Archivo por meses: septiembre 2012


IV Edicion Certamen Internacional Microrrelatos San Fermín 2

Víctor Barandalla Aristu (Noain, Navarra)

El Nacimiento

La mañana comenzaba ajetreada y con prisas, ante mi, 5 compañeros parecían esperar impasibles y con un color ligeramente acartonado, un acabado final que nos delatara el personaje. Mi barba aun ni se distinguía de mi cara, era como si me la deformara. A mi lado, una chica risueña con mis mismos rasgos me acompañaba, con tres plumas iguales a las mías. No entendía nada, aunque poco a poco me iba haciendo a la idea. De momento sin brazos, sin piernas, padecía inmóvil esperando respuesta. Comenzaba a tener noción del tiempo, y comenzaba a entender el por qué de las prisas, oía un 30 de Junio como fecha bautismal. Colocados sobre un caballete de madera pasamos a tener altura. Una casaca rojiza y una falda cruda empezaron a adornarme el cuerpo junto a un car cag y un arco, y a darme abrigo, pues el taller era frio. Él comenzaba a tutearme sobre una escalera, y a colocarme unos brazos con los que me hubieran dado ganas de abrazarlo al saber que era Tadeo, antes de ser atados a mi cintura. Al acabar, nos esperaban dos hermanos más, perfectamente engalanados y los 8 éramos ajenos al calor que recibiríamos en 152 años de vida.

 

carmen zabalegui larrea (castellon de la plana, castellon)

JEANNE MOREAU

Miro a los baldosines del Cafe Iruña , por fin aqui , uh esta alli , tapo sus ojos , de espalda le digo al oido , je sui …? el contesta Jeanne Moreau , me ha reconocido , ha pasado un año y toda la fiesta y la alegria esta alli , un gran abrazo , como estas ? un beso , El Iruña me sabe a chispas , burbujas , colores y olores .Suena la musica , no conozco la melodia pero las piernas y las caderas se mueven sin cesar , el cuerpo se vuelve magico , te impregna la alegria, se te alegran los ojos con el blanco y el rojo , alzamos los vasos de cerveza , el artesonado del techo ahora es dorado , salta la refrescante y rubia bebida , nos secamos uno a otro , sonrisas y risas , imposible hablar ruido y algarabia y ademas no hablamos el mismo idioma.Me coge de la mano bailamos , me lleva para fuera , el suelo de los porches esta humedo , nos miramos con pausa la chica de Pamplona le recordaba a Jeanne Moreau , un gran honor , anocheciendo , seguiamos riendo .

 

ESTEBAN ORIZALES MIRANDA (TUDELA, NAVARRA)

EL ENCIERRO

Las 8 de la mañana, suena el cohete, hace un rato que me muevo e intento soltar los nervios inútilmente, el miedo se escurre por mi espalda. Una mano se apoya en mi hombro, siento su respiración en la nuca, mi corazón es lo único que alcanzo a distinguir. Un puntapié leve en los gemelos, un fuerte golpe en la cabeza, al mismo tiempo alguien grita: “Mikel, son las 8 y 10, o te levantas o no vas a llegar a la oficina”. Todavía faltan 65 días y ya he soñado 300 encierros diferentes.

 

Iñaki Echarte Vidarte (Madrid, Madrid)

los chupinazos que me quedan por delante

cierro los ojos y recuerdo el suelo, lleno de mosaicos, de la plaza del castillo, bajo mis pequeños pies (y los de mi hermano, y los de mis primas, y los de mi primo), calzados tod@s con unos pequeñas alpargatas. abro los ojos y puedo ver entre mis fotos antiguas como miro, con creciente temor la verga de los cabezudos (y no necesariamente caravinagre) con los que mi padre me obligaba a posar año tras año. cierro los ojos y puedo oler la hierba de la plaza de los fueros, mezclada en nuestras ropas con el alcohol de la noche anterior (que a veces terminaba cuando empezaba la otra, mientras escuchábamos la música que acompañaba a las danzas tradicionales. fue mi último sanfermín adolescente. abro los ojos, y veo a través de mi nueva mirada de pamplonica en el exilio el fascinante espectáculo que me brinda la cuadrilla de mi hermano, una cuadrilla loca, loca, loca, que te rodea de su felicidad y de sus catxis, en una fiesta que es suya, una fiesta que ni el mejor narrador estadounidense puede robarles. cierro los ojos y escucho, uno tras otro, todos los chupinazos que me quedan por delante.

