Archivo por días: 7 de octubre de 2011


Mis primeros Sanfermines 9

Tendría yo catorce años, estaba trabajando, cuando mi padre me sorprendió diciéndome; mañana a San Fermín. Le dije muy serio, papá ¿tenemos dinero?, riéndose contestó; mañana a Pamplona.

Nos levantamos, mi madre nos había preparado el desayuno, como cada día. El autobús de Pamplona salía muy temprano, casi tanto como cuando iba a trabajar. Llegamos y fuimos a casa del hermano de mi padre que vivía en Conde Rodezno. Lo que más me sorprendió fueron los nombres de las calles grabados en el suelo, sobre todo en Carlos III.

Tras los saludos de rigor, la comida, la sobremesa, los dos hermanos, grandes aficionados, se fueron a los toros. Al volver, mi tío estaba muy serio, dijo que además de la mala faena, un torero se había sacudido las zapatillas en el callejón. Años más tarde entendí lo que ese gesto significaba.

Mi padre y yo dimos una vuelta por la plaza del castillo, me extrañó el poco ambiente, escasos pañuelos y menos gente uniformada. Después a la taconera, allí estaban las barracas. Aluciné, tantas, a mi pueblo en fiestas no iban. Ni la mitad. Imposible montarse, en todas me mareo, el luminoso que más destacaba era el del Gran Circo de Berlín con su estrella Ángel Cristo, que amansaba las fieras.

Dentro, todo maravilloso, luces, pista, payasos, acróbatas, el domador con sus fieros leones. Por primera vez vi animales salvajes sin estar en el cine.

Al salir, mi padre me compró un sombrero blanco, con agujeritos, almidonado, parecía un tirolés sin la pluma.

De vuelta al pueblo, mis amigos se quedaron boquiabiertos, lo guardé hasta fiestas, y me lo puse justo el día que comenzó a llover, el almidón se fue por las alcantarillas y mi flamante sombrero junto con mi decepción terminaron en el basurero municipal.