Archivo por días: 2 de julio de 2013


Capítulo 0 12

15 de julio,  Hospital Virgen del Camino habitación 22 .

En el día más triste de todo el año, Papytu Madre permanece ingresado .Su legendario uno noventa parece haber menguado como por arte de magia, quizás a causa del elevado peaje en forma de 2 cornadas del que resultó damnificado por el miura. Su olor y el resoplido del animal le acompañarán por el resto de su vida.

El simple ejercicio de recordar todo lo sucedido los últimos días le aceleraba el corazón, haciendo volver a la servil enfermera, que avisada por la acusadora máquina chivata a la que estaba conectado, le acariciaba la frente hasta volver a tranquilizar su pulso.

En ese estado de brumas y duermevela en el que estaba inducido, se preguntaba el porqué de su situación y como había llegado hasta ella. Creía soñar con los seis peldaños de la escalera, tómbola incluida, la instalación del vallado, la mudanza toril a los corralillos del gas y la llegada masiva de forasteros. Sus nervios del seis ante el inicio de las fiestas.

Sin embargo, no lograba retener ni siquiera un retazo de los días ni las horas ininterrumpidas de rojiblanca sinrazón contenidas entre el chupinazo y el pobre de mí, sumándolo en un estado de incierto desasosiego. La amnesia temporal era su mejor aliado para olvidar los percances sufridos durante el transcurso de las fiestas. Los cuarenta puntos de sutura, un souvenir.

Hasta aquí había llegado nuestro héroe y no tenía fuerzas para nada más .Necesitaba descansar, dormir hasta perder la noción del día y la noche. Demasiadas emociones embutidas en alcohol. Para eso no estaba preparado, y por eso sabía que no estaba muerto. Porque soñaba con los sanfermines, intentado recordar lo imposible.

Fue en ese momento cuando se abrió la puerta. Estaba allí su archiconocido enemigo. Con una sonrisa maléfica y un inquietante ramo de rosas negras. Sentándose a su vera , le saludó:

-Hola Papytu . Supongo que necesitas compañía.

Cerrando los ojos, ni siquiera tuvo las fuerzas necesarias para contestarle. Sabía que estaba en las peores manos y por ello, estaba seguro de que saldría de esta. Era la tranquilidad  que necesitaba ya que, ahora sí, su enemigo velaba por él.

FIN