Archivo por meses: agosto 2012


IV Edicion Certamen Internacional Microrrelatos San Fermín

Gontrán Cháfer Reig (Monreal, Navarra)

Reprimenda

Eran las 4:47 de la mañana. Irati llegó a casa agotada. Desde las 7 de la tarde no había parado: las jotas en el Paseo Sarasate, los pinchos en San Nicolás, el concierto en la Plaza del Castillo, las cervezas en Estafeta… Una noche inolvidable en la que, además, había flirteado con un mozo valenciano con el que había quedado para ver el encierro en la curva de Mercaderes. Pero, a pesar de su juventud, aunque a sus 19 años se encontraba en plena forma, necesitaba descansar. Abrió la puerta despacio. Se quitó el pañuelico y la faja y se dirigió al aseo. De repente, en medio del pasillo, apareció su padre abrochándose el batín. Estaba despeinado, legañoso, con el semblante hosco de quien ve interrumpido su sueño en mitad de la noche. Irati lo miró sin decir nada. De pie frente a él, esperando un sermón, se preguntó quién le había asegurado que en sanfermines el mundo se daba la vuelta. Entonces su padre, sin variar ni un ápice la seriedad de su rostro, le espetó: «¿A dónde crees que vas? Te dije que no volvieras a casa antes de las 6 de la mañana. ¿Cuándo vas a aprender a desmadrarte?».

 

Angel Garcia Garcia (Ferrol, A Coruña)

Un puñado de arena

Un mal día lo tiene cualquiera, pensé. Ahora sin coche, sin pareja y sin trabajo. Las ocho de la tarde marcaba el reloj, con lo cual aún habría tiempo para algún percance más. Dejé las llaves en la entrada, en donde siempre, al lado del cenicero del último viaje con ella. Abrí una cerveza y me senté en el suelo del balcón. Metí la mano en el bolsillo de atras del pantalón y al sacarla estaba llena de arena. Hacia mucho tiempo que no me ponía ese pantalón. La acerqué a la cara y sentí como el cuerpo se me erizaba. Ese olor… cerre los ojos y la volví a respirar. Corría delante de un toro enorme, bestia azabache que hacia temblar los adoquínes del suelo solo con su aliento salvaje. Corría en un estado de extasis entre el vocerío y la luz. El cielo debe ser blanco y rojo, sangre y vida pensaba mientras el aire se volvía cada vez mas denso. Galopaba por momentos con la mano sobre ese animal de mas de 400 kilos, como parte de su manada, como una estampida en plena llanura, no me importaba nada más que sentir vida cuando vi aparecer la plaza. Guarde la arena.

 

JOSEP MARIA RODON CERVERA (LA ESCALA, GIRONA)

7 DE JULIO… ¡SAN FERMIN!

Hace ya mucho tiempo… fueron dos jorobados a los Sanfermines… Sorprendentemente, uno de ellos vio que al otro le había desaparecido su joroba… – ¡Cómo te lo has hecho?, -le preguntó-. Este le explico que había sido muy fácil. Que había una casa, en las afueras, donde vivían unas Brujas. Que por la noche se acercó y, sé quedó quieto junto a su puerta. Entonces escuchó como las Brujas cantaban: – Uno de Enero: dos de Febrero; tres de Marzo, cuatro de Abril; cinco de mayo; seis de Junio; siete de Julio… – ¡San Fermín! -se adelantó gritando el jorobado-. Oyendolo, las Brujas salieron de la casa y le quitaron su joroba. El otro hombre, sorprendido y esperanzado, se dirigió la noche siguiente, todo nervioso, a la casa de las Brujas, con la seguridad que sería la última vez, que arrastraría su joroba… No tardó mucho en oír como cantaban las mujeres: – Uno de Enero; dos de Febrero; tres de Marzo; cuatro de Abril; cinco de Mayo; seis de Junio; siete de Julio… – ¡Ocho de Agosto! -exclamó el segundo jorobado, muy nervioso-. Y las Brujas, saliendo de la casa al oirlo, en vez de quitársela…, le añadieron la del otro jorobado…

 

Mauricio Runno (Las Heras – Mendoza, Argentina)

