Archivo por meses: septiembre 2013


MICRORRELATOS PRESENTADOS EN LA V EDICIÓN DEL CERTAMEN

La ciudad de los toros

 

Esa tarde, no fumamos ni un solo cigarrillo frente a la plaza; ni levantamos una sola palabra en señal de victoria. Tomamos café, callados y desvalidos, encogidos de hombros, como dos sanfermines invictos ante su primera derrota. Luego reclinaste el sol sobre mi hombro y tu mirada sostuvo el atardecer. En la frontera de tus ojos la plaza se detuvo. Tu mirada fue un ayer frente a la ciudad de los toros; pero ahora es un poema en donde dos improvisados bajan la voz y sacan sus toros a pasear. Desde uno de tus besos escribí este poema. Nada de lo que diga me devolverá a ese ayer, nada de lo que escriba me poblará como lo hacés vos en San Fermín. Si hubiéramos fumado frente a la plaza, ahora seríamos un par de sillas, dos hermosas sillas, que perpetuaron el humo de su melancolía. Vos y yo, siempre seremos una prórroga en esta ciudad donde los toros sacaron nuestros corazones al sol. Antes de entrar a la plaza nos miramos y una extraña felicidad nos devolvió a la ciudad donde los toros cantan. Salimos de esta plaza para iniciar otra. Siempre estaremos recomenzando este carrera, siempre estaremos recomenzando en San Fermín.

 

Daniel Matul Romero

 

 

AJOARRIERO CON LANGOSTINOS

 

Por el balcón se escucha el sonido de una jota, mientras cocino la receta de ajoarriero que publica el periódico. -Pelar en juliana las verduras y pochar. En la cazuela, las burbujas del aceite hirviendo bailan al son de la jota. Despacito los ingredientes van cambiando de color hasta lograr un tono rojizo parecido a la plaza del Ayuntamiento el día 6 de julio. El aroma del sofrito se extiende por la cocina. Sería traicionar mi memoria dejando evaporar un momento que quedó grabado muy adentro de mi corazón si abro el extractor de humos. -El bacalao debe ser blanco y estar bien escurrido. Sólo comía lo que le hacía su madre. Pienso que debí tomar antes esa decisión, aquel día le dije que no le haría ajoarriero para ir a los toros, Suenan doce campanadas, las palomas huyen asustadas del balcón. -Añadir los langostinos, el tomate y revolver. Me costó olvidarle, sin embargo hoy me alegro de haberle dado calabazas. -Le añado el bacalao, despacito, removiendo la perola. “Hija mía, me animaba mi padre, como en la jota, tú siempre p’alante”. Fueron las mejores fiestas de mi vida. -Al primer hervor se retira del fuego y se deja reposar.

 

mª rosario ruiz castillo

 

 

CAPOTE DE NUBES

 

Va a comenzar el encierro, el encierro más multitudinario de mi vida. Siento la emoción de otros años, pero todo es distinto. Contemplo las calles rebosantes desde una insólita perspectiva: estoy sobre ellas y dentro al mismo tiempo. Junto a los tensos corredores, personajes de color sepia que nunca antes había visto (reconozco entre ellos a Hemingway con su redonda barba bonachona) deambulan inquietos, suben, bajan, se detienen como sombras que ocuparan un hueco inexistente. Entre ellos Chema, de carne y hueso, periódico en mano y una lágrima rebelde en el rostro taciturno, mira el vacío de mi cuerpo junto al suyo. Han sido tantos años corriendo juntos, viviendo los sanfermines como hermanos… Recuerdos de chapa retorcida, de esperanzas rotas entre los neumáticos reventados, una aséptica sala de hospital y un lacerante adiós, encapotan su mirar… Y no puedo decirle que todo sigue igual, que estoy aquí dispuesto a correr con él, a seguir con la fiesta y la adrenalina a flor de piel como si nada hubiera pasado, que aunque ignore este fantasmal acompañamiento siempre correremos juntos… Los mozos entonan el último canto a San Fermín. A mi lado el santo sonríe mientras muerde la esclavina de su capote de nubes.

