Archivo por días: 16 de mayo de 2012


El sueco Ramón 7

Entre las excusas que los habitantes varones de esta ciudad esgrimimos para justificar nuestra torpeza a la hora de trabar contacto con el sexo opuesto, una de las más manidas es aquella de »es que para pillar en San Fermín hay que ser guiri, porque de lo contrario no te jalas una rosca».
Yo como siempre he sido un zafio en estas artes, creo que más de una vez habré salido con esa cantinela.

Esto me recuerda un chascarrillo que nos pasó a la cuadrilla hace ya unos cuantos años.
Estábamos en la verbena de la Plaza del Castillo y no sé ni como (cosas del mol) entablamos conversación con un pollo foráneo (su pelo rubio y fornida estructura óseo-muscular así lo indicaban).

El caso es que el hombre nos estuvo contando su vida, nos dijo que era sueco pero que se llamaba Ramón, porque su madre era una guipuzcoana de apellido Zubillaga que había emigrado por tierras escandinavas y se había casado con un lugareño.
El amigo Ramón hacía gala de su ascendencia guiputxi e incluso practicó con nosotros algunas frases en un euskera rudimentario con acento nórdico.

Por lo visto el hombre debía ser bien parecido (el paso de los años sumado a lo que había bebido aquella noche me impiden recordarlo nítidamente). Lo digo, más que nada, porque alrededor había revoloteando varios grupos de mozas que le miraban arreboladas (unas miradas que se tornaban en hostiles cuando sus ojos se volvían hacia nosotros).

Las más osadas pasaron a la acción intentando hablar con él y arrancarlo de nuestras sucias garras, pero el hombre, impertérrito, no les hacía el menor caso, prefiriendo, por no sé que extraña razón, nuestra compañía a los placeres que aquellas ninfas le podrían brindar.

Así que aquella noche les salió mal la jugada a las malvadas neskas y se tuvieron que ir »a la cama sin cenar».
Y ahora que lo pienso, me pregunto ¿no será que Ramón nos estaba echando los tejos?