Archivo por meses: julio 2012


Souvenirs 6

¿Qué cojones se puede decir de los Sanfermines un 5 de julio? ¿Quién necesita cinco minutos diarios de San Fermín bloguero cuando se abren ante nuestras narices 204 horas de fiesta, de San Fermín del de verdad?

Inmerso en semejante vacío creativo, una amiga que, pese a no ser navarra, escribe muy bien, me ha dado la siguiente  idea: ¡recomienda souvenirs para turistas!

Pero de los de verdad, de los que puedes enseñar y compartir con tu familia y tus amistades en tu lugar de origen. ¡Nada de pañuelos rojos que destiñen y camisetas blancas horteras y supuestamente graciosas!

Así que, si quieres quedar de puturrú, llévate algo que muestre un aspecto del que se entiende mucho en esta tierra, algo que se pueda comer o beber.

¿Y dónde encontrar una muestra de los mejores productos de Navarra? Lo tienes fácil, en GurGur, en la calle Estafeta, 21, en el corazón de la fiesta. Ante ti se abrirá un paraíso de vinos, patxaran, espárragos, pimientos, txistorras, rellenos, quesos, patés, dulces y muuuuchos placeres gastronómicos más, representativos de las cuatro esquinas de esta tierra.

Es el mejor regalo que puedes llevarte a casa.

Si no te lo zampas en el camino de vuelta, claro.

Y ahora mismo bajo a hacerles una visita, a ver si me invitan a algo.

 


La paga 8

Hoy, antesdeayer cuando salgan estas líneas, fue mi cumpleaños. Caía un número feo, en el que ya hay contraindicaciones sanfermineras, como adentrarse en Jarauta de noche, que entrar igual se entra, y salir también, pero al día siguiente, ay, al día siguiente siempre amanece nublado y con barro en los bajos del pantalón, y en los del estómago… Dejando aparte estos achaques propios de la edad, siempre me he sentido afortunado cumpliendo a solo cuatro días de las fiestas.

Hace unos años, en aquellos primeros sanfermines de ensayo y error (primeras borracheras/ primeros viajes en la ambulancia de la DYA; primeros intentos de gaupasas/ primeras noches durmiendo y temblando en hierbines; primeras incursiones en Jarauta, sin miedo al barro ni a la niebla / primeros efectos radioactivos del kalimotxo en polvo y los bocatas de txistorra de los puestos callejeros; primeros ligues / ah, no, eso no, que serán sanfermines pero seguimos estando en Pamplona); en aquellos años de aventura y forja adolescente, mi cumpleaños me salvaba el presupuesto, gracias a las pagas de tíos y abuelos, con las que uno hacía sus primeras prácticas de economía doméstica: el día seis, la casa por la ventana, dos mil o tres mil pesetas; los demás, lo que llegue para diez o quince sanmigueles y un paquete de ducados…

Y así.

No sé qué hubiera sido de mí si en lugar de cumplir el dos de julio (que además, es el día que está justo en mitad del año, siempre se lo digo a mis amigos para que piensen que soy un elegido y ellos piensan que soy un elegido para decir tontadas), llego a nacer en octubre, o, qué se yo, el día más triste del año, el quince de julio (bueno, en ese caso lo que habría podido sufragarme con mi paga habría sido la cura de desintoxicación en el camping de Zarauz, o en el de Lekeitio, como mis amigos, en lugar de quedarme en casa sufriendo una terapia de choque radical, una dieta de zumitos y sopas, cuando todo el mundo sabe que lo mejor para la resaca es volver a emborracharse, en Zarauz o Lekeitio, con marianicos, zuritos, sidra Zapiain …).

Mis tíos y mis abuelos me estuvieron dando la paga hasta que dejé de ser un adolescente, o sea, a los treinta o así, y así fui sumando algún suplemento a mi sueldos de ochocientoseurista, las temporadas en las que me fichaba el INEM, etc. Ahora, mi cumpleaños ya no es un salvavidas, al contrario, solo sirve para anticipar un poco los sanfermines, salir a comer (hoy manitas de cuto, que como todo el mundo sabe también son acertadamente llamadas en algunos lugares manitas de ministro, otros que de economía doméstica saben un rato), darse una vuelta, ver el ambientico, tomarse un algo… total, veinte o treinta euros a tomar por culo; luego, en fiestas, uno se las arregla como puede, pero últimamente me pongo nostálgico cuando veo cómo cada vez somos más los que salimos de casa con las mochilas llenas de latas y bocatas, y me alegran el día los botellones, las cervezas de los chinos, me lo alegran porque ya está bien, joder, ya está bien, estas fiestas no son un chiringuito privado, ni una caseta de feria, con matón en la puerta, ni los sanferminjeinekenes, que sí, que todos nos ponemos el gorro ese que dan el día del chupinazo, pero eso es solo porque pega el sol, y cae el champán, y el agua de los balcones, eso no significa que con él te marquen para robarte la cartera…

En fin, me voy a callar, porque no quiero hacer mala sangre, que es mi cumpleaños y ya solo quedan cuatro días, dos cuando salga esto. ¡Felices fiestas, pues, a todos! ¡Nos vemos por las calles!