 

Jesús Andrés Pico Rebollo

 

 


MICRORRELATOS PRESENTADOS EN LA V EDICIÓN DEL CERTAMEN

Una estampida imprevista

 

Nunca había corrido como ese día. Me palpitaba el corazón, la cabeza me daba vueltas…y centenares de pañuelos rojos se arremolinaban a mí alrededor. Mientras giraba la cabeza, cuidándome bien de que no me pillaran por la retaguardia, uno de esos granujas casi llega a tocarme…pero el húmedo adoquinado quiso que en una curva rodara por los suelos. Mis compañeros y yo nos mirábamos de reojo de vez en cuando, mitad excitados, mitad temerosos; para nosotros aquella experiencia era nueva y bizarra, como pintada por la mano de algún pintor surrealista y retorcido. ¡Hombres y toros, toros y hombres! ¡Todos juntos y en contacto, y a la vez tan distintos y distantes…! Jadeaba por momentos, la boca seca y acolchada, mientras me preguntaba una y otra vez dónde y cómo acabaría todo. ¿Acaso aquellas estrechas callejuelas desembocaban en alguna verdosa dehesa? Mi pregunta se vio respondida al entrar en aquel extraño semicírculo, acompañado de un atronador murmullo, a la vez que decenas de ellos se cruzaban ante mí…¡pero cuidado!…mi asta se empotró contra su vientre.

 

Adán Moisés Arboledas Briceño

 

 

CORRER

 

La noche había sido lo suficientemente fresca como para que la mañana amaneciera con esa fina capa de rocío en las hojas del prado. Una humedad que se dejaba sentir pese al roce de sus hermanos. Los había que aún estaban acostados, otros deambulaban sin destino fijo. Ojos que se cruzan, miradas vacías de contenido, negro sobre negro sobre los que solo resaltan los brillos de sus pupilas. Aún es temprano pero el ruido de la calle es percibido como un estruendo premonitorio de lo que hoy, día de San Fermin, tenía que suceder. Mientras tanto, fuera cientos y cientos de jóvenes y no tan jóvenes empiezan a agolparse frente a la pequeña imagen del Santo, periódico en mano y pañuelo rojo al cuello. Voces de inquietud, murmullos de nerviosismo y gritos de miedo confundido entre el gentío empiezan a sonar, a adentrarse en sus cabezas, en ese círculo de preámbulo de fiesta que es el corral. Allí, rozando los lomos y las cornamentas, están cabizbajos a la espera que el cohete mañanero les anuncie lo que los mansos le habían dicho durante la madrugada. Que el portón se abriría y daría paso a una experiencia única. Que la única salida era correr.

 

Ildefonso Miranda Pérez

 

 

HEMINGWAY Y LOS SANFERMINES

 

Hemingway dejó un momento su mejor rifle africano apoyado contra la pared, abrió el cajón de un armario y sacó de su interior el abono para la corrida de los sanfermines, fiestas que estaban a punto de comenzar. Por un momento, la tentación trató de imponérsele. Y cerrando los ojos se vio corriendo con los bravos mozos pamplonicas delante de los toros. ¡Dios, qué emoción tan inmensa, qué coraje el de aquellas gentes que tanto llegó a admirar y tantos amigos hizo! ¡Gente noble y valiente donde la hubiera, que le había enseñado que para un hombre de verdad no existía desafío mayor que jugarse la vida y salir triunfante de este fatídico juego. Devolvió al cajón el abono para las corridas de los sanfermines. Marchó a la cocina y cogió una botella de vino que se había traído de Pamplona y guardado como un tesoro. ¡Al infierno su hígado, la hemocromatosis, y demás asesinos que lo estaban matando! Llenó una copa, aspiró su perfume con fruición antes de tomar un sorbo que mantuvo dentro de la boca para que sus papilas gustativas se embriagaran de placer. Se bebió la copa entera y finalmente cogió el arma entre sus manos.

