Archivo por meses: julio 2013


MICRORRELATOS PRESENTADOS EN LA V EDICIÓN DEL CERTAMEN

El ritual de verano

 

La abuela aplaudía como una descosida, mientras gritaba sin parar «¡guapos! ¡valientes!» y de vez en cuando intentaba hacer un silbido llevándose los dedos a la boca. Al final de la emoción se le torcía la mano y el silbido se convertía en un atragantamiento repentino que nos hacía correr a por su botella de oxígeno y enchufarle su spray del asma. Entonces así, tranquilita, respirando dieciocho veces por minuto, seguía aplaudiendo despacio,con la cara congestionada, bajo nuestra atenta mirada. – Papá – le dije a mi padre, mientras él y mi madre arreglaban el ventilador del salón. – Deja a la abuela, es feliz así – sentenció él. Y me di por vencido. Cogí el móvil y me senté a su lado en la mesa camilla. En la televisión solo se veía una marea de pañuelos rojos en alto. Y ella seguía con la mirada fija, sonriendo tras la mascarilla. Cada verano el mismo ritual, los mismos sustos y ella quizás, más viva que nunca. – Abuela, el año que viene te llevo allí, lo prometo – le dije sonriendo. Entonces ella se abalanzó sobre mí con los ojos desorbitados, estrujándome entre sus brazos, mientras mi madre salía disparada a por más spray.

 

Laura Navas Martin

 

 

ANTE EL COMIENZO

 

El nerviosismo empezaba a acusarse, la excitación del momento y la descarga de adrenalina consiguiente le impedían estar quieto, no paraba de hacer flexiones, estiramientos y giros de cintura. Iba a correr por segunda vez en su vida en los Sanfermines y la emoción del comienzo de la carrera ocupaba todo su pensamiento. El año anterior, en su estreno, sufrió un revolcón, nada serio, más aparatoso que dañino. Había conseguido correr cerca de uno de los toros, rozarle, sentirle, le había oído jadear y le resultó una experiencia incomparable, llena de sentimientos indescriptibles, por eso había decidido volver a correr este año. Se había estado entrenando para no perder la forma, a su edad, ya madura, no podía descuidar el físico y menos si quería hacer un esfuerzo como el de correr en los Sanfermines, se encontraba bien, no había perdido elasticidad ni resistencia. Mientras calentaba, recordó la primera vez que conoció Navarra, estaba en la mili, destinado en San Sebastián y haciendo maniobras en el Valle del Roncal, acampado en Isaba. Lo recordó con nostalgia, desde entonces había vuelto a la zona en incontables ocasiones, atraído por el paisaje, por la gente. Sonó el cohete. ¡Viva San Fermín! ¡A correr!

 

PABLO ALONSO RODRIGUEZ

 

 


MICRORRELATOS PRESENTADOS EN LA V EDICIÓN DEL CERTAMEN

Tatuado en el alma.

 

Sólo tengo como máximo doscientas cuatro palabras para poder escribirte, bueno ahora menos mi amor, después de este primer reglón. Hablar de las Fiestas de San Fermín, es hablar de ti. Es hablar del momento en que te conocí. Tu mirada entre el tumulto, entre el olor a alcohol, sangre, sudor y pasión. Tu cuello rojo dominante y esbelto. Tu sonrisa blanca, llena de buenos gestos. Hablar de San Fermín es hablar de mí, de mi mejor momento, de mi juventud, de mi alegría, de mi bienestar, de mi paz interior. Por eso, llevo las fiestas tatuadas en mi alma. Las fiestas de San Fermín componen la historia de una pareja que conoció el amor intenso, que vivió al límite, que aparcó su sueño en un lateral de la Plaza del Castillo, que deseó con todas sus fuerzas no salir jamás de allí. Ha pasado el tiempo mi amor, ahora te escribo en la distancia. Es mi alma, quien te añora, invoca a los fantasmas del pasado y evoca a San Fermín. Me sobran treinta y dos palabras, bueno, menos éstas últimas once.

