Archivo por días: 1 de diciembre de 2011


Gaupasa 8

Circulábamos por la primera mitad de los noventa. Joaquín Pascal sería el encargado del txupinazo. Aquellas fiestas estarían marcadas por el triunfo de  Cesar Rincón y Espartaco en la Monumental junto a Miguelón. La macarena iba a ser la canción que inundaría los bares de la Vieja Iruña, las txoznas se trasladarían a Yanguas y Miranda y Bertín Osborne deleitaría a los vejetes con sus rancheras.

Pero un grupo de mozalbetes no recordarían los sanfermines de aquel año por ninguno de estos hechos. Ellos tenían, ya desde Mayo, otra cosa en la cabeza. El día 12, cumpleaños de Mikel, era la excusa perfecta para vivir su primera gaupasa.

Desde Junio muchos en la cuadrilla se habían estado trabajando a sus padres para conseguir permiso especial ese día. Los aitas de Mikel fueron cómplices de esta cuadrilla y organizaron cena en su casa y hablaron con algún que otro padre para convencerles de que los txabales no harían locuras. A pesar de los esfuerzos no todos en la cuadrilla pudieron vivir aquella noche histórica.

Después de unos buenos sanfermines, cuyo único escenario fue Jarauta, el día11 muchos se retiraron a casa antes de tiempo para preparar bien el día siguiente. Los primeros cuadrilleros se juntaron hacia las 18:00 y fueron a dar una vuelta por las barracas. Se unió el grueso del grupo a las 20:30 para acompañar al Irrintzi en su salida de los toros y tomar un par de cervezas con ellos y un par de vasos de la sangría sobrante. A las 22:00 aparecían por la Txan. La madre de Mikel les obsequió con una cena sencilla a la par que deliciosa, acompañada de kalimotxo con vino bueno. Algún cigarrico con la aquiescencia del padre de Mikel, y con un ciego más psicológico que real, se subieron para lo viejo. Viana, Zulo, Katu y peñas, fueron testigos de aquella noche. Los katxis de Kalimotxo y cerveza, dieron paso a los 43conchocolate y licoresdemelocotonconpiña. Aquella noche en la que se hacían mayores, el pecado de algún canuto no podía faltar.

Lo estaban dando todo. Los más animados saltaban y bailaban, mientras los menos dotados sujetaban la barra. Empezaron los escarceos con las féminas y la demostración temprana de que aquello del ligoteo no se les iba a reportar demasiados éxitos en el futuro. Siguieron bebiendo y bailando, y bailando y bebiendo. Y cuando no podían más y se preparaban para ir a las dianas y acabar como campeones, se dieron cuenta de que no eran ni las 5!!!!!. El cansancio se apoderó de ellos. Algunos se habían retirado ya. Otros decidieron que esperarían a mejor ocasión para quedarse de gaupasa y abandonaron la aventura. Pero cuatro se mantuvieron firmes. Sentados en la calle y semidormidos, vieron pasar las horas que se hicieron eternas. El cohete del encierro les despertó, momento que aprovecharon para irse a almorzar. El almuerzo les revitalizó e incluso dos de ellos de camino a casa disfrutaron de los bailes de los Gigantes. El enfado de sus padres viéndoles llegar a las 12:30 era más que comprensible. Pero a ellos les daba igual. Habían vivido su primera gaupasa, y la recordarían para siempre.