IV Edicion Certamen Internacional Microrrelatos San Fermín 1
Laura Villanueva Merino (Pamplona, Navarra)
DANIEL
En el cielo, explosión de color. En mi interior, temblor. 11 de julio. Las once de la noche. Una terraza. Siento que mi tripa va a explotar. Las piernas hinchadas, las zapatillas sueltas y el pantalón…imposible de atar sin causar un problema. Desde el día 5 espero a que llegues y antes llegó San Fermín. Todos los días paseo y camino hasta el agotamiento. Aburrimiento. Chupinazo en Carlos III, poteo en Paseo Sarasate, procesión y comparsa, comida en San Juan, paseo por Iturrama, fuegos artificiales y a la cama. Apretones en los bares, kalimotxo en la camisa, chupinazo con sidra el gaitero y toros en compañía. Estos son los recuerdos de otro año. Olor a San Fermín. Champán, vino o ajoarriero, están prohibidos. La receta: agua, Almax y paciencia. Me siento a ver los fuegos y no me puedo levantar. ¡Ayuda! ¿Quien espera, desespera? ¿Cuándo vas a llegar? 12 de julio. Once menos cuarto. Ya estás aquí, ya has llegado. Una semana me has tenido pendiente de ti. Subo a la habitación, contigo, en mis brazos. Miro por la ventana y consigo ver el primer aviso. – Hola Daniel. ¿Quieres ver los fuegos? En el cielo, explosión de color. En mi interior, felicidad.
Nieves Jurado Martínez (Albacete, Albacete)
EL RESPLANDOR PEREGRINO
Están fríos. Los he tocado y están fríos. Sin embargo, sus ojos quietos y distantes despiden fuego. Nunca los había visto tan de cerca. Formidables criaturas que parecen volar. Hombres, animales, sí, todos flotan. Los observo fascinado, y al instante, estoy entre ellos. Me tiro al suelo, oigo el griterío de la gente, huelo su sudor, percibo su aliento. Laten con fuerza sus corazones, mientras el mío estalla. Adrenalina pura. Dicen que son Vitorinos, yo no entiendo de toros, pero sí de pasión. El mundo gira en torno a mí, el suelo tiembla cargado de energía. -¡Venga, tío, levántate ya del suelo que tenemos que llegar al albergue antes de que cierren! Cada día flipas más con las cañas – me grita mi compañero. De pronto, la calle enmudece. Sólo unos cuantos transeúntes me miran indiferentes. Me levanto despacio y bajo, con la mayor dignidad posible, del “Monumento al Encierro” que tanto nos habían recomendado. Demasiada cerveza para ser final de mi tercera etapa del Camino de Santiago. No importa, ha merecido la pena. Mañana lidiaré con la cuarta. Inolvidable visita a Pamplona. La fascinante primera vez que he sentido vibrar a todo un pueblo. -¡Joder, esto tengo que vivirlo!- afirmo aún mareado.
EVA I. (PAMPLONA, NAVARRA)
9 pantalones, 9 camisetas, 2 pañuelicos y 1 faja
En casa todo organizado. Sobre la silla de mi habitación 9 pantalones blancos, 9 camisetas blancas, 2 pañuelicos y 1 faja. También un sombrero de paja. Todo preparado, todo listo. 6 de julio, 7 de la mañana. El vuelo a Menorca sale a las 8:00, vuelo directo. Dejo a mi mujer y mi hijo facturando y después de darles un abrazo y comerme a besos a Mintxo vuelvo al coche dirección a San Juan. Almuerzo en la bodeguica de Don Julian. Mintxo promete. Tiene 2 años pero ya conoce a todos los gigantes por su nombre. De hecho la primera palabra que pronunció no fue “ma” ni “aba”… sino toko-toko. Increíble. Me invade una alegría y un nerviosismo tan intensos que creo que voy a vomitar. Me siento extraño, demasiado feliz pero incomodo de sentirme así. No puedo evitar tanta emoción, estallo en una risa floja y no puedo parar de reír. Por la Avenida del Ejército suena mi móvil. Lo cojo. En ese instante cruza una persona por la mediana y doy volantazo. No recuerdo más. 15 de Julio. Mediodía. Salgo del Hospital con vendaje aparatoso sobre mi cabeza. En casa sobre la silla todo sigue igual. Y no puedo dejar de llorar.
JAVIER SARALEGUI OLITE (HUARTE, NAVARRA)
ESTE AÑO, TAMBIÉN
«Ya vamos tarde». Es año tras año el primer pensamiento de nuestros sanfermines. Hay que cruzar la Plaza Consistorial dos horas antes del Chupinazo y no mola entrar en el Ayuntamiento oliendo a vino. Contamos al mundo en directo el alborozo y la algarabía que se vive a nuestros pies. Procurando que nadie se dé cuenta de que nos cuesta hablar por la emoción. De ahí en adelante, poner palabras a la Fiesta. Lograr que los demás transmitan lo que sienten, captar el ambiente de cada año, la manera casi imperceptible en que van cambiando los sanfermines. Infundir alegría. Narrar el encierro entrando en las carreras, describiendo miradas, soplidos y adrenalinas. Explicar cómo se juega la vida el torero, cómo muere con nobleza el toro. Representar con nuestras voces el desgaste de los días. Volver al Ayuntamiento para grabar lo que no quieres oír. Y a la vez tener la satisfacción de haberte vaciado por el camino. De haberlo dado todo durante cien de doscientas cuatro horas. Y haber vivido otras sesenta de ocio, familia, sentimiento y diversión. Cuarenta y cuatro, para dormir. Y ya está. Este año así será también.