 

Andres Fornells Fayos

 

 

Tragico

 

La calle Estafeta estaba saturada, casi imposible andar, como poder ser ágil y avanzar rápido para que no te atropellase, los adoquines resbaladizos de los restos de la noche no dejaba dar un paso firme. Mi estado tampoco era el más adecuado, cansado de una gran fiesta, mi cuerpo había bailado, bebido, comido en definitiva disfrutado de los San Fermines hasta última hora. Todos estos detalles hicieron presagiar mi trágico final. ¡No pude esquivarlo! La barredora me mojo entero.

 

Sergio Vazquez Caldito

 

 


MICRORRELATOS PRESENTADOS EN LA V EDICIÓN DEL CERTAMEN

Y TODOS VIVIMOS MÁS

 

El mundo en rojo y blanco y mi cuerpo canta. Por un instante todo se paraliza, el aire, el tiempo y mi corazón. Un estallido. Mi corazón vuelve a latir, el aire vuelve a rozar mi rostro y las agujas de mi reloj siguen girando al ritmo de los gritos y las risas. La gloria del pasado, del presente y del futuro se conjuga durante doscientas cuatro horas. Y todos vivimos más y nos regocijamos con el respeto al folclore que corre por las calles acompañando a las bestias. Ellas saben que esto les da sentido. Lo palpitan y las enloquece. Danzan y todos danzamos. Son días inmortales de expresiones apasionadas que al llegar a su fin, uno de sus tantos fines, dejan en mí el fervor de las horas. Pobre de mí.

 

SABRINA BAU

 

 

SAN FERMINES

 

Hoy tengo amigo mío alegre el corazón, hoy he visto fiestas con rumbo, jugando con los mozos y se reían. Reían por la vida que les ha dado fruto. Fiestas que tenían el viento como amante y la mirada azul, un sol de vacaciones y su mocedad, que corrían en los encierros entre los toros y tenían el alma de torero. Cuando los San Fermines llegan a la ciudad las mozas y los varones bajan a las calles, y ese día sienten tu corazón latir al ritmo del tamboril. En medio de Pamplona, donde nacen las historias, donde el espíritu navega en busca de la paz, los mozos han encontrado en sus calles, la armonía de las estrellas. Que sublime, sutil fragancia, se les alumbró luna, se les enseño grandeza del clarear, se les ha ofertado sabiduría, se les ha enseñado el amor del camino a cantar.

 

JOSEP MANUEL SEGARRA BELLES

 

 

Difícil amor de fiesta

 

Se cruzaron las miradas fugaz pero intensamente. Desapercibidos entre la multitud de la plaza consistorial. Como aislados del mundo. Tan lejos y, sin embargo, tan cerca. Ella intentó rehuirle pero queriendo llamar su atención. Giró rápidamente la cabeza e hizo una suave caída de ojos mientras se ocultaba tras su pañuelo rojo finamente bordado con el Santo. Él tenía claramente fijado su objetivo, no iba a desistir. Décimas de segundo que parecían minutos, horas… Un australiano pasado de revoluciones se cruzó en su camino: le agarró, le besó. Ni una mueca, mantuvo su gesto bonachón. Se desembarazó del rubio y avanzó. Parecía que nada le iba a detener cuando, con la faja pisoteada por el gentío, ella se sintió atrapada. El sueño parecía desvanecerse al cruzarse una charanga en su camino: “¡Bob-Es-pon-ja!”. Se perdieron de vista. Una pamplonesa cuya tez se mimetizaba con el pañuelo le raptó y se puso a bailar al son de la música que atronaba. La desesperación y el llanto se apoderaban de ella. Y entre el alboroto, tuvo que dar el paso definitivo y le llamó por su nombre como si se conociesen de toda la vida: “¡Patataaaaa!”.

