Archivo por días: 2 de mayo de 2012


Color – olor – sabor 6

Dentro de su universalidad y su hermanamiento los Sanfermines muestran en ocasiones bandos opuestos: están los de sombra y los de sol, los divinos y los anonymus, los de la caña y los del kalimotxo, los taurinos y los no taurinos, los del Alhambra y los del “bokata de panzeta”, los de Salou y los de Cambrils, los del pañuelo hacia adelante y los del pañuelo hacia atrás, los del blanco nuclear y los de la camiseta temática, los del Zuriza y los de las pijotxoznas, los franceses y los del resto del mundo, los del baile sobre el serrín y los del baile de la alpargata, los de terraza y los de botellón, los de Georgie Dann y los de Ramstein, los de kilikis y los de gigantes… las fiestas dan para multitud de bandos contrastados.

Pero hay dos polos que siendo irreconciliables, ofrecen multitud de oportunidades para intercambiar roles: los recién levantados frente a los que no se han acostado.

Uno que siempre había disfrutado de las dianas como un paseo triunfal, acudió en cierta ocasión a estas recién levantado.  El color, sabor y olor de las calles a esas horas, para alguien recién duchado y en ayunas, resultaron algo parecido al shock.  De la aureola etílica de los viandantes mejor no hablamos.  ¡Cómo cambiaba el mundo con unas horas de sueño! Aquello fue presentación y despedida.

Pero como no hay fiesta sin combinados ni cocina sin fusión, el año pasado fui testigo de la síntesis de ambos bandos. Tras una noche sofronizado por los olores de la Peña Anaitasuna, servidor celebraba victorioso las dianas cuando se encontró a Chapu.

El chaval estaba recién levantado, en ayunas y marchaba camino de Santo Domingo cuando se encontró al Maestro Garísoain con “La Pamplonesa” por Zapatería. El tío, que minutos después tendría que pasar el trago de la espera del cohete, se arrancó a bailar con ímpetu la Gacela hombro con hombro junto a los trasnochadores. Una fiesta, un sonido un grito.

Segundos después, nuestros caminos volvían a bifurcarse… hasta el aperitivo.