Archivo por días: 28 de agosto de 2013


MICRORRELATOS PRESENTADOS EN LA V EDICIÓN DEL CERTAMEN

Círculos

 

Sol y sangre… Yo soñaba. La arena estaba caliente, un sopor alucinante se estremecía en remolinos dorados alrededor de las figuras que centraban el círculo. Figuras oscuras, a contraluz, plasmadas sobre un reflejo blanco. De la distancia, cerca pero lejos, llegaba el murmullo. Círculos concéntricos, rojos y blancos, calientes de sudor humano, bocas húmedas, que se elevaban hasta delimitar el cielo; un cielo blanco, sin promesas, sin esperanzas… un grito rojo… Y el centro…ese centro mítico…eran el torero y su toro. Matador y matado…Víctima y verdugo… Ambos uno, cualquiera en cualquier papel…bailando…retorciéndose en una danza que los igualaba, los mutaba, los fusionaba… Yo soñaba… El matador hacía volar la capa. El toro medía la embestida… la luz los nimbaba y difuminaba. Bocas circulares, en suspiros circulares, latían como pulseras hasta hacer titilar el cielo que se convertía en arena…arena que preconizaba el rojo… Yo…soñaba… Cuando el cuerno me desgarró el vientre, olvidé el sueño…mis manos apretaron inútilmente la sangre pastosa que se perdía en el cielo de arena… Un círculo infinito de gritos y lamentos, conmovió la luz y la apagó.

 

Blanca Salcedo

 

 

Fermín

 

Acorralado en una ventana con rejas de Estafeta, y con el asta de un miura un centímetro de mi rostro, me acordé del Santo, y puede decirse que fue en lo único que pensé en aquellos segundos con el morlaco frente a mí que me parecieron una eternidad, y eso que luego cuando lo expliqué muchos me dijeron que en momentos así uno ve su vida pasar y hace testamento mentalmente. Una masa vibrante de más seiscientos quilos que con un simple movimiento de cabeza podía cambiar el mundo en un instante, y yo allí, con la imagen del Santo en la cabeza, sin pensar que en un segundo todo podía cambiar y pasar a otra dimensión. Pero no debió ser mi hora, porque cuando ya cerraba mis ojos para aguantar la embestida, un mozo golpeó la testuz del miura con el periódico que llevaba en la mano y el animal desvió su atención y siguió su camino hacia la plaza. Mi amigo Luis, que había presenciado la escena encaramado en la parte alta de la reja, me dijo luego que conocía al mozo que me había quitado al toro de encima. – ¿Cómo se llama?- pregunté. – Fermín- contestó. Ya decía yo- pensé.

 

Juan Román Muñoz

 

 

YA ESTÁN AQUÍ

 

Ya están aquí, ya han llegado. Estoy tumbada en la cama y siento como los nervios recorren mi estómago. Mañana es el gran día. En un intento por relajarme, repaso mentalmente si lo tengo todo preparado: pantalón y camiseta blanca, faja y pañuelico rojo, el cava en el frigorífico, y la reserva del bar para almorzar confirmada. Si, está todo, aunque la inquietud sigue haciendo mella en mi estómago. Escucho a Pedrito como da vueltas en la cama de la habitación de al lado, exaltado y nervioso, mientras abraza a su kiliki preferido, con el que duerme noche tras noche. Él, al igual que yo, lleva todo el año soñando con escuchar el Txupinazo y correr delante de cara vinagre mientras se ríe a carcajadas. Intento recordar mis sensaciones cuando tenía su edad. Esa inquietud, esa alegría, ese descubrimiento diario… hay tantas cosas de las fiestas que quiero enseñarle este año. Sin duda, cada edad tiene su manera de vivir los San Fermines. En cada momento del camino se disfrutan cosas diferentes y las sensaciones son distintas. Pero, la realidad, es que no importa la edad, SAN FERMIN ES ESPECIAL EN CADA MOMENTO DE TU VIDA. ¡¡VIVA SAN FERMIN, GORA SAN FERMIN!!

 

Itziar Erviti Serrano