 

Rubén Gozalo Ledesma (Salamanca, Salamanca)

7 de julio

Desde el año pasado que estuvo en los Sanfermines acude a un psicólogo a diario porque una manada de toros y cabestros furiosos le persigue a todas horas. No le dejan en paz en ningún sitio. Le abordan en la cafetería, en su puesto de trabajo, en el cine, en el supermercado e incluso, por las noches, cuando está con su santa esposa destrozando los muelles del somier. Y entonces tiene que salir corriendo, descalzo, desnudo. Huye de madrugada por la calle Estafeta hasta que los despista. El psicólogo dice que son figuraciones suyas, que esos animales que habitan en su cabeza no existen. Por eso, le somete a hipnosis, le insta a hacer yoga y, por último, le receta unas pastillas de colores. Tras unos meses está mejor, se siente bien; ya duerme de un tirón. Sin embargo, ayer se despertó empapado en sudor después de que unos morlacos se ensañasen de nuevo con él. Al incorporarse de la cama y dar la luz, todavía tenía un pañuelo rojo anudado al cuello, una cornada reciente en el muslo y un toro sentado en el sofá que no cesaba de repetir: mañana es San Fermín.


IV Edicion Certamen Internacional Microrrelatos San Fermín

Amador R. Salcini Márquez (Puerto Real, Cadiz)

Mi Primer San Fermín

La mañana invitaba a correr. Esperaba ansioso junto a mis compañeros el momento de empezar. Notaba como minuto a minuto, el pulso se me iba acelerando, los empujones de los que me rodeaban no ayudaban a calmar los ánimos. Tras escuchar los cánticos, un chupinazo fue el detonante para que se abrieran las puertas y todos comenzáramos una deletérea carrera. Podía oler la adrenalina de los mozos, oír los latidos de sus corazones, sentir cada miedo como si fuera propio. Junto a mí, corría un joven que trastabilló y fue pisoteado por la manada. Miraba hacia delante, procuraba no distraer mi atención; el gentío era inmenso. No veía más que cuerpos corriendo y manos agarradas a periódicos a los que se asían fuertemente como si estos fuesen a protegerlos de los afilados pitones. Con mi ritmo constante, llegamos en pocos minutos y en tropel a la gran plaza, de donde pude escabullirme por un hueco y dejar que la adrenalina, el sudor y el miedo se esfumaran. Por la tarde, volví a aquel ruedo. Ya no había nadie en la arena, notaba como el pulso se me aceleraba, la adrenalina volvía ahora con más fuerza; estaba solo y usé toda mi bravura para defenderme.

 

Miren Juaristi Zabaleta (Azkoitia, Gipuzkoa)

Goizeko agurrak

Aurreneko aldiz aitarekin joan nintzen. 16 urte nituen. Amak prestatzen zigun egunkaria eta etxetik ateratzean, “kontuz ibili” batekin agurtzen gintuen. Ondoren, koadrilakoekin hasi nintzen. 22 urte nituen. Gero, lankideekin jarraitu nuen. 29 urte nituen. Aita hila zen baina bere kamiseta eramaten nuen. Segidan, zure amarekin ezkondu nintzen. 31 urte nituen. Bera hasi zen goizean egunkaria prestatzen eta agurtzeko, “gero arte” esaten zidan. Orain, alaba, zoriontsu naiz elkarrekin joaten garenean. 70 urte ditut eta karrikan zezenen aurretik korrika ikusten zaitudanean, amonaren “kontuz ibili” eta emaztearen “gero arte” datozkit burura. —Aita? —Bai. —Gora, zu!

 

Jorge Abelleira (Miami – Estado de la Florida, EEUU)

Tauro

Se había prometido, de ser posible, no acercarse siquiera al circuito de los toros; de hecho le parecía una fiesta de mal augurio. Pero le seducía el ambiente, la bullaranga, el gentío. Le gustó la mano de una mujer que lo rozó al pasar. Había estado pensando en eso en la oscuridad de su alojamiento hasta que el sueño lo venció. Era un ser de pocas dudas y cuando el propietario o administrador del hospedaje le indicó por gestos que debía irse, se fue. No había opcíon, todo conducía al circuito de los toros. Así es que entró de frente, como un actor metido sin ensayo en una obra, sin rabia ni miedo, a embestir todo lo que le obstaculizara el paso a la salida.

