Archivo por meses: octubre 2012


Capítulo -IX 3

Jornada matutina, un seis de julio en un lugar cualquiera…

11.00 AM. Desde el principio, supo que estaba fuera de lugar. Atusándose el bigote, P., nuestro héroe, dirigió su mirada de izquierda a derecha, vislumbrando el presente. Definitivamente, las sensaciones eran distintas.

11.15 AM. Debido a motivos profesionales, se encontraba en territorio comanche. Maldijo entre dientes, inquieto. Le queda poco tiempo para terminar su trabajo. Sabe que están cerca. Su infalible olfato, querencia profesional, así se lo asegura.

11:30AM. El pulso se le acelera. Más que respirar, resopla. Inicia la carrera. Quiere perseguir más no alcanza.

11:45AM. Jadeando, casi sin aire, llega hasta la puerta. Por poco, pero P., logra llegar hasta su objetivo. Una placa reza: Centro Navarro. Debido a su cansancio, no repara en primera instancia en un cartel escrito a mano que lo sentencia: Nos hemos ido a Pamplona.

11:55AM Utiliza con pasmosa destreza el arameo en modo juramento. Atónito y cariacontecido, P., intenta asimilar sin éxito su derrota. Es en ese momento cuando siente por primera vez lo que es la soledad de un seis de julio lejos de la vieja Iruña.

11:59 AM Se saca un pañuelo ensangrentado de la chaqueta para secarse el sudor que corre por su cara… de pocos amigos. Esta desaparece al llegar a la conclusión de que tiene que continuar, y donde sino en Pamplona, con su misión.

12:00 PM Enarbolando su pañuelo, brama un Gora San Fermín que hace palidecer a los lugareños que le observan. No hay tiempo que perder y sí muchos kilómetros que recorrer…las fiestas para P., acaban de comenzar…

(CONTINUARÁ)


O tempora, o mores! * 2

Eso es lo que decía hace ya más de 2.000 años Cicerón en sus Catilinarias para quejarse de la situación del momento y añorar como eran las cosas en el pasado. O sea que ese rollo del ‘’cualquier tiempo pasado fue mejor’’ ya viene desde tiempos inmemoriales (no es un invento nuevo con esto de la crisis).

No es que os pretenda dar ahora lecciones de historia y literatura el día en que vuelvo al blog después de haber estado haciendo el zángano. Simplemente es que enredando por youtube he encontrado este par de videos de encierros de los años 70.

Por cierto que en el del 76 ya se ve a un pata citando al toro entrando del callejón a la plaza (antecesor probablemente de esos corredores que ahora se cuelgan literalmente del lomo de los astados). Lo único que echo a faltar son los antepasados de los de las camisetas multicolorín.

*¡Oh tiempos, oh costumbres!

