Archivo por meses: febrero 2015


A quirófano 3

De sobra es por todos conocido, el número de años que tenemos, y es inevitable el saber que este número de años ya empiezan a pasar factura, más aún cuando de unos años a esta parte empezamos a tener más “soltura” bailando. Eso se nota, y tal y como os digo, comienza a pasar factura. Este año, el que os suscribe, estará un tiempo convaleciente, ya que tengo que pasar por quirófano con urgencia, y ponerme en manos del Dr. Ganuza, que hará de mi sin duda alguna, una operación exitosa para que pueda estar operativo en los próximos sanfermines. Es una operación costosa, aunque no reviste gravedad, pero me han salido unas hernias en la espalda que hace que no pueda bailar con tanta soltura que el resto, y que corro un serio peligro de que pueda tener consecuencias mucho peores, así que una vez hecha la visita ante él, ha decidido actuar de inmediato antes de que las cosas ya vayan a mayores, no sin antes terminar las visitas de los Colegios e Ikastolas que nos visitan al cabo del año en nuestro hogar.

No estaré ausente por aquí, ni mucho menos, ni tampoco sé qué día con exactitud comenzara mi intervención, ni lo que durará la operación y el post operatorio, pero es evidente que me tendrán que dejar listo para el comienzo de la temporada, o más aún, para el de la Pre Temporada, que como ya os he comentado alguna vez, dará comienzo tras la Semana Santa. Quiero estar en perfectas condiciones para el primer partido de liga, el 6 de Julio, en el que deseo, como el que más, el veros las caras a tod@s cuando suba la cuesta de la estación, y seamos recibidos con vuestros aplausos que tanto cariño nos trasmiten.

Así pues, confiemos en que todo vaya bien, que estoy seguro que así será, y espero poder contaros como van las cosas en el trascurso de los siguientes relatos.

Un abrazo, y hasta pronto!!!.

 

Toko-Toko.


El peligro de la Comparsa 5

Al ya conocido caso del corredor que, cometiendo varias infracciones durante el transcurso del encierro, denuncia al pastor, se une otro del que no tenía noticia hasta que el pasado miércoles apareció la siguiente información y en la que se da cuenta de la sentencia dictada por la jueza del Contencioso Administrativo número 3 de Pamplona.

El hecho es que el denunciante se dirigía al hotel Maisonnave cuando se cruzó en su camino la Comparsa, momento en que uno de los zaldikos le arreó un vergazo (de goma-espuma) a consecuencia del cual se le cayeron y rompieron los cristales de las gafas. Por lo que se ve, denunció al Ayuntamiento para que le sufragra los 758,55 euros que costaban dichas gafas. La jueza ha eximido al Ayuntamiento y ha condenado en costas al denunciante.

Sin entrar en otras consideraciones, lo que más me ha llamado la atención es que el denunciante alegase que el recorrido “de la comparsa no transcurría por ningún lugar vallado ni con barreras”, por lo que “el Ayuntamiento no adoptó las medidas adecuadas para garantizar la seguridad e integridad de los viandantes”

No sé que pensareis vosotros, pero creo que, incidentes como el mencionado aparte, que pueden suceder ahí o en cualquier otro lugar y con otros protagonistas, el mayor peligro que tiene hoy en día la Comparsa no son los vergazos ni los gigantes en movimiento por la estrechas callejuelas del Casco Antiguo, si no la cantidad de silletas que dificultan la movilidad entre el gentío que siempre los acompaña.

Por último quiero tener un recuerdo para José Mari Senosiain, un gran sanferminero y mejor persona que nos dejó este fin de semana. Estos próximos Sanfermines no serán lo mismo sin su alegría contagiosa y su sonrisa perenne. Un abrazo fuerte para toda la familia.


El quilombo. 1

10de Julio,
15:00
33º Bochorno.