 


Recuerdos 10

Estos días y en especial esta semana, son días en los que a uno se le llenan la cabeza de recuerdos, recuerdos que vienen y van, pero que en cada segundo que pasas de San Fermín es inevitable el poder compararlos con los de otros años, y por mucho que quieras imitarlos, ves que es tarea harto difícil de poder conseguir.

También nos vienen recuerdos de gente que ha  pasado por nuestras vidas, de los que desgraciadamente ya no están entre nosotros, y de los que por unos motivos o por otros han decidido irse de nuestro lado. Cada baile, cada momento tiene su recuerdo, y sobre todo los que se pueden llegar a vivir en la Procesión, con jotas memorables que hacen que nos acordemos aún más de ellos.

Como no quiero que mi último momento aquí este año, sea triste, quiero emplazar a todo el mundo a poder vivir unas fiestas entrañables, en los que dejemos a un lado, si podemos, los resentimientos de todo el año y hagamos que estas fiestas sean más cordiales que las anteriores y menos que las siguientes.

Así pues, ya no queda nada, y no me queda más que dar la Bienvenida a los que se animan a venir, a los que son de fuera, y a los que son de aquí pero que por circunstancias de la vida el trabajo les hace estar fuera. A todos ellos, Ongi Etorri, y sentiros como en vuestra propia casa.

Yo estaré cada mañana por ahí, disfrutando de la fiesta como uno más, y volviendo a ver a esos seres entrañables que durante el año se que nos echan en falta y cuentan con los dedos de su mano, los meses primero, y luego los días que les quedan para vernos, ayudados de todos sus padres que ya están hartos de vernos en video.

Ahora sí que si, ahora Ya No Queda Nada.

Que disfrutéis de las fiestas.

Viva San Fermín!!!

Gora San Fermín!!!

 

Un saludo,

Toko Toko


¿Estamos tontos o qué? 3

Dejamos el coche en Ilzarbe, y arrancamos con la fresca tras haber revisado que todo estaba en orden. Sobre todo la cuña de Ronkari, la navaja y la bota de vino. Iniciamos la marcha a buen ritmo. Era 5 de julio y afrontábamos la última mañanera antes del parón veraniego.

La elección no había sido casual. Subiríamos al Txurregi porque, sin faltar a nuestra cita de domingueros con el monte, no nos queríamos despegar mucho de Pamplona.

La caminata se inició con el clásico silencio matutino pero al poco el monotema se fue apoderando de las conversaciones. Por increíble que pareciera, teníamos ya todo preparado y dispuesto para lo que se avecinaba. Esa misma tarde nos habíamos citado en el Gas para disfrutar, aunque sea con la limitación de los ventanucos, de la formidable presencia de los morlacos que las distintas ganaderías seleccionan para Pamplona.

Segregando ya los jugos sólo de pensar en ello, fuimos distraidamente ganando altura hasta plantarnos en el collado que separa al Txurregi de su hermano el Gaztelu, y nos enfrentamos, recuperando el silencio, a la pala que da paso al cresterío, y ganamos la esquina cimera sin mayor problema.

Y allá estaba. Resultaba paradójico divisar Pamplona desde ahí arriba, tan lejos o tan cerca, no se sabe muy bien, ya que en la distancia resultaba la misma de siempre, quieta, tranquila, serena. Como únicos indicios de vida cuatro columnas de humo de sendas fábricas. Y sin embargo, aun sin verlo, sabíamos que en ese mismo momento la ciudad sería un auténtico hervidero de idas y venidas, de llegadas, de reecuentros, de recados, de últimas horas, de nervios preludio de lo que se avecinaba… ¡qué bonito tiene que ser estar aquí a las 11 de la noche cuando se lanzan los fuegos artificiales…!

Absortos en esas imágenes, no nos habíamos dado cuenta de que había bajado mucho la temperatura y se estaba poniendo el día negro. Quiero recordar que fue el impacto de la primera bola de granizo lo que nos hizo reaccionar sacando aceleradamente los ponchos que todo buen dominguero siempre lleva en algún bolsillo de la mochila. Pero fue tal la violencia de la pedriscada que los plásticos terminaron hechos trizas.

En cuanto terminó la pedregada, literalmente chirriados, emprendimos el regreso. Fue verdaderamente difícil bajar la terrible pendiente de la ladera que lleva hasta el collado. Era imposible practicar el acostumbrado zigzagueo. Era más práctico deslizarse sobre las posaderas tratando de frenar con los tacones por delante. La superficie herbosa era una torrentera en sí misma.

Para habernos matado.

O lo que es peor, para habernos hecho un simple esguince de tobillo a falta de un día para los sanfermines.

Amigos y amigas, un placer haber compartido con vosotros y con vosotras otro año y aña.

¡¡¡¡ NO QUEDA NADAAAAAAAAAA !!!

¡¡¡ FELICES PATRONALES !!!

¡¡¡ VIVA SAN FERMÍN !!!

¡¡¡ GORA SAN FERMIN !!!