 

Maika Etxarri Yabar (Barañain, Navarra)

Magia en San Fermín

Hablan tus ojos, como un azote del viento, entre tantas alegrías como el susurro de un álamo encrespado hacia el cielo. Hablan tus ojos, con un brillo hialino transparente que trasciende hasta tu alma, pura y blanca. Hablan tus ojos, como estrellas fugaces plateadas, e irisadas. Hablan tus ojos, cuando el reloj del tiempo rompe con estruendo el cielo pamplonés. A la flor de mi vida, a mi flor del mañana. Fuera melancolías, acantilados y olas bravas. Hoy ha nacido una llama de fiesta, en el fondo de tu ánima, bandera blanca. Es un arcoiris solidario, inmerso en colores, rojo y blanco. El cohete irrumpe tu sueño, en el mundo de Morfeo. Y tu alma alborozada se funde al clamor del pueblo. Tu corazón se desborda de alegría al vivir estos instantes mágicos, anhelados y soñados. En las calles lágrimas de felicidad caen como cascadas de agua clara. Cascadas de amor mojan tus mejillas sonrosadas. Y con el pañuelico rojo se ilumina la chispa de tu dulce sueño. A la flor de mi vida, a este niño inocente, que ya puede comprender la magia de este instante, en el cielo pamplonés.


IV Edicion Certamen Internacional Microrrelatos San Fermín

Julio González Munill (Alicante, Alicante)

Miradas

La bestia me miró a los ojos. Yo también fijé mi mirada en los suyos. Entonces, los dos comprendimos que la fiesta acababa de comenzar. Y corrimos.

 

ALEJANDRO GARMENDIA GOMEZ (PAMPLONA, NAVARRA)

MINOTAURO

Allí estaba, tembloroso ante la tormenta perfecta. Sobre el adoquín más famoso del mundo, junto a otros locos apasionados de la vida. Si amigo, ahí la busqué, y tardé tan breve espacio de tiempo en encontrarla que sentí una punzada tan profunda en el pecho que me pareció estar muriendo y resucitando en un mismo suspiro. Cerré los ojos y me encerré dentro de las fronteras que había conocido hasta entonces. ¿Qué vida es esta a la que nadie respeta hasta el momento de cruzarse con trenes como este? Trenes llenos de pasajeros nacidos de las sensaciones y de los escalofríos. Si la piel quiere ser gallina, se lo permito, se lo exijo, se lo ordeno, por los clavos de Cristo, que lo sea. – Abre la puerta, ábrela que entro -dije sin reparos. – Te abro, pero entiende que tu destino no es el infierno, es el paraíso -respondió el ser astado Los últimos pasos fueron los suyos. Juntos los dimos. Y mientras sentía como me atravesaba, acabamos por fundirnos en uno solo

 

MIGUEL PEREIRA RODRIGO (MADRID, MADRID)

DE INFARTO

Todavía recuerda con nitidez su primer San Fermín. Desde que emprendió el viaje a Pamplona estaba nervioso. Y una vez allí, vivió con el corazón en un puño el canto previo al patrón y el fogonazo de salida. Una marea blanca y roja lo cubría todo y la carrera… La carrera pura adrenalina, sobre todo cuando, con los morlacos a escasos centímetros, se cayó bien avanzada Estafeta. La tensión le permitió incorporarse como un resorte y continúo corriendo, lo que restaba hasta la plaza, con el pitón de un Miura rozándole el costado. Sobre el albero consiguió relajarse. Pero eso no había sido nada. Por la tarde tuvo que brear con unos obstinados hombres que se empeñaban en plantarle cara. Finalmente, con toda la plaza puesta en pie, consiguió el indulto.