La presencia del cuerpo municipal en los corrales se hizo notar al instante, en forma de trío militar. Al frente de él una prominente barriga con lamparones, barba de cinco días y palillo en la boca que luchaba por barrer los restos de un almuerzo reciente. Detrás de él, dos torres humanas a forma de poderosa escolta. Con cara de pocos amigos. Enfrente, Don Eduardo, otra vez atrapado en un nuevo día sanferminero. Meridiano de las fiestas, éstas se ocultaban debajo de sus ojos azabaches en forma de ojeras. Demasiados incidentes dentro de la locura festiva que les rodeaba. Cinco días en Pamplona equivale a un lustro en Lora del Río.

– Buenas tardes, soy el sargento RastaMaría. Venimos a proceder a la detención de un toro suyo, alias Minutón. Se le acusa del asesinato a cornadas del veedor de la Misericordia. Asesinato con alevosía y nocturnidad. Quizás tengamos sacrificarlo.
– Mi toro no ha matado a nadie, Tiene las astas sin tocar. Puede usted comprobarlo personalmente.
– Vamos a comprobarlo in situ mayormente…

A ello fueron. En medio del corral, erguido y con las orejas extendidas, aparece la silueta inconfundible de Minutón, salinero y mortal. Visiblemente nervioso, mueve la cola y la cabeza avisando que no está por la labor. Su respiración inunda el ambiente.

-Vamos a intentan atraerlo para que puedan contemplar que las astas están sin tocar.

Mediante silbidos entrecortados, Don Eduardo trata de atraer al Miura, que poco a poco, intrigado se va acercando. Sigilosamente, el Sargento RastaMaría desenfunda el arma sin que el mayoral se percate. Está decidido a sacrificar al animal. La muerte de su amigo veedor le ha afectado y está aquí para tomar la justicia por su mano. Muerte con muerte. Talionescamente atemporal.

Escasos veinte centímetros les separa del espectacular animal. Rastamaría, lentamente, asciende la Walter PKK de las grandes ocasiones, apuntando entre el hueco del chiquero hacia la testa. Los segundos se alargan como el final de mes de un parado. Casi se pueden tocar. Con suavidad, quita el seguro,amartillándolo. Ya casi está.

De repente, un coletudo con perilla aparece en lo alto de los corrales, armado con un megáfono y con el pito al aire. Aparece acompañado de una mujer también en pelotas picada. Sus pechos son del tamaño de la cabeza del coletudo. Impresionan .En la mano porta un cartel con una foto de un toro agonizante.Es la güiri del Arga Taberna. Los dos van con pinturas rojas por todo el cuerpo. Son los PETAS, activistas antitaurinos, que corean al unísono:

-Minutón absolución. La tortura, no es cultura….

La visión del pene bailando fláccidamente encima de sus cabezas le parece una afrenta desmesurada para Rastamari, que guiñando el ojo apunta directamente a las pelotas del coletas. No obstante, el bamboleo de los pechos de la guiri, arriba abajo, abajo arriba, le juega una mala pasada y le hace errar el tiro y le pasa al peta entre las piernas chamuscándole los huevos. Huele a pelo de huevo frito. Nuevo olor sanferminero. Del susto, este se desmaya y cae de una voltereta al corral .Territorio de Minutón.

Hombre escuálido y coletudo en un lado.65 Kg. y micropene. En frente, Minutón, salinero y mortal, 680 Kg. de orgullo Miuresco. Jamás se contempló un combate tan desigual desde David contra Goliat. La güiri pechugona, le lanza el cartel para que lo utilice como exigua defensa, acompañando con palmas y coreando:

-Togegoooooo, toogegggggoooo-desde su ignorancia anima a su compañero.

Por el contrario, el coletudo, tomando como estrategia la del camaleón, se mimetiza con la pared mediante su piel, adquiriendo un tono blanquecino amarillento. Lo que no de la necesidad…Ahí lo tenemos, de cuclillas, parapetado detrás de un cartel rojo y blanco con la efigie de un toro agonizante.

