Archivo por días: 18 de julio de 2014


VI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

REFLEXIONES DE SAN FERMÍN

Fabiola Roa Lobos

Sí, aquí está, otra vez. Esta loca sensación, que me recrimina: _¡Prepárate! ¡Busca la ropa sanferminera, pero ya! Y el corazón empieza a latir, lleno de sentimientos festivos. Han llegado nuestras fiestas, las más esperadas de todas, porque cada aňo son diferentes y nos llenan de ilusiones.

Siempre he pensado que no soy la única, que experimenta esto. El ambiente se impregna de alegría y las personas el chip de sus vidas, durante una semana. Dejan de lado sus glorias y sus penas y
se dejan llevar por el espíritu del Santo morenico.
¿Cómo no voy a adorar mis fiestas? Y que me lleve el diablo, si no puedo ir al chupinazo o a llorar cuando tengo que entonar el Pobre de mí.

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morenico. ¿Cómo no voy a adorar mis fieStas

EL GUÍA

Carlos Campión Jimeno

Le gustaba su labor y actuaba con diligencia para conducir al grupo, supliendo con la experiencia, la merma de energía que la edad otorgaba a otros colaboradores. Procedía con poderío y sin tomar iniciativas, lo que hacía de él un funcionario eficaz y previsible. Con la rutina de los años, conocía tan bien cada quiebro de las calles y cada textura del pavimento, que su tránsito indudable transmitía a sus seguidores la certeza que necesitaban. A pesar de algunas indecisiones de los participantes y de la turbamulta, eternamente empeñada en estorbar, siempre había culminado con éxito su misión. Sin embargo, este primer día de trabajo estaba un poco nervioso. El comienzo de la campaña le producía un pequeño desasosiego de incertidumbre que los muchos años de carreras no habían podido eliminar.

El sol había salido. Percibió que faltaba poco para la faena y se puso tenso. A la señal, comenzó a trotar en círculo. Los demás, desconcertados, lo imitaron. Tomó posición y al abrirse la puerta, salió al galope mientras en el cielo explosionaba el cohete de las ocho. Al ritmo del cencerro que pendía de su cuello, enfiló resuelto por la cuesta de Santo Domingo, con la manada detrás, siguiendo al guía.

UN DÍA PERFECTO

Miguel Angel Moreno Cañizares

Caminó arriba y abajo por la calle de la Estafeta, con la parsimonia del que llega con bastante antelación. Se entretuvo prestando atención a los escaparates que anunciaban las novedades veraniegas y memorizando los grandes carteles con las ofertas de temporada. Los bares, en cambio, a esa hora aún permanecían cerrados. Sin duda había sido una noche ajetreada. Las primeras luces surgían por encima de los tejados. Para consumir el tiempo, dio no menos de tres vueltas a la Plaza del Castillo. Regresó sobre sus pasos, dudó si tomar la calle Javier, pero prefirió encaminarse hacia Santo Domingo. Las calles empezaban a poblarse, Pamplona en ebullición. Entonces recordó a su abuelo, el primero que le habló de los sanfermines y del que heredó el pañuelo rojo que ahora portaba en el cuello. Cómo no pensar en sus interminables charlas de antes de dormir. En su cara surgió una enorme sonrisa. Ya es 7 de julio. Van a dar las ocho. Puede ser un día perfecto, pensó.


VI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

UN DÍA CUALQUIERA

Maider Lekunberri Zunzarren

Un hombre, digamosle X, se levanta un día y sus pasos no son los de siempre. Pongamos que es de Pamplona, pongamos que es un seis de Julio. Pongamos que el hombre X es un hombre estable, responsable, cuya vida pasa tranquilamente.

Pero ese día todas las leyes cambian. Un cosquilleo le invade por todo el cuerpo, y como una inyección de adrenalina le hace moverse, retorcerse y sacudir esos hastíos que día a día se han convertido en sus compañeros.

El hombre digamos X cumple con todos los rituales, almuerza, celebra el cohete, baila…Digamos que el cosquilleo le convierte en un hombre Y. Este hombre Y saluda a todo el mundo, incluso a los que de normal apenas mira, se emborracha y canta como si no tuviese cuerdas vocales.

Ese día no se siente juzgado, ese seis de Julio no es jefe de departamento ni tiene que representar ningún papel. Sabe que a las ocho de la mañana se jugará la vida. Sólo por una vez.

Sabe que mañana tal vez se arrepentirá y que tardará unos días en recuperarse…pero mejor no pensarlo, aún quedan ocho días y la Adrenalina ahí sigue.