 

Jesús Espada Triguero (Toledo, Toledo)

San Fermín al rescate

6 de julio. 8:55 h. El sms de Patxi me deja helado: “M voy al pueblo. No t he dicho nada pq t vas a mosquear. Disfruta”. Le llamo pero salta el buzón. Debí imaginarlo. Lleva casi un año en paro y cada vez está más jodido. 9:10 h. Me ducho en un minuto. Meto ropa blanca y dos pañuelos en una bolsa y salgo disparado. 9:30 h. Me dicen en la estación que el autobús salió a las nueve. Es de los que hacen varias paradas. Toca correr. Me juego la multa. Insisto con el móvil, sigue fuera de cobertura. 10:20 h. Alcanzo al autobús casi en el pueblo. Patxi baja con la mirada perdida. Alucina al verme allí. No hace falta decir nada. La gente nos mira fundidos en un abrazo. En el viaje de vuelta no hay sitio para crisis ni tristezas. Solo cabe la fiesta. Y la amistad. 11:45 h. De nuevo en Pamplona, nos vestimos a la carrera. 12:00 h. Imposible llegar este año a la Plaza del Ayuntamiento, pero el chupinazo es más emocionante que nunca. Una lágrima se escapa al atarnos el pañuelo. Con la mitad de presupuesto, presiento que serán los mejores sanfermines de mi vida.


IV Edicion Certamen Internacional Microrrelatos San Fermín

Ana María Lezcano Fuente (SANTA CRUZ DE BEZANA, CANTABRIA)

ROMÁNTICO SAN FERMÍN

La pareja, encantadoramente joven, encontró la habitación de la casa particular, en la calle Estafeta, muy de su agrado. Iban a ver en primera fila, sin peligro, y por primera vez, un encierro. Estaban documentados, varios meses preparando lo que consideraban una romántica y divertida aventura. Eran extranjeros y acomodados. Ejecutivos que habían decidido tomarse unos días de vacaciones para emular a los miles de turistas que se dejaban caer por Pamplona durante, algunas veces, siete días seguidos. Incluso sabían cantar, con acento, el pobre de mí aunque no llegaran a entender del todo de qué iba el asunto. ¡Fiesta ¡ eso les habían prometido en la agencia de viajes neoyorquina. Se prepararon: vestidos de gala, tirantes y sandalias de marca ella, traje Armani de lino él. Champán y caviar. Bebieron. Sus paladares no degustaban todavía un buen chorizo regado con tintorro. En la calle empezó la algarabía. Gritos y fanfarria atronaban el ambiente. Él se apretó a ella, la atrajo hacia sí y se excitó mientras veía llegar el primer toro. Ella se dejó hacer, excitadísima también, una copa en la mano izquierda, la otra buscando lo prohibido. Visto y no visto, el encierro pasó. Siete días de amor…

 

Eva Barandalla Aristu (Zizur Mayor, Navarra)

El Protagonista

Días pasaron sin entender el por qué, no sabía que me podría suceder, yo, al igual que mis hermanos, padecía estático en aquella estantería sin ni siquiera imaginarme mi destino final. Días antes, unas manos me manipulaban y creaban con un único fin, el de generar un ruido ensordecedor, ya que a mí no me habían puesto iluminación, solo ruido. Este es para Pamplona!!!, oía yo en el almacén, mientras unas manos me empaquetaban, y junto a mi larga cola, era envuelto con delicadeza y señalado con la pegatina de “peligroso”, como si de un miura se tratara. Pasaron los días, mi viaje fue fugaz, increíblemente rápido creo, pero aún no podía ser capaz de correr solo. Una vez llegado al destino, en otro lugar me acomodaron, junto a mis hermanos, que parecía que ya querían salir. Con nuestra bata de cola, allí esperábamos el momento de nuestra actuación. Hasta el día 6 ni los toquéis, por favor!!!, oíamos de lejos. Llego el gran día, y tras sorpresa de todos, fui el primero en ser colocado en una especie de soporte metálico. Una muchedumbre no me quitaba ojo, y tras unas manos con pulso tembloroso……, di el comienzo a la fiesta. GORA SAN FERMÍN!!!