Que te aplasten

Me encierro, no me encierro, mucho, poquito, nada. Mantra urbano. Me decido, no me decido. Pausa para escoger entre lo mucho, lo poquito, la nada. Un hemisferio dice que sí. El otro ya sabemos lo que dice. Que tengo unos días para hacer nada, lo que ya es hacer algo. Que esos mismos días debería aprovecharlos mejor, dice el hemisferio, ese al que mejor, para no caer en el desánimo, no conviene transcribir. Si pienso en la paz, el otro entra en guerra. Si creo que el problema del país es el desempleo, el otro, de inmediato, se ocupa, se emplea, descarga su potencial. Creo que debería salir de la ciudad, desatender ese hemisferio, esa voz que a veces me deja paralizado, como a mitad de camino, sin saber cómo regresar. Sí, hemisferio, saldré de la ciudad. Viajaré estos días. Suerte que te llevo conmigo. Vamos a la cuesta de Santo Domingo. ¿Que no es conveniente, eso es lo único que se te ocurre decirme? Iremos a Santo Domingo, y desde allí correr hasta la plaza del Ayuntamiento. Vendrás conmigo, hemisferio. Nada podrás hacer por detenerme. Y acaso hasta me consiga librarme de ti. Que vengan los toros, que te aplasten.


IV Edicion Certamen Internacional Microrrelatos San Fermín

David Casado Aguilera (Terrassa, Barcelona)

La meta es seguir corriendo

Miro al cielo, está limpio y claro, rezo, o hago que rezo, no recuerdo ninguna oración. A mi alrededor miradas nerviosas, nadie para quieto, se puede respirar la tensión que flota en el ambiente como el humo de un tren de otra época. Te lo prometí, no es tiempo de arrepentirse, miro al suelo empedrado, mis zapatillas bien anudadas, repaso mentalmente una carrera que he imaginado miles de veces, desde que te prometí que correría por ti. En todas esas carreras imaginarias volaba, corría al lado de los astados, como si fuera una prolongación de ellos. En esas carreras imaginarias no cabía el miedo, no dudaba, no me sudaban las manos. Suena el petardo de rigor, gritos, empujones, codazos, el corazón a mil por hora, no hay lugar para el retorno, para la huida, sólo cabe mirar al frente y correr. Noto la sangre correr por mis venas a borbotones. Sobre todo no mires atrás, no dudes, pero dudo, mis manos intentan palpar todo lo que fluye a mí alrededor, hasta que lo toco, su tacto es suave, musculoso, pura potencia, bravura que hace que me sienta más vivo de lo que me he sentido jamás. ¿La meta? No hay final, sólo seguir corriendo.

 

Manuel Mérida Ordás (Las Rozas, Madrid)

Entre tanta gente

Estaba solo, solo entre cientos de personas. Cada vez algo más nervioso, giraba la cabeza de lado a lado, buscando una cara conocida que no aparecía por ninguna parte. Sabía que era pronto, tenía sueño, tenía hambre y estaba asustado, muy asustado a la par que conmovido por aquel espectáculo: tanta gente vestida de blanco con pañuelos rojos anudados al cuello y las calles llenas de… un ambiente especial, diferente, llenas de algo, no sabría decir exactamente de qué, pero ese algo me distraía lo suficiente como para no llorar. Era maravilloso. Decidí caminar, sin rumbo fijo, pues no sabía bien donde estaba. Aquello era una locura. Pensaba que no volvería a verla, cuando, entre toda esa masa de gente que me desbordaba por los lados, alguien me levantó en brazos, y entonces, cuando iba a echarme a llorar histérico, descubrí que era mi madre que no se había movido de mi lado en ningún momento, que me alzó hasta la altura de su cara y me dijo: – ¿A dónde vas campeón? ¿No quieres ver correr delante de los toros a tus hermanos?