 

Rosa María García Suárez

 

 

Sanfermines, 10 de julio de 1929

 

La noche había pasado rápida. Canciones, a capela algunas, otras acompañadas con guitarra, habían hecho que aquel variopinto grupo se sintieran hermanados, además no habían parado de comer jamón, queso, chistorra y en cuanto al vino, la cantidad de botellas vacías que se amontonaban en la trastienda daba una clara estampa de la ‘alegría’ y entusiasmo de los congregados. Hasta aquella noche habían sido desconocidos entre ellos, sólo tenían en común sus vestimentas, la mayoría de blanco y con pañuelos rojos en el cuello. El camarero les indicó que les podía servir la última ronda, la cual iba por cuenta de la casa. Todos a una entonaron su nombre, añadiendo que era el mejor. Al salir pudieron ver cómo la noche se disipaba con la luz del amanecer. Ruth una de las mujeres tomó de la mano a un hombre y le susurró al oído que la acompañara al hotel. El hombre la besó en los labios y le preguntó el nombre del hotel y la habitación, es que, añadió, ahora tengo que ponerme ropa limpia e ir al Gran Hotel La Perla, estoy invitado a ver el encierro desde el balcón de la habitación 217, después será un placer despertarte, palabra de Ernest.

 

F. Mateo Redondo Calonge

 

 

Sensaciones

 

Se acercaba aquella fecha. La fecha. Es prescindible señalarla en el calendario. Debido a su importancia, se obvia a cuál me refiero. Los días anteriores a ella toda la ciudad se transforma. La gente desprende ilusión por cada poro de su piel, ilusión que parece contagiar a sus animales e incluso a todo lo inerte. Comienza la cuenta atrás. Miles y miles de personas escuchan al unísono ‘el chupinazo’, miles de personas unidas por un único sentimiento. Ya está aquí. Emoción, intensidad, adrenalina, unión, diversión, amistad, coraje, placer, aventura, vida, recuerdos. Muchos recuerdos. De nuevo al unísono se escucha el ‘pobre de mí’ que pone fin a tantas sensaciones. Se vuelve a la normalidad. Las ciudad recupera su aspecto habitual. Pero algo ha cambiado. Cada persona que estuvo allí queda impregnada de la magia de la experiencia. Cada rincón de la ciudad está ligado a un recuerdo que es evocado con anhelo, pero es capaz de hacer volver a sentir un sinfín de emociones a quien lo percibe. Y de nuevo tan sólo queda la espera. Esperar a que llegue aquella fecha. La fecha, la de San Fermín.

 

Patricia Batista Grau

 

 


MICRORRELATOS PRESENTADOS EN LA V EDICIÓN DEL CERTAMEN 1

A mi paso por Pamplona

 

Las luces tintineantes me daban la bienvenida, consumido por una larga travesía. El fin de la jornada la marcaba una calle abalconada, fría de soledad, que severamente se prolongaba hasta el infinito… Las fuerzas cedían, el sudor corría por mi frente. Desfallecería allí mismo si no soltaba la bicicleta para tomar un respiro. Agarrotada mi mano sobre la pared y de repente un estruendo, una vibración creciente. La sentí reverberar por la piedra, por mi brazo e incluso mi ser. Algo se aproximaba, como ola furiosa que arrasa todo a su paso y me puse a dar pedales como en vida había dado… Una atronadora bestia, un astado prominente, negro como el carbón, lleno de vigor y piel de acero; acompañaba mi carrera junto al resto de sus hermanos. Podía sentir toda su fuerza, aspirar toda su bravura… cerré los ojos y sin dejar de acelerar me abandoné a aquella sensación. Cuando los volví abrir solo pude ver un letrero que anunciaba “Estafeta” De nuevo, estaba solo en aquel lugar. A la mañana siguiente retorné mi viaje con una energía renovada que jamás había conocido, a mi paso por la ciudad de Pamplona, no volví a ser el mismo.

 

Ismael Martínez Pérez

 

 

Orgullo

 

Tan solo queda un minuto. Deshago el nudo del pañuelo de mi muñeca ayudándome con los dientes. Un escalofrío recorre mi cuerpo con la cuenta atrás… ¡Por fin! Anudo mi pañuelico al cuello, orgulloso de que la gente me mire y sepa que en la playa de Salou hay un pamplonica desterrado.

 

Gonzalo Sanz de Galdeano El Busto

 

 

INTERNACIONAL

 

Llega gente de todo el mundo. ¿Ves ese de ahí? Viene de Alemania. Este otro es norteamericano. Y aquel argentino. Los hay incluso de Japón. Y es que las fiestas de San Fermín son internacionales. ¿Qué si repiten? Ya lo creo. Mira, ya están pidiendo otra ronda. No veas lo que comen. Y como beben.

