       Ramón

Volví el siete de enero. Catorce años y medio. No pensaba que hubiera pasado tanto tiempo. Callejeé sin destino hasta que mis pies me llevaron a donde no debería haber ido. La puerta del callejón, cerrada, parecía esperarme. Aquel recorrido que yo hacía por las mañanas, a la carrera, entre el tropel, lo destejía con ella a la inversa, cada noche, los dos solos. Sentía que rebobinábamos para que otro día pudiera amanecer. Quedábamos en esa misma puerta donde ahora la soñaba. Allí yo me perdía en sus ojos. Nos cogíamos de la mano y corríamos, riendo a carcajadas, por Telefónica hasta Estafeta. A la mitad de la calle, ya nos faltaba el aliento, como la mañana que supe que la muerte lleva dos guadañas. Girábamos a Mercaderes, abrazados, mi corazón desbocaba, por la carrera o por ella, qué más da. Cruzábamos la plaza del ayuntamiento, hasta llegar a la hornacina. Allí nos besábamos. A veces creo que corría por la mañana por ganarme ese beso de la noche. La nostalgia me caía como gotas por la espalda. Miraba, ansiando, esperando que apareciera, se lo llegué a pedir al Santo. Y de repente, vi una sombra que se acercaba.


Obras III Certamen Microrrelatos San Fermín

 

Título   Perspectivas                Autor  Macías Álvarez,          Sonia

Los olores, los colores, la fiesta, los bailes, la música, el ambiente, todo es más impresionante cuando se mira desde mi pequeño punto de vista. Todo es más insólito porque nadie repara en mí durante esos días, aunque yo sí me pare a observarlos a ellos. Los veo pasear, gritar, reír, cantar, comer, beber, bailar y celebrar. Los veo desfasar. Los hay de todas las edades, procedencias, clases y condiciones. Dicen que durante nueve días se sienten libres, que pueden hacer lo que quieran, no obstante, se visten todos igual. Por lo visto es su signo de identidad, y una forma de que pobres y ricos, hombres y mujeres, niños y mayores, rubios y morenos, altos y bajos sean iguales al menos unos días al año. Es bonito ver que la gente disfruta y se olvida de los problemas. Es una euforia contenida que nadie sabe de donde viene, pero que sale a borbotones el día en que el txupinazo retumba en el cielo. Y aunque es divertido vivir las fiestas siendo humano, lo es más vivirlas siendo un perro, porque es la única época del año donde nadie se mete con nosotros por ensuciar las calles.

 

Título   ¡ BRAVO POR SAN FERMÍN !                     Autor  Hernández Rodríguez,            Estela

Una palabra dedicada a las fiestas de San Fermín es como comenzar a pintar de magia ese momento tan esperado y que por años se celebra en el lugar. Toros y hombres se entremezclan en carrera, y hacen vibrar de entusiasmo a los que siguen cada momento de la travesía a la vez que los conmueven y llenan de zozobra, aunque sea un esperado encuentro. Desde balcones y calles, todos los que se reúnen para festejar la cita tradicional celebran la resistencia de los intrépidos participantes que en sus deseos de jugar a los toros, no advierten el peligro y se lanzan en la carrera a ver quien llega primero a la meta sano y salvo. Las fiestas de San Fermín comienzan y el blanco y el rojo de pañoletas se unirán como símbolo para destacar con lucidez ese maravilloso momento del que se puede decir mucho, aún cuando el final se encierra en cruento desafío para obtener su éxito. Este triunfo no sólo se queda en San Fermín, porque millones de personas siguen atentos las fiestas gracias al encanto cibernético que hace creernos que estamos allí, y disfrutarlo para luego en un resumen de palabras contarlo.      