 

Eva Estaun Sanz (Zaragoza, Zaragoza)

El último encierro

Otro año más el chupinazo llegaba a recordarme la tragedia. Lo oía desde mi piso de estafeta como si no hubieran pasado diez años. Desde entonces no había podido levantarme de la cama. Silvia rompió conmigo el 6 de julio y yo aprovechando el ambiente, el calor y las fiestas me había escondido detrás de muchos vasos de whiskey, baile, fiesta y sinsentido. Lo que no perdonaba era el encierro. Paquito me arrastró hacia el portal de mi casa empeñado en impedirme saltar, pero cuando el bullicio llegó a mis oídos, salté la barrera, sin equilibrio, sin reflejos. Solo recuerdo sabor a sangre en la boca, gritos a mi alrededor, gente e inconsciencia. Cuando abrí los ojos estaba en la clínica rodeado de caras muy serias que venían a darme la noticia, no volvería a caminar jamás. Durante toda la semana oí la música y el jolgorio de mi fiesta grande. Encendí la tele, 38 heridos y dos muertes es el recuento final de víctimas tras el último encierro de San Fermín, ¿eso era yo? ¿un numero más de esos 38? Me di la vuelta en la habitación de hospital mientras, a lo lejos hoy entonar el pobre de mí.

 

ALBERTO SORIANO FERRI (PETRER, ALICANTE)

DEL OTRO LADO

Un estruendoso y acompasado cántico, seguido de un trueno ensordecedor. Entonces, una puerta se abre. ¿Libre al fin? Salgo corriendo, excitado, los compañeros a mi lado… pero no es más que un largo corredor. No hay escapatoria. Delante de nosotros una enorme mancha blanca y roja se agita y tiembla. Hacia ella vamos. El suelo es duro y resbaladizo; el camino estrecho. La gran mancha se disipa y se abre ante nuestro paso, pero siempre hay más detrás, nunca termina. De repente, una curva muy cerrada, inesperada. Resbalo y caigo. Aunque rápidamente me incorporo. Demasiado tarde, mis compañeros no están. Me encuentro solo, inquieto en medio de la gran masa, que ahora reconozco: son esos animales de dos patas, están por todos lados. Gritan y me provocan. ¿Qué pretenden? Allí veo a uno solo. «Embístelo». Pero ahora huye, y se aparta el muy cobarde. «Ignóralo pues, y sigue corriendo». Siento que mis amigos se alejan y el paso es cada vez más estrecho. Pero, ¿qué es esto ahora? ¡Qué grande y luminoso! ¡Y siento la tierra al fin bajo mis pezuñas! Aunque no veo a los demás. Al fondo, sí, en esa puerta, creo que los huelo. Voy allá a ver si los encuentro…

 

Antonio Luna García-Mina (Madrid, Madrid)

La última de ayer

Suena el despertador. No me lo creo, me sobró la última. Me lavo y visto de blanco limpio y planchado, como si nada ocurriera en mi cuerpo. Salgo a la calle y camino probando mis piernas. Están pesadas, quizás los nervios o la última de hace unas horas. Llego con tiempo y un caldico me sienta a gloria. Pasa la Pamplonesa y su música calienta mi estado de ánimo. Falta poco y bajo a ver al Santo. ¡Todo el año y me acuerdo de rezarle a falta de unos minutos! Pido disculpas y hago propósito de enmienda, pero no hay tiempo. Tengo miedo y le pido valor más que protección. Me coloco donde siempre y me vuelvo a atar las zapatillas. Comienzo a botar sin saber por qué. Suena el cohete y un escalofrío de emoción recorre mi cuerpo. Pasa gente corriendo. Aguanto en mi sitio pero las piernas comienzan a irse solas. Me empujan. Corro. Miro hacia atrás. Oigo gritos en los balcones. No veo…¡no veo nada! Corro más. Viene uno negro. Me retiro precipitadamente y choco contra la pared. Estoy sudando, quizás la última de ayer. Hoy más y mañana otra vez. ¡Viva San Fermín!


IV Edicion Certamen Internacional Microrrelatos San Fermín

Eukene Zabala Bilbao (Pontedeume, La Coruña)

El último encierro de Fermín

-¡Aupa San Fermin! -grita uno de los espectadores detrás de la barrera; no le ve pero siente la emoción de todos, un cosquilleo por la boca del estómago. Hoy no ha desayunado pero normalmente lo hace la cuadrilla en el bajo de Tomás Sagastizábal. Huevos, tortillas, buen lomico, vino del año bien seleccionado; habrá pasteles, tortas y dulces para los golosos y alguna mujer que se deja ver tan temprano. Jose, Josean, Paquico, Rpbert, Isma,… están todos. Ellos han ido hasta la plaza para correr desde la salida, como siempre. – ¡Ahí están! ¡Ya se oye! -dice el público Una vez estuvo, como hoy, aguantando la corriente en medio de un arroyo bravo. Bien sujeto a las piedras del fondo para mantenerse en el lugar. Sus músculos se aferran como el ancla. La corriente es cada vez mas potente. por fin se ve aparecen a los toros. Altos, orgullosos, membrudos, ganando terreno sobre la multitud que les rodea. Se ven cada vez mas cerca. Aguantará hasta que solo vea un primer plano de ellos. Se aferrará al fondo del arroyo con todas sus fuerzas. ¡Ahí están! ¡Ya! – Ya ha muerto. Ha estado esperando a que pasen por abajo -anuncia su hermana