 

Luis Álvarez Atarés

 

 

La despedida

 

Del sur. Vengo del sur. Nunca había salido del sur. Pero no podía dejarlos solos. Los oigo entre el griterío, los cánticos y las peticiones de protección a un santo que no es el mío aunque en silencio yo también me encomiende a él. Los oigo nerviosos, desafiando este sol norteño con las navajas de sus astas. Entre las gentes del norte perciben mi olor, saben que estoy aquí. Yo los crié, yo los alimenté, yo los escogí para este día. Han cesado los cánticos, el silencio devora los corazones. Una explosión rompe el aire. Todos los que cantaban nerviosos al santo corren ahora hacia mí. Como un vendaval me sobrepasan. No me muevo. Mi corazón se ha parado. Y entre una nube de rostros desencajados, aparecen ellos al fin. Entonces mis pies parecen volar como golondrinas en los atardeceres de agosto, planeando hasta que me sitúo a su altura, alma con alma. Volando junto a ellos los voy acariciando, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, hasta que sus pitones se pierden al entrar en el círculo donde la tarde les hará olvidar quién los crió, allá en el sur. Y en mis dedos queda un olor a despedida.

 

Fernando González Viñas

 

 


MICRORRELATOS PRESENTADOS EN LA V EDICIÓN DEL CERTAMEN

Vida y muerte en San Fermín. Siete de Julio

 

07:59 Me concentro en no pensar, pero mi mente me lleva a un pasado no lejano. Los problemas habituales de una familia con un hijo adolescente. «¿Quiénes vais? Los de siempre. Tened cuidado con la bebida y los coches». La preocupación de cada fin de semana, la tensión ante una llamada de teléfono a deshora. Falsa alarma. 08:00 Las camisas blancas me ayudan en mi concentración. Correr y esquivar. Huir de mi culpa, esquivar los fantasmas. La curva de Mercaderes a Estafeta hay que saber cogerla, siempre por el interior. Un fallo puede hacerte perder el pie. Es necesario tener sangre fría, no levantarse inmediatamente en caso de caída, cubrirse la cabeza con los brazos, esperar en posición fetal no ser arrollado, no ser pisoteado, no ser embestido. Sentirse pisoteado, zarandeado por la vida, embestido por la muerte. El pistoletazo de salida dura sólo unos segundos, justo una llamada a deshora que, al fin, no es una falsa alarma. 08:03 Ya llego al callejón. Siento el roce de mis compañeros, aunque ya sé que más cornadas da la vida. A pocos pasos veo la Plaza, teñida de blanco y rojo, como la sangre que empañó mi vida. Llego y lloro, como desde aquella noche.

 

Rosario Serrano pardo

 

 

Lo veo todo en blanco y rojo…

 

Me levanto de un salto, pongo mi CD favorito a todo volumen y me pongo a cantar ¡hoy es el día!. Lo veo todo en blanco y rojo, el toro acaba siendo amigo mio,las mismas caras, los mismos gestos… bueno la letra no es así, pero hoy me siento con ganas de cambiar los colores de mi vida, ver a los amigos y disfrutar de la fiesta. Para ello pongo sobre la cama mi traje, pantalón y camiseta blancos que necesitan un buen planchado y el pañuelo y fajín rojos que guardo encima del armario. Una tradición es una tradición y estas prendas rojas han pasado de padre a hija en mi familia durante varias generaciones y como tal las atesoro en un pequeño cofre que cierro cada año con melancolía y lo abro con pasión por rememorar esta bonita fiesta. Lo veo todo en blanco y rojo, el toro acaba siendo amigo mio,las mismas caras, los mismos gestos… Ya he pegado la cancioncilla en casa… y así salimos todos cantando a la calle. ¡Viva San Fermín! se oye y nosotros respondemos ¡Viva!

 

RAQUEL ALONSO FALCON

 

 

PARA TODOS EN BLANCO Y ROJO

 

Celebrando la escalera, subimos el peldaño del seis de junio y ya falta menos…. Se acerca el momento del examen anual…. ¿Nos entrará la ropa blanca? ¿Cuánto habrán crecido los niños? No importa. “Huele a toro”. Pasaremos de ser una ciudad en blanco y negro a blanco y rojo; niños, jóvenes, adultos y mayores: todos. Si la noche del cinco de enero los niños están nerviosos, el cinco de julio en Pamplona con la ropa blanca ya preparada y tengas la edad que tengas no es fácil conciliar el sueño. Te levantas el seis y sales al balcón para ver qué tiempo hace y cuando ves a la primera persona vestida de blanco sonríes y piensas…. ”sí, es hoy”. Por la cabeza pasan muchas cosas: blanco, rojo, pañuelico, almuerzo, chupinazo, Pamplonesa, torico de fuego, encierrillo, fuegos, lavar, planchar, dianas, encierro, procesión, comparsa, gaiteros, txistularis, comida, mulillas, merienda, toros, barracas, verbenas, sol, sombra, peñas, más lavar, más planchar, tómbola, bailables, struendos…… 204 horas; y como decía mi madre: “impecables de blanco”. Y salimos de casa con los niños para juntarnos con los amigos y pasarlo bien respetando a los demás. Una fiesta para todos en blanco y rojo. Pamplona. San Fermín. Buff…… lo más grande.