 

Juan Herranz Pérez (logroño, la rioja)

TODOS CORREN

No sé cómo, pero estoy consiguiendo mantener la vertical durante todo el recorrido, sorteando el riesgo en cada esquina, evitando algunos encontronazos y no menos embestidas. De repente, entre el veloz tumulto, un resplandor se va abriendo hueco al frente. Levanto la vista ante la puerta principal de la Monumental de Pamplona y en un instante estoy atravesando su túnel. Tras la intensa luz, siguiendo la mecánica de una tormenta, se escucha el atronador griterío de la gente. Todos celebran la culminación de nuestra noble carrera. Entro en la plaza y piso el albero. Mi respiración agitada no se detiene, acabo literalmente con la lengua afuera. Me siento exhausto, pero aún no he terminado. Por fin diviso la puerta de los corrales y me dirijo hacia allí. En la oscuridad del pasillo descanso finalmente, siento mi corazón apaciguarse. El resto de la manada va llegando.

 

Marta Martín Morales (Miajadas, Cáceres)

Un silencio ensordecedor

Silencio. Dentro de mí tan solo se oye un silencio ensordecedor alterado únicamente por mi respiración agitada. Ni voces ni gritos ni nada. Tan solo el retumbante silencio del peligro. Pero este peligro me sabe a dulce. Sabiendo que toda la emoción concentrada en mis venas está a punto de explotar en un eco de ese silencio. Mis oídos ensordecen mientras siento temblar mi organismo por el miedo, sintiendo a la vez y en ese preciso momento la sangre correr por mis venas, oyéndola fluir a gran velocidad. Solo entonces y no antes, mis ojos ven por una esquina de la córnea un asta blanca, manchada de rojo en su punta. Ya no se si es mía. Solo oigo silencio. Pero la emoción sigue haciendo trepidar la sangre de mis venas. Sin duda, incomparable con todo lo anteriormente vivido. Y un último recuerdo justo antes de desvanecerse mis sentidos… un Santo con casulla roja que hoy ilumina mi aventura.


IV Edicion Certamen Internacional Microrrelatos San Fermín

Laura Navas Martin (Aranjuez, Madrid)

La danza eterna

La multitud quedó muda cuando la vio aparecer. Su larga cabellera negra ondeaba al viento y el pañuelo rojo sangrante rodeaba su cuello dándole una solemnidad inigualable. Con paso firme caminó entre los turistas, los beodos, los niños y los ancianos que susurraban en voz baja su nombre. La plaza se había quedado parada en el tiempo y ella hacía su entrada triunfal, palpando con sus manos la emoción que flotaba en el aire, fruto de los años de esfuerzo y dedicación que ella y su familia habían volcado en ese arte. Correr. Nadie mejor que ella sabía que esa palabra tenía mucha más complejidad de la que podía aparentar. Era avanzar, moverse, coordinar la mente y el cuerpo en una danza armónica y salvaje con las bestias cornudas. Su mirada recorrió la plaza, buscó a los suyos, pero solo quedaba ella como única superviviente de su linaje. No solo debía demostrarles a todos su capacidad, debía perpetuar la tradición de su familia. El sol se reflejó en sus ropas blancas. En su pañuelo. En su piel dorada. Cerró los ojos y tomó aire, preparándose para la gran carrera. Los otros la miraban, esperando la señal para seguirla. Y entonces ella comenzó a correr.

 

Iván Parro Fernández (Madrid, Madrid)

7 de julio… San Fermín

“Mamá, por fin llega el gran día. Todo un año esperando para esto. Todo un año de preparación física y mental para esta batalla. Pero, ¿sabes? Me siento fuerte, seguro y preparado para esos días de gloria. Ya sabes lo que dicen: “Si a los toros gustas de ir, tienes que correr en San Fermín. Si vives la fiesta, si amas los toros, ir a San Fermín es obligatorio”. Te escribo desde esta Pamplona querida que ya viste de blanco y rojo para estos días de fiesta”. Esta es la carta que escribió mi hijo y que cada día leo con emoción y angustia al recordar aquel incidente- decía todos sus amigos. Se resbaló, cayó al suelo y un toro le embistió. Gracias a cuatro héroes que le protegieron hoy podemos contarlo. Mi madre saca un pañuelo de uno de sus bolsillos y se seca las lágrimas, pero todo está bien porque yo sigo allí. A pesar de todo y de todos no falto ni un solo año a la cita, ya detrás de las barreras porque con mi silla de ruedas no puedo correr bien, y sobre todo porque me gusta la fiesta, me gustan los toros y me gusta San Fermín.