CENIZAS

Ana Jiménez Marco

Esperaba a que sonase el cohete y empezara de verdad la carrera, aunque ya había movimiento abajo. Se acordó de lo que él le había contado tantas veces, intentando sin éxito transmitírsela, la emoción de escuchar ese ruido, incluso las veces en que no había podido correr y se comía las uñas frente al televisor, la estúpida alegría que le daba oírlo unos segundos antes de que sonara en antena. Allí en Madrid no pasaba. Miró a la pareja de extranjeros a su lado, muy cerca, le iba a ser difícil arrojarlas a escondidas, o decir unas palabras de despedida, aunque fuera para sí misma. Y enfrente, una cámara de televisión. Tenía la urna apretada contra el pecho. Pum. Una lagrimilla se le escapó, a pesar del miedo y de la solemnidad. La gente corría y entonces vio que doblaban la esquina, todo pasó tan rápido, mientras la abría y tímidamente inclinaba pudo escuchar los jadeos, los gritos, el retumbar de sus pezuñas, pasaron limpiamente bajo el balcón y nadie pareció darse cuenta de que él había volado y se había posado sobre todos ellos.

A RITMO DE SKA

Hegoi Murua Pérez

La noche en la que se cumplieron mis sueños fue la primera vez que acudí a las fiestas de San Fermín. Bailaba con mis compañeros de fatigas en la Plaza de los Fueros a ritmo de Ska, mientras tarareaba el estribillo de una canción. En mitad de los empujones, propiciados por la emoción y la pegadiza música, choqué con alguien. La agarré antes de cayera entre la multitud. La tenía sujeta de la cintura. Me paralicé por completo. Era ella. La chica de los conciertos. Aquella a la que tantas veces había visto y con la que nunca me había atrevido a hablar. Aquella que desde hacía dos años no me dejaba pensar en nada más. Con su melena negra, peinada a la perfección a pesar del barullo. Y sus ojos marrones con el rímel algo corrido. Los labios morados, tintados por el kalimotxo. Reía a carcajadas mientras se incorporaba y agarraba mis manos para bailar al son que gritaba sin pudor alguno la letra de la canción. Y continuamos un baile que todavía no ha terminado.


VI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

204 ORGASMOS

Eder Sanz Diaz

Apartado, churros, Pamplonesa, micrófono, sirenas, carteles, siesta, escenario, balcón, divisa, Tour, patatas, Hornacina, Estruendo, villavesa, Caballer, pañuelo, cabestros, cerveza, Jerónimo, zaldikos, ducha, tuerca, romero, txistularis, criadillas, Tómbola, patxaran, paseillo, Gorgorito, encierrillo, adoquín, torico, Formidable, pezuñas, barracas, sardo, pancarta, alpargatas, Perurena, kupela, bombo, poste, verga, Mañueta, gasas, anís, guiris, esportón, bar, taleguilla, siesta, Turrillas, mojito, tendido, chucherías, quiebro, Barricada, bocadillo, cencerros, burladero, huevos, jabonero, gaiteros, alguacilillos, chocolate, Palacios, jota, sangre, andanada, vallado, gaupasa, txistorra, rejón, limpieza, Estafeta, caballos, boina, ajoarriero, desplante, fuente, Marceliano, ambigú, castoreño, cornada, estofado, Gigantes, Calleja, toril, gambas, colorao, chaquetilla, tirapichón, caída, faja, autógrafo, hielo, pochas, descabello, Solano, revuelto, arena, lanzadera, estribillo, corcho, himno, vaso, portero, peluche, Pamplona, merienda, suciedad, mulillas, jamón, sardo, barrera, Escalera, agua, periódico, empaladiza, altavoz, mastil, vara, tornillo, camarera, Procesión, corralillos, riendas, ligar, cuña, Miura, baile, muerte, puertas, pesadilla, abono, Caravinagre, Semillero, circo, chiquero, mayoral, charanga, montón, Japonesa, Ciga, hospital, saxofón, Despedida, programa, Torrestrella, chupetes, tren, manguera, verónica, botellón, Balduz, Antioquío, andamios, vals, chispas, blusa, abuelos, Jandilla, pletina, borrachos, lejía, polvo, besos, amigos, susurros, hotel, dinero, vaquilla, txoznas, Oroz, pantalón, azafrán, muleta, gritos, Única, reloj, gorros, Guardiola, cables, gitanas, champán, prisas, camisa, Cagancho, nervios, enfermería, carpinteros, banderas, Galán, sopladores, Arazuri, toros, radio, Manolete, Eurovisión, resaca, 6, 12, Chupinazo…PREMIO.

PONER LA LAVADORA TAMBIÉN ES TRADICIÓN

Amaya Jareño Erro

El 3 de julio después del último examen de la universidad buscó su ropa blanca y los complementos rojos del rincón más inhóspito de su armario y se la probó con una amplia sonrisa pensando que el día estaba próximo. Por primera vez en mucho tiempo puso la lavadora con alegría, y no refunfuñó cuando el pitido de ésta, dos horas después, le indicaba que tocaba tender la ropa.

