Quítate tú pa ponerme yo
Lo del retraso del chupinazo fue culpa de mi cuñada, que venía tarde, después de que se le pasaran varias villavesas petadas delante de las narices. A mí al principio lo del ikurriñazo me hizo gracia. “¡Toma ya!”, pensé. Porque pensándolo fríamente es una jugada maestra de agitprop (agitación y propaganda), a la altura de las giraldillas o los tartazos a Barcina. Después, ya se me hizo largo, sentía como que me habían birlado algo, el chupinazo a mí me pone sentimental, los pelos de punta y alguna lagrimilla en el borde de los ojos… Y después el otro lo acabó de rematar con lo del respeto institucional. Vete por ahí, hombre. Qué respeto institucional ni qué pollas, si las instituciones están hechas todos unos zarrios, si tienes al lado un alcalde imputado, si la presidenta presuntamente no lo está porque está aforada (o sea, porque ha hecho uso de un privilegio, o sea porque ante la justicia no somos todos iguales), si hay un país intervenido por mangantes, si… Ese que tiró el chupinazo lo que hizo fue quitar una bandera al salir al balcón y poner otra. Creo que fue el mismísimo Sarrionandia quien dijo que le gustaría que llegara un momento en que la ikurriña fuera solo un trapo de cocina. Cada uno echa a su olla lo que le apetece, lo que le pone, y después limpia con un trapo de cocina los borbotones, las salpicaduras. El problema viene luego cuando llega la hora de tender la colada, hay sitios donde es apropiado y otros donde no, como también es cierto que hay coladas que te dejan tender y otras no. A mí creo que lo del día 6 me habría acabado de convencer si en lugar de una ikurriña hubiesen colgado una contra los recortes, una ristra de chorizos, como los de Casa Casla… Pero bueno, tampoco es cuestión de darle más vueltas, al final mi cuñada llegó a tiempo, y nos fuimos todos a echar unos potes tan ricamente (bueno, tan “ricamente” no porque en realidad fueron unas latas del chino).