 

AINGERU PÉREZ CRESPO (PAMPLONA, NAVARRA)

SAN FERMÍN RECORTADO, SAN FERMÍN DISFRUTADO

Tras más de un año de duras condiciones de vida, para muchísimas/os pamplonicas, llegan las fiestas de nuestra ciudad, las siempre pertenecientes, con muchas razones para disfrutarlas. Yo animoa todas los ciudadanas/os de Pamplon-Iruña, a que hagamos un alto y nos expansionemos a medida de nuestra posibilidades, especialmente a los miles de vecinos, no olvidados, que no tienen trabajo y si los afectados lo deciden, ya vendrán el resto del año para encarar, — hoy más que nunca — el derecho humano al trabajo. Los sanfermines son famosos por sus grandes y únicos espectáculos, existiendo en muchas horas del largo día, comidas con familiares, con amigos, actos culturales, eventos deportivos, musicales, tradiciones de nuestra tierra, costumbres, todo ello con ambiente muy campechano, acojedor, y sano, que los visitantes siempre han valorado, volviendo año tras año a ésta ciudad vestida de rojo y blanco. Yo nunca he conocido tan cabreado al «Caravinagre» — Kiliki-Tío Sam » éste año — y éstos son los motivos, primero: con gesto amenazante, señala a los culpables por todos conocidos de ésta injusta debacle social, segundo: no acepta que el cartel de todos los pamplonicas, no figure el » te quiero para San Fermín-Sanfermiñetarako nahi dizut».

 

Rocío López Garrido (Madrid, Madrid)

Otro Fermín en Pamplona

Fue mi primer día en el ruedo, una mezcla de emoción y miedo, eran tan grandes,… Mi madre me advertía, “Mantente cerca”, cerca de dónde, cerca de qué; mi madre siempre me daba el mismo consejo, igual daba si estábamos en la playa, con el viejo, mi abuelo, que no paraba de contarme sus historietas del viejo español en Cuba, o aquí, entre estas bestias vestidos de rojo y blanco. ¡Pobre de mí! El retumbar de la música hacía temblar mi minúsculo cuerpo por completo; ya se veían a lo lejos, ya llegaban, seres gigantescos, saltando y brincando al ritmo de la música, yo no era el único que no podía disimular el miedo. Ya pasó, ya pasó, cuatro años recién cumplidos, otro Fermín en Pamplona, amedrentado por los cabezudos.

 

Josué Castro Puga (Querétaro – Querétaro, México)

La nostalgia es un encierro

Ni las cadenas de la fanática guardia del caudillo moro a quien ni el sol tocaba podrían contener el empuje palpitante de mi corazón desbocado durante esas mañanas de julio que congelan el tiempo, que transforman en accesorios, en mera escenografía, los signos de la modernidad. Mañanas en las que Hemingway corre a mi lado, retando a la muerte, abrazando la euforia, con el atronador retumbar pisándonos los talones. Entonces también el sol se levanta del mismo talante que hace tantas décadas, y se ama y se llora de forma más pura, pues detenido el tiempo, sólo quedamos nosotros, ausentes de la cotidianeidad de la propia vida. La inaudible melodía que acompaña todos los acontecimientos del día a día varía entre dos acordes que marcan el arrebato solista, un inicio y final, un reventar de pólvora y un canto de lamento. Pobre de mí, porque a veces quisiera no ser hijo de este tiempo; pobre de mí, porque la mágica Pamplona, con mayor magia en verano, no puede acompañarme cuando le dejo, no puede venir en mi corazón, pues es éste el que ahí ha quedado desde la vez primera, departiendo con Hemingway, besando a Navarra, diciéndome que destino es un león pasante.