 

BEATRIZ ROS NIETO (RUBIELOS DE MORA, TERUEL)

EL JUGLAR

En Pamplona hubo, en tiempos, una especie de juglar. Cada año, sin falta, aparecía el día seis de julio en el Pocico de Cernin y allí se quedaba hasta el mismo día catorce. Tan acostumbrados estaban sus gentes a verle cantar y recitar, a hacer juegos malabares y a saludar con su eterna sonrisa que, el año que no apareció, la gente empezó a preguntarse quién era realmente ese personaje, de dónde había venido o desde cuándo estaba allí. Lo que al principio fue sólo curiosidad por parte de los habitantes de Pamplona se convirtió, en pocos días, en auténtica desazón y la gente empezaba a sentir que necesitaba que aquel juglar anónimo volviera. Al segundo año de la “repentina y fatídica desaparición” (como algunos ya la habían catalogado) la situación era tan insostenible que el propio alcalde tuvo que tomar cartas en el asunto y convocar un Pleno Extraordinario para decidir cómo actuar. Ciertamente, aunque lo intentaron todo y se utilizaron todos los medios posibles para encontrar y traer de vuelta al misterioso juglar, nada volvió a saberse de él y, con el tiempo, la gente empezó a ignorar su ausencia como, en su día, también habían ignorado su presencia…

 

BEGOÑA SASTRE (Madrid, MADRID)

SAN FERMINES

San Fermín patrón de Pamplona,, tierra fundada por Pompeyo, San Fermín Santo que da nombre a las fiestas de esa tierra bella , esas fiestas llenas de alegría, de gozo, de unión entre culturas, razas, y mil lenguas diferentes que durante una semana, se convierten en un mismo sentir, , en el placer de compartir, de reír, de competir. Miro al calendario y veo l, los días pasar, tal y como dice la canción, uno de enero, dos de Febrero, tres de Marzo, cuatro de Abril , uno tras otro esperando impaciente que llegue el gran día, ese día en que cuando exclamas siete de Julio todo el mundo grita al unísono, ¡San Fermín! Y vuelvo a revivir el chupinazo, el balcón del ayuntamiento y tanta alegría compartida en esa plaza. Que vivan los san fermines, fiesta llenas de luz, de vida, fiestas en las que jóvenes y no tan jóvenes le echan un pulso al toro ¿Quién puede mas el hombre o el toro? ¿La mente o la fuerza? De igual a igual, una carrera entre amigos por llegar hasta el final. Una carrera que solo quiere aspirar al placer de celebrar que una vez más ha llegado San Fermín a este lugar.


IV Edicion Certamen Internacional Microrrelatos San Fermín

Judith González (La Zubia, Granada)

No me gustan que masacren toros

Nunca pude entender el placer malsano de gozar con la muerte de nadie, ni siquiera de un animal. Por eso jamás fui a una corrida ni adherí a ningún festejo que tuviera que ver con el sufrimiento. Hace poco vi la posibilidad de escribir a un concurso de relatos, el premio era prometedor, pero… la temática era la famosa fiesta de San Fermín. “Por ética no debería participar”, me dije, aunque mi voluntad de escribir me planteó sortear el obstáculo diciendo la verdad. Y la verdad es que esta fiesta no me gusta nada. Pensé entonces que tal vez podría escribir de lo que pienso, de lo que siento de esto; pero caí en cuenta de que si esto es un gran negocio, mis apreciaciones no sólo caerían en saco roto, sino que serían muy mal recibidas. Matar, azuzar, o maltratar, nunca debería ser un placer, un arte ni el pretexto para un festejo, es lo que pienso. Mandé el texto y olvidé el concurso. Podría haber intentado una ficción más convincente, pero no quise. Quiero mucho a los animales y no escribiría ni una línea que alentara a hacerles daño. De todas formas es tan difícil ganar, que al menos, habré sido sincera.