Título   Rumbo a San Fermín              Autor  Blanco Aristondo, Juan          Luis

Como otros años salió de Zeven el 30 de junio camino de Pamplona. Solía darse una semana porque era el tipo de persona que adora el viaje tanto como el destino y no desaprovechaba las ocasiones para facilitar los encuentros, ya fueran con lugareños o con viajeros como ella. Apenas quedaban unos minutos para el mediodía del día seis, y ya estaba empapada en sudor. Mientras se preguntaba cómo era posible que entrara tanta gente en la plaza del ayuntamiento le vino a la memoria la imagen de Raymond, el marino que conoció en La Rochelle. Recordó las caracolas de su pelo, sus manos rudas y agrietadas, su dulce y serena mirada. Los cánticos la devolvieron de nuevo a la plaza. La gente se empujaba, reía, gritaba en todos los idiomas imaginables. Era prácticamente imposible escuchar el pregón. Disfrutaba con aquel espectáculo pero se sentía incómoda. Además del sofoco comenzaba a sentir mareos. Y claustrofobia. Aguantó hasta escuchar el chupinazo. Con el vello erizado por la emoción apagó el minitelevisor, salió a la cubierta del velero y gritó: Ray, tu sabes si el Arga es navegable? No tengo ni idea —respondió él. Y acompañó el giro del timón con una sonora y luminosa carcajada.


Obras III Certamen Microrrelatos San Fermín

Título   Rumbo a San Fermín              Autor  Blanco Aristondo, Juan          Luis

Como otros años salió de Zeven el 30 de junio camino de Pamplona. Solía darse una semana porque era el tipo de persona que adora el viaje tanto como el destino y no desaprovechaba las ocasiones para facilitar los encuentros, ya fueran con lugareños o con viajeros como ella. Apenas quedaban unos minutos para el mediodía del día seis, y ya estaba empapada en sudor. Mientras se preguntaba cómo era posible que entrara tanta gente en la plaza del ayuntamiento le vino a la memoria la imagen de Raymond, el marino que conoció en La Rochelle. Recordó las caracolas de su pelo, sus manos rudas y agrietadas, su dulce y serena mirada. Los cánticos la devolvieron de nuevo a la plaza. La gente se empujaba, reía, gritaba en todos los idiomas imaginables. Era prácticamente imposible escuchar el pregón. Disfrutaba con aquel espectáculo pero se sentía incómoda. Además del sofoco comenzaba a sentir mareos. Y claustrofobia. Aguantó hasta escuchar el chupinazo. Con el vello erizado por la emoción apagó el minitelevisor, salió a la cubierta del velero y gritó: Ray, tu sabes si el Arga es navegable? No tengo ni idea —respondió él. Y acompañó el giro del timón con una sonora y luminosa carcajada.      

Título   Lenguas y otros idiomas                     Autor  Carballo, ¡Qué agobio en medio de aquel bar! Tuve que salir y de paso, sólo de paso, fumar un pitillo. Hacía calor y la calle Compañía estaba llena de gente. En medio de aquel gentío, divisé un edificio. El edificio del que hace una semana salí disgustado por no haber podido sacar el título de inglés de la Escuela Oficial de Idiomas. Y claro, empecé a pensar en aquel examen, en el ridículo que hice en el oral, en por qué no me habría esforzado más para sacar ese empleo, en el paro, en mi fracaso de vida… En medio de esos pensamientos, se acercó una despampanante rubia. “¿Fuego?”- me gritó con un acento que parecía inglés. Y le di fuego. Ella seguía bailando al son de la música, me agarró y me invitó a bailar una ranchera. No sé si fue el alcohol o si fue San Fermín, pero me pasé toda la noche hablando con la chavala. Al final, acabamos enrollándonos en medio del bar, para seguir practicando la lengua. Estaré en paro y el título no me lo habrán dado, pero no pienso gastarme ni un duro más en aprender inglés. Los Sanfermines son la mejor academia de lenguas, nunca mejor dicho.       

Título   EL REENCUENTRO             Autor  Jurado Martínez,        Nieves

Final de la cuesta de Santo Domingo. Ocho menos cinco de la mañana. Mi corazón se acelera. Las gargantas gritan y el sonido me envuelve como el abrazo cálido de una mujer. Camisa blanca, pañuelo rojo, y un olor a sudor y energía se mezcla con el aire templado. Se acerca la hora. Adrenalina salvaje, emoción indescriptible. Cánticos entusiastas al santo de ojos inertes; y, más allá, nos aguardan impasibles ochocientos cuarenta y nueve metros de carrera ensalzada por el instinto, apenas tres minutos sintiendo muy cerca el profundo resuello de los “Cebaditas”. Retumba en el cielo el chupinazo. A mi alrededor todos corren frenéticos. Sin embargo, mis pies se niegan a arrancar, es como si ellos solos, por simple placer, se hubieran clavado al suelo. Saben que necesito tentar la mirada agresiva del burel. Una mirada tan especial que la excitación del momento impregna mi cuerpo como el agua de lluvia. Un Cebada se detiene ante mí. Su aspecto es cuajado, serio y atlético. El mundo se para, las voces enmudecen. -Otra vez, tú y yo. Ya nos conocemos. Y mis pies, una vez más, alzan el vuelo.


