Archivo por días: 2 de julio de 2012


Recuerdos 10

Estos días y en especial esta semana, son días en los que a uno se le llenan la cabeza de recuerdos, recuerdos que vienen y van, pero que en cada segundo que pasas de San Fermín es inevitable el poder compararlos con los de otros años, y por mucho que quieras imitarlos, ves que es tarea harto difícil de poder conseguir.

También nos vienen recuerdos de gente que ha  pasado por nuestras vidas, de los que desgraciadamente ya no están entre nosotros, y de los que por unos motivos o por otros han decidido irse de nuestro lado. Cada baile, cada momento tiene su recuerdo, y sobre todo los que se pueden llegar a vivir en la Procesión, con jotas memorables que hacen que nos acordemos aún más de ellos.

Como no quiero que mi último momento aquí este año, sea triste, quiero emplazar a todo el mundo a poder vivir unas fiestas entrañables, en los que dejemos a un lado, si podemos, los resentimientos de todo el año y hagamos que estas fiestas sean más cordiales que las anteriores y menos que las siguientes.

Así pues, ya no queda nada, y no me queda más que dar la Bienvenida a los que se animan a venir, a los que son de fuera, y a los que son de aquí pero que por circunstancias de la vida el trabajo les hace estar fuera. A todos ellos, Ongi Etorri, y sentiros como en vuestra propia casa.

Yo estaré cada mañana por ahí, disfrutando de la fiesta como uno más, y volviendo a ver a esos seres entrañables que durante el año se que nos echan en falta y cuentan con los dedos de su mano, los meses primero, y luego los días que les quedan para vernos, ayudados de todos sus padres que ya están hartos de vernos en video.

Ahora sí que si, ahora Ya No Queda Nada.

Que disfrutéis de las fiestas.

Viva San Fermín!!!

Gora San Fermín!!!

 

Un saludo,

Toko Toko


¿Estamos tontos o qué? 3

Dejamos el coche en Ilzarbe, y arrancamos con la fresca tras haber revisado que todo estaba en orden. Sobre todo la cuña de Ronkari, la navaja y la bota de vino. Iniciamos la marcha a buen ritmo. Era 5 de julio y afrontábamos la última mañanera antes del parón veraniego.

La elección no había sido casual. Subiríamos al Txurregi porque, sin faltar a nuestra cita de domingueros con el monte, no nos queríamos despegar mucho de Pamplona.

La caminata se inició con el clásico silencio matutino pero al poco el monotema se fue apoderando de las conversaciones. Por increíble que pareciera, teníamos ya todo preparado y dispuesto para lo que se avecinaba. Esa misma tarde nos habíamos citado en el Gas para disfrutar, aunque sea con la limitación de los ventanucos, de la formidable presencia de los morlacos que las distintas ganaderías seleccionan para Pamplona.

Segregando ya los jugos sólo de pensar en ello, fuimos distraidamente ganando altura hasta plantarnos en el collado que separa al Txurregi de su hermano el Gaztelu, y nos enfrentamos, recuperando el silencio, a la pala que da paso al cresterío, y ganamos la esquina cimera sin mayor problema.

Y allá estaba. Resultaba paradójico divisar Pamplona desde ahí arriba, tan lejos o tan cerca, no se sabe muy bien, ya que en la distancia resultaba la misma de siempre, quieta, tranquila, serena. Como únicos indicios de vida cuatro columnas de humo de sendas fábricas. Y sin embargo, aun sin verlo, sabíamos que en ese mismo momento la ciudad sería un auténtico hervidero de idas y venidas, de llegadas, de reecuentros, de recados, de últimas horas, de nervios preludio de lo que se avecinaba… ¡qué bonito tiene que ser estar aquí a las 11 de la noche cuando se lanzan los fuegos artificiales…!

Absortos en esas imágenes, no nos habíamos dado cuenta de que había bajado mucho la temperatura y se estaba poniendo el día negro. Quiero recordar que fue el impacto de la primera bola de granizo lo que nos hizo reaccionar sacando aceleradamente los ponchos que todo buen dominguero siempre lleva en algún bolsillo de la mochila. Pero fue tal la violencia de la pedriscada que los plásticos terminaron hechos trizas.

En cuanto terminó la pedregada, literalmente chirriados, emprendimos el regreso. Fue verdaderamente difícil bajar la terrible pendiente de la ladera que lleva hasta el collado. Era imposible practicar el acostumbrado zigzagueo. Era más práctico deslizarse sobre las posaderas tratando de frenar con los tacones por delante. La superficie herbosa era una torrentera en sí misma.

Para habernos matado.

O lo que es peor, para habernos hecho un simple esguince de tobillo a falta de un día para los sanfermines.

Amigos y amigas, un placer haber compartido con vosotros y con vosotras otro año y aña.

¡¡¡¡ NO QUEDA NADAAAAAAAAAA !!!

¡¡¡ FELICES PATRONALES !!!

¡¡¡ VIVA SAN FERMÍN !!!

¡¡¡ GORA SAN FERMIN !!!