 

Raúl Garcés Redondo

 

 

SANTO Y SEÑA

 

Último canto, mirada a la hornacina y… un guiri a mi lado. Teníamos en común el pañuelo rojo del martirio y el periódico, aunque el mío temblaba más. — ¿Tu primer encierro? — Le pregunté. —Sí —contestó— Pero estoy acostumbrado al riesgo… zapatos de punta envenenada, bombines de acero, maletines explosivos, huevos revueltos… —Pues aquí te vas a aburrir —dije con ironía—, solo tenemos txupinazo, alboradas de alpargata, riau-riau para desperezar los labios, saltos desde el regazo de Cecilia y toros con bata de laboratorio. ¡Ah! También sangría, zurracapote y kalimotxo en la Vuelta del Castillo y otras más. Y los churros… —Entiendo —dijo—. ¿Alguna recomendación? El tiempo apremiaba y le solté mi retahíla sin tomar aliento. —Ayuntamiento, Mercaderes, Estafeta… pero acuérdate: en Santo Domingo velocidad y potencia. Si te caes espera a que pase la manada para levantarte. Al llegar al coso, haz caso a los dobladores. Y tranquilo, se huele el pisar del toro, se escucha el miedo que hay que “engañar”, se seca la boca y no se puede tragar saliva… Por lo demás, solo hay que tener fría la sangre. —Gracias—susurró. ¡Ah! Me llamo Bond… James… Bond. ¿Y tú? —¿Yo?… Fermín… San… Fermín —dije, y grité— Ahora… ¡Corre… Corre…!

 

Juan Carlos Somoza García

 

 


MICRORRELATOS PRESENTADOS EN LA V EDICIÓN DEL CERTAMEN

AMOR EN PRIMAVERA

 

Te guardare fidelidad si me prometes amor,Te guardare mi esencia si tus labios se dignan en besarme,Te guardare mi corazón si tu sexo me hace gozar,Te guardare tu ausencia como si una rosa se tratase, Guardare tu olor después de amar como un perfume en esencia.Pero no olvides nunca que tuve otro amor antes que tu y que no fuiste la primera.. Las promesas se las llevan la palabras y a estas se las lleva el viento! Solo la verdad desnuda surge cuando dos cuerpos se aman. Suena la música en la lejanía.Las tormentas También, y en esa mezcla surgen nuevas armonías.Unas mas precisas las otras menos.Pero globalmente es un conjunto caótico que luego se establece con el tiempo. Las realidades se fabrican y uno o una intenta vivir en esa realidad, pero al final se impone el Paradigma del mundo que vives.Y sabes que un día desaparecerás y tu tiempo habrá sido el tuyo, compartido con otros.Ese momento que te pertenece a ti mismo.Pero el Tiempo al final lo hace olvidar y sólo permaneces en el recuerdo de los que compartiste tu tiempo y espacio. Pero a veces las palabras escritas pueden seguir viviendo en el tiempo de la Historia.

 

Mikel Monasterio Oyenarte

 

 

EL CORREDOR

 

Cuando se despertó, por el estruendo del “chupinazo”, fue cuando comenzó a soñar.

 

JOSÉ ENRIQUE FERNÁNDEZ IGLESIAS

 

 

Intuición Femenina

 

Algo sentía en mi interior, algo que mi intuición femenina me hacia pensar, que algo era importante, no me venia a la cabeza ninguna fecha ya que yo cabeza lo que se dice cabeza no tengo… Pregunte a mis compañeros y ellos también pensaban lo mismo que yo. De pronto, abrieron las puertas de nuestra casa, nuestros dueños se acercaron a nosotros, en Pamplona aún había sol. De reojo miramos por la puerta, lo que nuestra poca vista alcanzaba podíamos intuir que Pamplona estaba distinta, todo el mundo coreaba canciones, gritaba feliz y alguno que otro ya iba demasiado contento. Yo me sentía nerviosa sabíamos que algo estaba a punto de ocurrir, yo por si acaso como Reina Europea le pregunte a mi marido Joshemiguelerico: -¿Estoy guapa? El no me contesto estaba con la mirada perdida mientras nuestros dueños nos llevaban hacia el exterior, el sol nos dio en nuestros ojos. Cuando vimos lo que se nos avecinaba, lo único que sentimos en nuestro interior fueron varios pensamientos: Fiesta, bailes, niños contentos, hacer felices a nuestros fans otro año. Al sonar el primer txistu todos nos miramos y llegamos a la conclusión: Estamos en San Fermín compañeros, vamos a dibujar sonrisas con nuestros bailes.