 

Reynier Carvajal Iglesias (Gascue – Santo Domingo, Republica Dominicana)

El toro y la muchacha de bronce

Lanzan el chupinazo y arde la multitud aglomerada al rededor de la plaza de Pamplona. A lo lejos un soldado gigante de madera alza una pañoleta azul con bordados color gualda. —¡¡¡A comenzado LA FIESTA!!!– Vocean todos entre cánticos y encierro. Mas ella, quedó sola, sentada sobre un toro de hierro que siempre ha estado aguardando en la inmediaciones del parque. Sus lágrimas invocan la alegría, aunque coquetean con algo de nostalgia. Con su mano blanca y sedosa acaricia al animal de metal; acerca sus labios rojos y juveniles a una de las orejas del toro, y le susurra con tierna voz -¿Ves las lágrimas de bronce que corren por mi mejilla? Son para fundirse con tu metal entre encierros y júbilo, y por siempre compartir juntos, cada año, 204 horas de pueblo y tradición.

 

LUIS MANUEL ORMACHEA AZPILCUETA (SOCABAYA – AREQUIPA, PERÚ)

EUCARISTÍA

Suele ocurrir: el sol viaje sobre nuestras cabezas o los patios, gire, devorando, incluso, a las músicas más orgullosas: ¿qué sería del pobre artefacto de telarañas que ha atrincherado su belleza, entre la inalcanzable soledad y esa ternura de las madres cuando inmolan un delicado trozo de mar? Sol que detiene oleajes y permite el cordero huya por un antiguo cauce de aluviones ¿Hacia dónde lo llevará a devorar? Cuando fui río y las únicas verdades posibles las hallaba en los ojos de risa convergente del cráneo de los corderos, y toda esa música comenzaba a brotar como un manto de flores Cubrían mi cuerpo y tan humanas que era fácil confundirlas con algún mal, alguna podredumbre, y es por eso, mi padre, conmovido pastor, nunca permitió que volviera a la luz; entre las grietas de mi refugio los rayos del rezo al proclamar su cúpula fundamental siempre fueron deslumbrante amenaza.

 

Juan Román Muñoz (Sant Feliu de Buixalleu, Girona)

El destello

Derrotaba el morlaco de una manera espantosa, el muchacho, con una tremenda cara de espanto, intentaba salir de aquel espacio entre las astas que presagiaba tragedia. Algunos corredores intentaban llamar la atención del toro, pero el animal seguía en sus trece, y suerte tuvo el chaval que fue entre una ventana de rejas donde lo tenía atrapado. El toro golpeaba una y otra vez, pero las rejas trababan sus golpes y ninguno conseguía alcanzar al muchacho; era como si una coraza invisible le protegiera. Y así estuvo un rato, con la garganta en un puño de todos aquellos que presenciaban la temible escena. Algunos testigos dijeron que vieron algo, como si un porticón de la ventana se abriera y saliera una luz; otros que un gran destello del sol se había reflejado contra el cristal. La cuestión es que el toro giró y se sumó a la carrera. El muchacho lo recordaría durante toda su vida, aquel momento en que su pecho estuvo expuesto a las astas de un miura. Él no supo nunca que obligó al toro a retirarse, pero a lo largo del tiempo permaneció la leyenda de que al toro lo había deslumbrado el Santo.


IV Edicion Certamen Internacional Microrrelatos San Fermín

Ricardo Badenes Velasco (Atzeneta del Maestrat, Castellón)

Y ESO QUE SOLO VAN A TIRAR UN COHETE…

Mi padre andaba inquieto y mucho más jubiloso de lo habitual. Hacía mucha calor. De buena mañana, mi madre y él cargaron el flamante Dos Caballos, y emprendieron viaje. Hacia mediodía, a la altura de Zaragoza, mi progenitor detuvo el coche. -¿Qué haces? Sin mediar palabra, sacó su pañuelico rojo, miró el reloj, esperó unos segundos y se lo anudó al cuello. -¡Vamos! Eran las 12 en punto de un 6 de Julio de mediados los 60. Iban a vivir sus primeros Sanfermines. 40 años después. Plaza Ayuntamiento, Valencia, 6 de Julio, 12 horas. En la radio, una voz de mujer lanza un grito a los cuatro vientos… “¡Viva San Fermín!”. Emotivas lágrimas enfilan mis mejillas. Desde el asiento de atrás, mi hijo, 20 años, lo ve todo. Nada dice. No es necesario. Aquel día, como yo 40 años antes, aprendió lo que pueden significar los Sanfermines. Justo 1 año menos un minutico después. Pamplona. Carlos III. Mi amigo Quique y yo. -Tengo la piel de gallina. -Y yo… La emoción contenida, los pelos como escarpias… -Y eso que solo van a tirar un cohete… Se oyó el Chupinazo, nos anudamos el pañuelico y, sin mediar palabra -no podíamos-, nos abrazamos. -¡¡¡Viva San Fermín!!!