httpv://www.youtube.com/watch?v=kkSQq7XP4SM&feature=relmfu

httpv://www.youtube.com/watch?v=UFNQyaCND1s&feature=related


Con la chorra fuera 5

Así, con la chorra fuera, dormía la mona una mañana sanferminera un sátiro involuntario, en la parte de atrás del ayuntamiento, mientras la gente pasaba a su lado, volvía de comprar churros, o iba a los kilikis, con los niños a hombros, y a nadie parecía molestarle demasiado, a pesar de la descomunal erección, que él apuntalaba agarrándose el ciruelo con firmeza, antes al contrario, cuando lo veían no podían contener una carcajada, incluidos los escritores de cartas al director y los de editoriales del Diario, los supernumerarios con concejalías de cultura o consejerías de educación, las meapilas del sector duro, los curas de pueblo que nunca habían venido a echar un polvo por sanfermín,  a todos se les escapaba una risita cabrona, y es que algún pata papirofléxico le había ensombrerado el instrumento con un gorrito de papel, en el que hasta se había tomado la molestia de escribir en chiquitico Gora Euskadi!, y también le había anudado con una servilleta roja un pañuelico y una pequeña faja, que constreñía todavía más las venas gordas y azules de aquel Priapo gaupasero (o para el caso de empalmada), bueno las de su pito, que por lo tanto palpitaba con el oleaje de sus sueños lúbricos, a saber con qué estaba fantaseando, quizás con alguna nibelunga de esas que se subían a lo alto de la fuente de la Navarrería y enseñaban sus tetas como cántaros rebosantes de cerveza rubia y gélida, o con las transparencias de tangas y culos autóctonos a través de faldas enkalimotxadas , o con quinceañeras que meaban tan ricamente entre dos coches mientras hablaban del tamaño de los cojones de sus novios y decían lo ricos que sabían, como huevos del Museo, quién sabe, quizás el sátiro involuntario era un bizarro, y se había puesto giusepe solo por estar en aquel lugar, a las puertas (traseras) de la casa consistorial, quizás estaba soñando que tenía un traje de roncalesa de la corporación, que se ponía a escondidas frente al espejo de su casa, y que su casa estaba en una zona pija de la ciudad, con su ático y todo, que había construido sin permiso de obras, eso no importaba, él podía, y soñaba también que tenía comisiones en consejos de administración y de la caja, y que podía tenerlas, si hasta el jefe de la oposición votaba a favor, bueno se abstenía, por mantener un poco las formas con los cuatro electores que le quedaban, todo eso soñaba, y cada vez el nabo se le iba inflando más, ah, qué gusto daba, qué burro le ponía tener un carné del partido y un apellido de toda la vida y que todo eso fuera suficiente para triunfar en la vida, ah, ah, la erótica del poder, era cierto, cuanto más tenía más quería, y que se jodieran los pobres y que se murieran los feos, y que protestaran todo lo que quisieran, siempre podremos decir que son de la ETA, ah, ahhh, cuanto más pensaba en eso más se erguía el mástil, y nadie decía nada, la gente pasaba o gaupasaba, iba a almorzar o bajaba a las barracas, o a casa a echarse un poco, y todos se reían al ver aquella polla soñadora y con gorrito, Gora Euskalherria alaia!, y así estuvo el sátiro involuntario durante un par de horas, hasta que todo aquello comenzó a desmoronarse, por sí solo, y después se despertó, y se dio cuenta de que su lado no tenía ninguna rotunda nibelunga ni una alcaldesa con un traje rojo, ni una pizpireta navarrica con tanga del Bershka y también de que él no había entrado por aquella puerta trasera del ayuntamiento donde dormía la mona más que para pagar los impuestos o para pedir los datos del padrón y ver si le tocaba (así decían, como si las regalaran) una VPO bien lejos de los barios pijos, donde no molestara ni pudiera sentir que era capaz de atrapar los sueños en la palma de su mano.


Ideas lapidarias 2

Lo que voy a contar, más que un sucedido, es una anécdota de tantas. Le pasó a un amigo de un amigo; pero el incidente le podría haber pasado a muchos pamploneses. Porque a ver, que levante la mano al que no se le haya ocurrido  una idea sobre algún uso nuevo para la plaza de toros de Pamplona. Sin ir mas lejos, en este blog a lo largo de los años, se han leído  algunas ideas estrambóticas e incluso alguna, se ha llevado luego a cabo.

El caso es que el amigo de mi amigo, tenía cierta relación con la gente que maneja los asuntos del cuerno en Pamplona. Y en cierta ocasión, mediando unos vinos de por medio, les  expuso una forma de obtener ingresos atípicos para la empresa. El problema fue que solo con la mención de su ocurrencia, hizo enmudecer a los presentes. Porque la idea, que bien pudiera ser calificada de bombero, encajaba mas en estas fechas de Todos los Santos que en los Sanfermines: la instalación de un columbario en las dependencias de la plaza.

No contaba el promotor con que en el mundo del toro las supersticiones van desde la arena hasta el más recóndito despachos. Y que la mención de la muerte es tabú entre quienes se juegan la vida.  A los barandas se les mudó la color sólo de pensarlo.

De modo que, replicar en una plaza lo que ya se hace en los estadios de fútbol o en otros escenarios sanfermineros, parece de momento una idea lapidaria.


Reencuentro 3

Después de unas largas vacaciones, que en mi caso han servido para coger pilas, ya llevamos algo más de una semana amenizándoos con los “cinco minutos de Sanfermines al día”, y hacer más llevadera la travesía del desierto de la que tanto hablamos en nuestros artículos. Para mi será un placer acompañaros en la misma.

Entrando ya en materia, os muestro una foto que me he encontrado navegando en la red. Según, Sanferminencierro.com, se trata de una foto de L.G. Gurbindo al objeto de participar en un concurso fotográfico de la marca Kodak. La foto corresponde a los sanfermines de 1931, y ya podemos ver una pequeña montonera a la izquierda del callejón.

Teniendo en cuenta el año del que se trata me parece que es una fotografía de bastante buena calidad aunque sorprende la intensidad de la luz en el centro de la misma y su contraste con la oscuridad de la zona del tendido.

La foto ha sido recuperada por el blog fotográfico Lens del New York Times, os adjunto el enlace al mismo por si queréis echarle un vistazo.

http://lens.blogs.nytimes.com/