 

Óscar Rebolé Sola

 

 


MICRORRELATOS PRESENTADOS EN LA V EDICIÓN DEL CERTAMEN

SANFERMINES

 

La única vez que -hace muchos años- estuve en Pamplona habían acabado ya sus internacionales fiestas. Afortunadamente mis acompañantes, conocedores de la ciudad, tuvieron la deferencia de hacer conmigo el precioso recorrido completo de un encierro; desde los corrales hasta la Plaza de Toros; eso me sirvió para aprender a valorar las asimismo tradicionales retransmisiones televisivas en todas las fechas correspondientes, al filo de las ocho de cada mañana. Algunos mozos navarros cantan entonces -escribo de memoria- ante la imagen sita en la cuesta de Santo Domingo: A San Fermín pedimos, por ser nuestro Patrón, nos libre del encierro dándonos su bendición. Pero lo más curioso -para mí, como andaluz- es la forma que tienen de dirigirse a él, enarbolando toreros periódicos, enrollados y sacudidos de arriba abajo con aparente guisa de amenaza. Después, un viva y otro gora coreados preceden al inminente chupinazo, anunciador del comienzo de la tan arriesgada como emotiva carrera por relevos. No quiero ni imaginarme cuanto podría ocurrir, si el santo olvidara un día su famoso capotillo…

 

José Enrique Muñoz Moya

 

 

Paréntesis de vida.

 

En la cumbre del tic-tac tuve miedo del resonar de mis temblores, de ensartar sal y agua en cada poro de una piel que no sabía de primeras veces. Perfilaban suspiros en los labios de una mueca sorprendida, ignorante. Aún pensaban los ojos pisar arenas milenarias, polvo recubierto de historias entremetidas en cada resquicio de la memoria, recuerdos que, al paladar, saben a risueños. Cuando empezó a entreverse la fina luz de una puerta que vestía de claro y carmesí, que comienza con son fuerte, dónde rincones ajenos alimentan sus días con la añoranza de la tradición, en ese precipicio de la dicha, hice del tiempo un suspiro; él estará siempre por vivir, dispuesto a evadirse y a enseñar letras desde el saber de una voz ronca, desgastada por los años, esa que replicará a un oído joven la sensación de tener contados los sentidos a cada minuto que cae, despeñado, un 14 de julio ante un pobre de mí.

 

cristina bonet otero

 

 

CORRE!!!!!

 

!Ve! !Vamos! !Corre! ¿A que esperas? Todavía puedes, si llevas toda la vida corriendo,te lo conoces como la palma de la mano, no tengas miedo…si, ya se que te duele un poco el pie, pero no tienes nada te lo ha dicho el medico, es esa manía que te ha entrado de que estas viejo, y yo doy fe de que no eres viejo, !para nada! en todo funcionas correctamente, en el trabajo, en la casa,y… !en la cama! incluso yo diría que mejor que cuando eras un muchacho, ya te diré yo cuando estas viejo para correr, tu fíate de mi, yo te conozco mejor que nadie, y se que te quedas reventándote de ganas de correr. Es esa manía tuya de que estas viejo… y si, no eres un muchacho, pero por eso me quedo mas tranquila, por que tienes lo que mas vale, la experiencia, y se que no vas a correr ningún peligro, innecesario, y se que te mueres de ganas y se que puedes, y si a mitad de carrera ves que no puedes, pues te subes y ya esta. !Vamos! ! Ve! !Corre! ¿A que esperas?.

 

Antonia Meroño Fuentes