 

Andrés Fornells Fayos (El Padron, Estepona, Málaga)

TRADICIÓN HEREDADA

Mi abuelo corrió en los Sanfermines, mi padre hizo otro tanto y como no podía ser de otra manera, también he corrido yo y sigo corriendo. Nuestra gran fiesta es muy conocida internacionalmente y cada año, de todas partes del planeta viene gente a celebrar con nosotros esta importantísima fiesta, que es única en el mundo entero. Hoy es un día muy especial para mí. Hoy por primera vez ha corrido mi hijo mayor conmigo. Y ahora que es de noche y ya ha pasado la excitación y las emociones del día y hemos cenado, mientras me fumo un cigarrillo en la terracita de mi casa y escucho el jolgorio que hay en la calle, en la que se mezclan los idiomas como si se hubieran reunido todos los obreros de una imaginaria torre de Babel, recuerdo cada imagen vivida esta mañana y la emoción que me invade llena de humedad mis ojos, porque esta mañana, mientras corríamos, mi hijo estaba más pendiente de que los toros no me pillaran a mí, que de que lo pillaran a él. Y cuando hemos terminado con los astados ya entrados en la plaza, se ha abrazado a mí y me ha dicho: —¡Papá, somos grandes!

 

SONIA LESTADO MATUTE (viana, navarra)

¿CRONICA DE UN ENCIERRO?

Como diría mi viejo amigo Ernest, intenta comprender,no eres un personaje de tragedia, y con esa máxima entre ambas cornamentas, recorría la Estafeta detrás de unos cuántos mozos bien conjuntados que intentaban dejarme atrás.Animado por los ánimos, que en diferentes y lejanas lenguas llegaban a mis oídos, miraba hacia arriba, y a pesar de que acababan de dar las ocho campanadas, aún percibía ese olor acre que la pasada noche, cómo una lluvia de estrellas multicolores, había inundado el cielo de mi querida Pamplona.Bajo mis cuatro patas, un pavimento fuerte y curtido, testigo de muchas jornadas,que como hoy ,empiezan el día entonando una emotiva petición al santo y acaban con el sol ya dormido, en un mar de fiesta y alegría, donde algunos naufragan por amor,otros por desamor, pero desde luego ninguno por aburrimiento.Y a mi alrededor una nube de blancos y rojos, recordandome un tablero de ajedrez en el transcurso de una partida con final incierto.Reunidos los trebejos, cada uno en su posición, transcurre ya la partida, que tras tres largos minutos en tablas culminó.Qué viva LA FIESTA!

 

Carolina Iriarte Erdozain (Bilbao, Bizkaia)

Momentico de vuelta en la villavesa

-¡Cómo se me han quedado de sucios los bajos de los pantalones! -Mi ama los mete en “Coca-cola” y se quedan blancos -¿En serio? pensaba que era una leyenda urbana -En serio, hasta la ropa de los toros se queda como nueva. Cuando vivíamos en casa de mis padres, a la que íbamos llegando nos desvestíamos y metíamos la ropa blanca en la lavadora, cuando amanecíamos estaba limpia, era como un milagro. -Sí, el milagro de la madre sanferminera, de todos modos es una especie en peligro de extinción. -Ya te digo… ¡Ay! ¡Qué ganas de llegar a casa! Me duelen los pies. -¿Mañana sales? -No, ya no salgo más de noche, ahora con el crio me toca hacer planes diurnos -¡Qué rollo! -Bueno, no creas, los sanfermines de día tienen su cosa también. -¿Qué cosa? -Pues los kilikis, la emoción de los críos… -¡Venga Ainara! pero si el tuyo está todo el rato llorando, es acercarse Caravinagre y entra en shock. -¡Qué no!Le gustan mucho pero de más lejos -Ya… ¿Y qué más? -Pues la procesión… -¿La procesión? Pero Ainara si tú no has hecho ni la comunión -Pues te juro que se me ponen los pelos como escarpias… -Ya,ya…anda dale al timbre.