Obras III Certamen Microrrelatos San Fermín

Título   Quizá el último                        Autor  soto lema, beatriz

Este año no pienso esperar al Chupinazo para sentirme invadida por la ilusión de las fiestas. Este año no. Voy a vivir cada momento como si fuera el último ¡y quizá lo sea! El año pasado disfruté del Pobre de Mí desde la radio, a pocos kilómetros del barullo de la gente, como si me encontrara en medio de ellos, tan cerca pero tan lejos. Nos juntamos un pequeño grupo a cantar, rodeando aquella pequeña radio a pilas, como si la fiesta se hallara en la sala de estar. Estas fiestas pensamos ser los mismos, o quizá alguno más. Pero no adelantemos acontecimientos, todavía quedan unas horas.     

Título   LA EMBESTIDA                    Autor  ZULAICA GARAMONTE, TERESA MIREYA

Nos pilló por sorpresa el rápido recorte que hicieron por la curva de Estafeta. Venían frescos todavía y sus gestos no presagiaban un encuentro amigable, así que zumbamos quemando suelas rumbo a Telefónica. Los teníamos cerca. Nadie miraba atrás. Sorteábamos entre empujones al gentío congregado, que parecía no percatarse del peligro que nos azuzaba. En éstas andábamos cuando me pareció oír a Íker rezando al Patrón por lo bajini. Iba desencajado, como quien va a palmar. A mí, por si aún era poco lo que llevaba encima, me invadieron de repente unas ganas locas de soltar esfínteres… Pero estaba el percal como para pedir permiso. Iontxu, que no solía mover más músculos que los de la mandíbula, empezó a perder fuelle y pude escudriñar por el rabillo del ojo cómo era zarandeado por uno de los empecinados perseguidores. ¡Sálvese quien pueda! gritábamos para nuestros adentros. Javier se escoró hacia un pequeño portal en el vano intento de pasar desapercibido, pero un ejemplar rezagado se cebó con sus carnes. Me flojeaban las piernas. Tras mi cogote podía ya sentir el resoplar de la bestia. Al momento, mis nalgas percibieron el contacto. Me había embestido con su maldito látigo el peor kiliki de todo Pamplona: “Caravinagre”.

Título   La sonrisa de San Fermin.                 Autor  Arlaban Mateos,         Maria

Liu Wang quedó destrozada al escuchar al pediatra de su hijito Wei: – Es leucemia. Lo siento. Pero un trasplante medular podría curarle. Dios mío, pensó:¿Cómo voy a costear su operación?. Decidió llamar a sus amigos de Iruña. Durante unos Sanfermines había cristalizado entre ellos una profunda amistad. Su pequeño, Eneko y Wei se habían hecho amigos del alma. Cuando aquel lo supo, exclamó: – !Mamá!. ¿Y si hiciéramos muchas cometas y las vendiéramos para conseguir dinero para Wei?. Sus padres, venciendo su escepticismo inicial, se contagiaron de su entusiasmo. LLegaban los Sanfermines: fiestas llenas de música, alegría, corridas, encierros, gigantes, conciertos, cohetes, bailes. Por unos días, Iruña se convierte en la capital del mundo. Eneko se encargó de dibujar las cometas y su idea triunfó. El chupinazo fué como un tsunami de rojas y blancas cometas que coloreaban los cielos. En la procesión, el Santo sonreía contemplando tal marea solidaria: las calles estaban inundadas de padres comprando cometas a sus hijos. Las Peñas iban con ellas a la Plaza. Gigantes, txistularis, toda la ciudad se volcó. Dada la universalidad de estas fiestas, las cometas llegaron a muchos países. Y Wei se salvó gracias, sobre todo, a la solidaridad de esta maravillosa ciudad.


