Archivo por días: 23 de septiembre de 2013


MICRORRELATOS PRESENTADOS EN LA V EDICIÓN DEL CERTAMEN

Y TODOS VIVIMOS MÁS

 

El mundo en rojo y blanco y mi cuerpo canta. Por un instante todo se paraliza, el aire, el tiempo y mi corazón. Un estallido. Mi corazón vuelve a latir, el aire vuelve a rozar mi rostro y las agujas de mi reloj siguen girando al ritmo de los gritos y las risas. La gloria del pasado, del presente y del futuro se conjuga durante doscientas cuatro horas. Y todos vivimos más y nos regocijamos con el respeto al folclore que corre por las calles acompañando a las bestias. Ellas saben que esto les da sentido. Lo palpitan y las enloquece. Danzan y todos danzamos. Son días inmortales de expresiones apasionadas que al llegar a su fin, uno de sus tantos fines, dejan en mí el fervor de las horas. Pobre de mí.

 

SABRINA BAU

 

 

SAN FERMINES

 

Hoy tengo amigo mío alegre el corazón, hoy he visto fiestas con rumbo, jugando con los mozos y se reían. Reían por la vida que les ha dado fruto. Fiestas que tenían el viento como amante y la mirada azul, un sol de vacaciones y su mocedad, que corrían en los encierros entre los toros y tenían el alma de torero. Cuando los San Fermines llegan a la ciudad las mozas y los varones bajan a las calles, y ese día sienten tu corazón latir al ritmo del tamboril. En medio de Pamplona, donde nacen las historias, donde el espíritu navega en busca de la paz, los mozos han encontrado en sus calles, la armonía de las estrellas. Que sublime, sutil fragancia, se les alumbró luna, se les enseño grandeza del clarear, se les ha ofertado sabiduría, se les ha enseñado el amor del camino a cantar.

 

JOSEP MANUEL SEGARRA BELLES

 

 

Difícil amor de fiesta

 

Se cruzaron las miradas fugaz pero intensamente. Desapercibidos entre la multitud de la plaza consistorial. Como aislados del mundo. Tan lejos y, sin embargo, tan cerca. Ella intentó rehuirle pero queriendo llamar su atención. Giró rápidamente la cabeza e hizo una suave caída de ojos mientras se ocultaba tras su pañuelo rojo finamente bordado con el Santo. Él tenía claramente fijado su objetivo, no iba a desistir. Décimas de segundo que parecían minutos, horas… Un australiano pasado de revoluciones se cruzó en su camino: le agarró, le besó. Ni una mueca, mantuvo su gesto bonachón. Se desembarazó del rubio y avanzó. Parecía que nada le iba a detener cuando, con la faja pisoteada por el gentío, ella se sintió atrapada. El sueño parecía desvanecerse al cruzarse una charanga en su camino: “¡Bob-Es-pon-ja!”. Se perdieron de vista. Una pamplonesa cuya tez se mimetizaba con el pañuelo le raptó y se puso a bailar al son de la música que atronaba. La desesperación y el llanto se apoderaban de ella. Y entre el alboroto, tuvo que dar el paso definitivo y le llamó por su nombre como si se conociesen de toda la vida: “¡Patataaaaa!”.

 

Luis Álvarez Atarés

 

 

La despedida

 

Del sur. Vengo del sur. Nunca había salido del sur. Pero no podía dejarlos solos. Los oigo entre el griterío, los cánticos y las peticiones de protección a un santo que no es el mío aunque en silencio yo también me encomiende a él. Los oigo nerviosos, desafiando este sol norteño con las navajas de sus astas. Entre las gentes del norte perciben mi olor, saben que estoy aquí. Yo los crié, yo los alimenté, yo los escogí para este día. Han cesado los cánticos, el silencio devora los corazones. Una explosión rompe el aire. Todos los que cantaban nerviosos al santo corren ahora hacia mí. Como un vendaval me sobrepasan. No me muevo. Mi corazón se ha parado. Y entre una nube de rostros desencajados, aparecen ellos al fin. Entonces mis pies parecen volar como golondrinas en los atardeceres de agosto, planeando hasta que me sitúo a su altura, alma con alma. Volando junto a ellos los voy acariciando, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, hasta que sus pitones se pierden al entrar en el círculo donde la tarde les hará olvidar quién los crió, allá en el sur. Y en mis dedos queda un olor a despedida.

 

Fernando González Viñas