El 4 y 5 de julio compró aquello que le faltaba. Algunos quilos de más o algunas manchas moradas sobre el blanco algo amarillento, hacían que esa ropa fuera inservible. Las calles ya estaban abarrotadas y las tiendas desbordas. Le vino bien que fueran rebajas, así por menos dinero pudo reponer su vestuario.

La noche del 5 al 6 no durmió bien, los nervios no se lo permitían. Fallo, el sueño es algo que le iba a faltar los próximos días. Su mente recordaba el último pronóstico del tiempo “que no llueva en el chupinazo por Dios” pensó. Mal cristiano que solo se acuerda de Dios en esas ocasiones.

De pronto fue 15 de julio, con alguna laguna volvió a poner la lavadora, esta vez fue con tristeza y resignación, toca esperar otro año.

UN DOLOR INCIERTO

Felix Senis Diez

Abrió los ojos lentamente para habituarlos a la luz de la mañana. Sin tenerlos plenamente abiertos fue recorriendo, después, todos los rincones de la habitación. Junto a la cama, sobre una silla, colgaba su ropa de fiesta, blanquísima y recién planchada, como sólo sabe hacerlo una madre,. Fuera, desde la calle, la música reiterativa y conocida de una charanga hacía vibrar los cristales de la ventana. Se miró, a continuación, en el espejo del armario y le alarmó su desnudez: «joder, pensó, la cogorza de anoche fue de órdago». Se fijó, entonces, en el collar de morados «chupetones» que adornaba su cuello y en sus labios tumefactos; los recorrió con la lengua para humedecerlos y sonrió, ahora sí, al recordar el sabor dulzón de aquel último beso.
¡Toc! ¡Toc . ¿Llamaban a la puerta?. .
-¡Hola Fermín: vístete nos esperan!.
-¡Pero tú…tu quien coño eres!.
-¿No me reconoces?. Me has llamado esta mañana.
Dirigió la vista nuevamente hacia la silla; vio el desgarro en la camisa y no supo discernir, con claridad, si aquel dolor incierto llegaba desde el fondo de la herida o desde el desubicado lugar desde el que su recobrada conciencia le trajo los sucesos de aquel día.


VI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

PONER LA LAVADORA TAMBIÉN ES TRADICIÓN

Amaya Jareño Erro

El 3 de julio después del último examen de la universidad buscó su ropa blanca y los complementos rojos del rincón más inhóspito de su armario y se la probó con una amplia sonrisa pensando que el día estaba próximo. Por primera vez en mucho tiempo puso la lavadora con alegría, y no refunfuñó cuando el pitido de ésta, dos horas después, le indicaba que tocaba tender la ropa.

El 4 y 5 de julio compró aquello que le faltaba. Algunos quilos de más o algunas manchas moradas sobre el blanco algo amarillento, hacían que esa ropa fuera inservible. Las calles ya estaban abarrotadas y las tiendas desbordas. Le vino bien que fueran rebajas, así por menos dinero pudo reponer su vestuario.

La noche del 5 al 6 no durmió bien, los nervios no se lo permitían. Fallo, el sueño es algo que le iba a faltar los próximos días. Su mente recordaba el último pronóstico del tiempo “que no llueva en el chupinazo por Dios” pensó. Mal cristiano que solo se acuerda de Dios en esas ocasiones.

De pronto fue 15 de julio, con alguna laguna volvió a poner la lavadora, esta vez fue con tristeza y resignación, toca esperar otro año.

UN DOLOR INCIERTO

Felix Senis Diez

Abrió los ojos lentamente para habituarlos a la luz de la mañana. Sin tenerlos plenamente abiertos fue recorriendo, después, todos los rincones de la habitación. Junto a la cama, sobre una silla, colgaba su ropa de fiesta, blanquísima y recién planchada, como sólo sabe hacerlo una madre,. Fuera, desde la calle, la música reiterativa y conocida de una charanga hacía vibrar los cristales de la ventana. Se miró, a continuación, en el espejo del armario y le alarmó su desnudez: «joder, pensó, la cogorza de anoche fue de órdago». Se fijó, entonces, en el collar de morados «chupetones» que adornaba su cuello y en sus labios tumefactos; los recorrió con la lengua para humedecerlos y sonrió, ahora sí, al recordar el sabor dulzón de aquel último beso.
¡Toc! ¡Toc . ¿Llamaban a la puerta?. .
-¡Hola Fermín: vístete nos esperan!.
-¡Pero tú…tu quien coño eres!.
-¿No me reconoces?. Me has llamado esta mañana.
Dirigió la vista nuevamente hacia la silla; vio el desgarro en la camisa y no supo discernir, con claridad, si aquel dolor incierto llegaba desde el fondo de la herida o desde el desubicado lugar desde el que su recobrada conciencia le trajo los sucesos de aquel día.