Obras III Certamen Microrrelatos San Fermín

Título   «POR AMOR PROPIO»                     Autor  CUEVAS ROMERO, Mª         YOLANDA

Como cada alborada, coincidirían junto a la encina. El santoral advertía la pronta venida del mes de julio y se hacía necesaria una penúltima e instructora tertulia antes de que San Fermín tocara. Mientras se bañaba en nostalgias acontecidas en el coto, el horizonte anunció la llegada del relevo de su estirpe. Lejano aún, el lozano Heminguayero progresaba bien aplomado. El preludio del amanecer coqueteaba con la vigorosa estampa de aquel fino y lustroso de pelo. La inmensa dehesa, embriagada, se mecía al compás de los balanceos de su poblado borlón. Alcanzó a su veterano. Disciplinado le brindó una reverencia. Se acomodó a su vera. Y después de un apacible y prolongado silencio, el viejo tomó la palabra: – Hijo mío, el día clave apremia. Estas noches acurrúcate junto a la fortaleza y reposa tranquilo. Recapacita sobre tu destino y lo distinguido de tu bravura. Aprecia el arrojo con el que los hombres nos desafían. En la plaza, dos instintos luchareis: animal y humano. Huele su miedo. Siéntelo. Míralo frente a frente y enorgullécete de tu linaje. Que la muerte te sorprenda luciendo tu gallardía. Ingresada la noche, el espíritu de su preceptor conquistó su pecho. Y un arrojo colosal, lo acabó por dominar.      

Título   URKO             Autor  Señán Cano, José       Ignacio

«Dime que no estás nervioso, Urko. A mí, según se va acercando el momento, se me ponen aquí en el estómago como unas culebrillas removiéndose, que no me dejan casi respirar. Pero no te creas, que es solo al principio. Bueno, tú no te preocupes que ya hemos corrido otros años y sabemos cómo hacerlo. Espera, que me pongo las zapatillas y me ato el pañuelico para salir rápido. Tenemos que coger sitio en la cuesta, al lado del santo. Ya sabes que me gusta echarle una miradita antes de empezar a correr, para que nos dé suerte. Tú pégate bien a mí, que luego con los empujones y los rezagados puede haber problemas. Como tú eres el que va a estar más cerca de los cuernos, si ves que aprietan me avisas, pero sobre todo no te separes de mí». Se puso la camisola blanca, ajustó el pañuelo rojo al cuello y se persignó tres veces delante de una estampa de San Fermín que colgaba de la pared de su habitación. Cogió la foto de Urko, le dio un beso mezclado con dos lágrimas, y la metió en el bolsillo trasero del pantalón. «Ya estamos listos Urko. A correr.»

  Título   VIVIR LA FIESTA HASTA EL FINAL                  Autor  SOTOMAYOR BERRAL,   ASCENSIÓN

Dos de julio. Sentado, con aspecto cansado y abatido, sobre el borde de la cama, abrió el último cajón de la mesilla. Después de varios intentos y tirones, cedió saliendo por completo. Lo depositó sobre la colcha de flores desvaídas, repleto de recuerdos, lleno a rebosar de objetos dispares. Sobre todos ellos, unas entradas para las corridas de toros de la feria de Pamplona de ese mismo año. Días antes había anulado la reserva de habitación para acudir a las fiestas. Dos años atrás había estado, como tantas otras veces, con camisa de cuadros rojos y visera viendo encierros desde la calle Estafeta y desde la habitación del hotel. ¡Cómo había disfrutado! «Yo no cambio Pamplona por Chicago», decía. No dejaba de repetir que esas fiestas estaban siendo las mejores de su vida. Ahora, con las entradas para los toros en las manos, recuperaba los recuerdos. Revolvió un poco en el cajón: una hoja amarillenta, doblada en cuatro partes, con la receta que su amigo Matías le proporcionó del ajoarriero con gambas. Correr en los encierros, torear vaquillas, asistir a las corridas, rezarle al Santo, universalizar los Sanfermines, todo quedaba ya tan lejano… El rifle no falló. Lo enterraron el día siete.