 

Raquel  Verdes Tainta

 

 


MICRORRELATOS PRESENTADOS EN LA V EDICIÓN DEL CERTAMEN

Buscando una esperanza

 

Perdida. Sí, definitivamente, estoy perdida. Podéis pensar que soy una niña que ha soltado la seguridad de la dulce mano materna entre la multitud, pero estarías equivocados. Otra desafortunada idea sería creer que soy una trompetista de La Pamplonesa que no sabe en qué compás debe entrar. Podríais también confundirme con una guiri que no sabe donde está la Plaza del Castillo, y de nuevo, errarías el tiro. Perdida. Simplemente, estoy perdida. Perdida figuradamente, por supuesto. He olvidado qué se siente al estar en casa, la comodidad familiar, cómo un abrazo reconforta y borra cualquier mal acechante. Añoro regresar a casa tras un largo día y recibir una cálida bienvenida, incluidas las persecuciones de mis sobrinos siendo Caravinagre. Debería volver a mi tierra, de hecho, ¡quiero regresar! Pero, ¿cómo hacerlo? Muchos obstáculos hay en mi contra, pero todos alrededor del mismo tema central: esta maldita crisis. Sin trabajo, sin futuro, sin esperanzas. Jóvenes, como yo, desorientados, aplastados, hundidos… Resumiendo, perdidos. Quizá algún día, no muy lejano, pueda volver a mi hogar. Pediré a San Fermín fuerzas para luchar, para seguir adelante, para salir del bache. Y quien sabe, el próximo año, quizá, consiga estar con los míos. Se lo agradeceré, el 7 de Julio.

 

Zoe Suárez Merchán

 

 

Una oportunidad única

 

La noche está triste. La luna no luce como siempre. Algo nos sucede a todos. La inquietud y el nerviosismo se han apoderado de nosotros. Mis compañeros siguen expectantes ante lo que va a pasar. Mañana es un gran día para todos. Recorreremos las calles de Pamplona entre los vítores y los gritos de la gente. Pasaremos por la mundialmente conocida calle Estafeta. Aunque nos hayan hablado de ello, aunque hayamos oído comentarios por ahí, nada es igual como vivirlo. Es una oportunidad única e irrepetible para cada uno de nosotros, aunque sabemos que quizá sea nuestro último paseo, nuestra última carrera, nuestro último gran suspiro. Aún así estamos contentos y felices porque seguro que haremos disfrutar a toda la gente, porque les haremos vibrar y entusiasmarse. Es San Fermín, la fiesta de las fiestas, y nosotros somos los protagonistas. ¡Qué orgullo y qué privilegio! Oigo un bramido de cercanía, de apoyo y de respeto. Me hace sentir más tranquilo. Es mi primer encierro, mi bautizo como toro bravo y siento cosquillas en el estómago. Tanta gente nos estará viendo… Seguro que mucha gente estará pendiente de nosotros porque mañana, quizá sin quererlo o quizá queriéndolo, daremos que hablar.

 

IVÁN PARRO FERNÁNDEZ

 

 

El rito

 

Se puso el despertador a las seis de la mañana. No pudo desayunar. Tenía un nudo en el estómago, la garganta seca, los pies fríos, las manos heladas, la carne de gallina. Se santiguó, besó la medalla de San Fermín, se duchó y se vistió: camisa de manga larga blanca, pantalones del mismo color, playeras con tres nudos, la faja y el pañuelico. Compró el periódico y pudo ver los seis toros de la carrera, media docena de bichos negros con mucha leña por delante; estiró y calentó en la calle adoquinada; controló la respiración; miró al cielo; y volvió a besar la figura del santo de su escapulario a la vez que sonaba el primer cohete. Y se hizo el silencio. Con agilidad, abrió el portal del número 38 de la Estafeta. Sus noventa y seis años no le impidieron para ver el encierro que tantas veces corrió desde el balcón del primer piso de la calle de los valientes.

 

Juan Iribas Sánchez de Boado