EL SOBRESALTO

Sergio Generelo Tresaco

El corazón le dio un vuelco cuando, tras aquel absurdo tropiezo, lo vio caer bruscamente sobre el suelo, rodando por entre el asfalto, tapándose con los codos su cabeza y con la punta de las astas apenas a unos centímetros de su espalda. Ella, en un repentino reflejo, se llevó el rojo pañuelo anudado al cuello hacia su boca y apenas pudo contener, mordiéndolo fuertemente, un angustiado chillido de horror. El pánico hizo estremecer sus rodillas, le temblaron las manos y un escalofrío helado le recorrió el cuerpo desde los pies hasta la nuca. De inmediato sintió el impulso de correr hacia allá abalanzándose sobre él para abrazarlo, protegerlo y comprobar si había sufrido algún daño…
Pero no lo hizo. A fin de cuentas, un pequeño susto de Carlitos con el carretón del encierro chiqui no era para tanto.


VI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

I HAVE A DREAM

José Manuel Gómez Vega

Yo tengo un sueño.
Yo sueño que un día todos nosotros, hijos de emociones intensas pero nobles, nacidos del espíritu de San Fermín, corremos juntos y solidarios con una estela de dignos Miuras a la espalda.
No sucumbamos a la desesperación, os digo hoy, amigos míos. Aunque lejos, mantengamos viva la esperanza, el anhelo de volver a sentir bajo nuestros pies la tierra donde descansan los valientes.
Sí, yo sueño con ese siete de julio, fecha santa, en que hombro con hombro podamos reír el txupinazo, y sólo una semana después llorar el pobre de mí.
Ése día será, ése será el día, en que todos los sanfermineros cantaremos desde el uno hasta el calcetín, hermanados en cuerpo y alma, en txorizo y kalimotxo.
Pero hasta que mi sueño se haga realidad, hasta que eso ocurra, que todos los pobres perdidos por el mundo alante gritemos como uno solo: ¡A Pamplona hemos de ir!
Y entonces, sí, amigos míos, entonces podremos sentir el vértigo del viejo espiritual rojillo: ¡En Pamplona al fin! ¡Y en San Fermín!

—¿Qué gritas hay subido?
—Nada, aita. Mi versión del discurso ése de Martin Luther King… Aita, ¿volveremos pronto?

EL SONIDO DE LOS COLORES

Leyre Casimiro

Suena la fiesta, los nervios e incluso los colores rojiblancos. Desde que tengo uso de razón distingo esos dos colores con los cinco sentidos. 6 de julio. Me encuentro con mi pañuelo atado. Atado a la muñeca y al corazón. Ese año mi abuelo no se estaba vistiendo, se mantenía inquieto y ausente. Podía distinguir en su mirada un cierto anhelo y tristeza. Olvidé los colores, la fiesta y la alegría. Me acerqué a conocer qué era lo que sucedía en esos ojos chispeantes. Abandoné mis planes de acudir al almuerzo con mis amigas y me encontraba con él camino Paseo Sarasate. 15 minutos antes de la explosión de alegría de las doce en punto, comprendí la sensación que sentía. Echaba de menos a la mejor pintora de su vida y la mejor pintora de estas fiestas. Se enamoraron un 7 de julio. Desde entonces mi abuela había pintado encierros, pañuelos, periódicos cantando a un santo, gigantes, tambores, una plaza repleta de alegría y un cohete. Habían vivido su amor en la celebración mundial y ese día era el primer día que él podía sentir las pinturas y la ausencia de mi abuela. En ese momento sonó, le até el pañuelo y lo abracé.

AÑO VIRTUOSO

Juan Durán Velasco

AÑO VIRTUOSO

Cualquier navarro se preguntará para qué quiere nadie participar en un concurso que va dirigido a los nativos y no a los que llegan a coger lo creado por ellos.
Es lógico que así se valore la participación de los extraños en algo que está rodeado de sentimientos tan antiquísimos.
Fiestas de los toros ligados a las ferias de ganado, después al santo que parece el patrón de la Ciudad por el fervor que despierta en los nativos y los de otros lugares.
Los colores rojos, las charangas musicales, la alegría despertada en los recorridos por la calles cargadas de historia viva, todo es algarabía y buen talante.
Pero a mí me parece que lo que es este año 2014, las cosas no van a rendir como en otros anteriores, hemos sembrando una especie nueva que germina lo mismo en los campos que en las ciudades o pueblos, hemos ido sembrando en las molleras de las personas desde hace tiempo el concepto recorte, su recolección deberá llamarse disminución tangible de lo disponible para todas las prioridades.
Podría ocurrir que los toros que son muy sabios, considerasen oportuno (para ahorrar), ser solidarios y disminuir el esfuerzo en las carreras de los jóvenes participantes.