Navidad, dulce Navidad 3
Las mantas y los abrigos ha tiempo que salieron del rincón oculto del armario, su lugar, ahora, lo ocupan aquellas prendas que por unos días tiñeron de blanco y rojo la ciudad y las intenciones de todos los que aman y advocan cada día el recuerdo de un pasado feliz. La luna, que ignora que es la luna, en palabras del gran Borges, vigila luengas horas los cadenciosos movimientos del uro, que ignora que es el uro, por la lejana dehesa entre carrascas y alcornoques. Es hora de villancicos, de vigilias frente al televisor y lecturas al abrigo del hogar. Mientras, en un pesebre, rodeado de pastores y un buey y una mula, renuevan la buena nueva los crédulos. Los incrédulos, esperan y celebran ascendiendo la escalera que los lleve hasta su santo. Comienza la cuenta atrás, y uno a uno se desgranarán los meses hasta el estallido brutal. Mas todo pasará, las mantas y los abrigos volverán a desahuciar a los nuevos inquilinos, como si de una carrera de relevos se tratara y unos a otros se pasaran el testigo estación tras estación. Mientras tanto, mantengamos la esperanza para que sobre la nieve vaya sonando como un eco su nombre.