Minutón acusa su enfado y levantando una tremenda polvareda, embiste con furia al activista petaniano. Y así lo hace, insertándole de manera poco ortodoxa el asta por territorio tan recóndito y oscuro. Anal será el desastre. Como una aceituna violada, pero con coleta y perilla…

En esas Don Eduardo, gallardo como pocos, sale y se expone armado únicamente con su sombrero de Mayoral, citando al toro y separando al togego coletudo de una muerte garantizada. Abriendo las puertas del corral adyacente, se lo lleva de manera torera, tranquila y sosegadamente, maestría condensada.

(Continuará…)


El carnaval de julio 2

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Foto Álvaro Barrientos/AP

Atrás queda el miércoles de ceniza y con él los disfraces lucidos durante el carnaval. Pese a una cierta recuperación en los últimos años, Pamplona sigue sin ser ciudad carnavalera; no al menos en época de carnaval. En Pamplona es bien conocida la costumbre de disfrazarse en Nochevieja pero parece que, en vísperas de cuaresma, el hábito no cuaja, si exceptuamos fiestas escolares e iniciativas de algunas peñas y otros colectivos populares.

Porque… sí, porque cuando realmente se transforma la ciudad es el 6 de julio, ese día en el que todo el mundo adopta la indumentaria sanferminera (disfraz, le llama con sorna un amigo mío) y deja en el armario sus vestimentas (y comportamientos) habituales.

Aparte de este disfraz colectivo y uniformizador, desde mucho tiempo atrás existe otro espacio propenso a la vestimenta estrafalaria: el tendido de sol. Supermanes, reyes magos, comparsas de gigantes, el equipo ciclista Reynolds, Higuita y Valderrama, esquiadores, piratas y demás han venido poblando la solanera pamplonesa. Y, más recientemente, las peñas han elegido una tarde sanferminera para disfrazarse en masa con motivos reivindicativos, como los recortes en el gasto público o la conmemoración del V Centenario de la Conquista de Navarra. Con más o menos gracia, todas estas son aportaciones que dan color a nuestra pintoresca plaza de toros.

Menos gracia me hace otra moda disfracil que está triunfando en los últimos años, a las 8 de la mañana, en la calle Estafeta. La de quienes se visten de colorines para que les vean bien en la tele del bar del pueblo corriendo en el encierro de Pamplona. Pero bueno, ese es otro tema.

 

 


La calle Mercaderes 3

Si alguien nos preguntase por una calle o plaza genuinamente sanferminera, seguramente pensaríamos en la Estafeta o en la plaza del Castillo. Ya ni te cuento si la pregunta se la hicieran a algún no aborigen.

Sin embargo, pensándolo bien, pocas calles tendrán el protagonismo en fiestas que tiene la calle Mercaderes. Calle con hechuras de plaza, la ausencia de parada y fonda la ha convertido en vía de paso, de conexión entre zonas de ambiente, como en su día fue zona fronteriza entre burgos. Y ello a pesar del esplendor que tuvo haciendo honor a su nombre. No en vano compartieron calle la sede central de una importante entidad bancaria (la del «equipo navarro») y los mayores grandes almacenes que han conocido la ciudad hasta el desembarco del Corte Inglés. En cualquier caso, parece que este «aislamiento» está llamado a desaparecer. Ya brotan como setas los establecimientos hosteleros en su extremo oriental, allí donde en su día más bien reinaba la espiritualidad por el influjo de la basílica de Santa Cecilia, hoy desaparecida. En el extremo opuesto ya suena un redoble anunciando un nuevo macroespacio de ocio. Pero no es éste el caso.

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Analicemos la sanfermineidad de la susodicha calle. Como probablemente ya haya contado alguna vez en este mismo foro, un amigo de un muy buen amigo mío tuvo la fortuna de vivir su primera tacada de sanfermines en esa calle. Cuando no había losetas y sí adoquines, y cuando a las aceras (¡demonios!, con lo grande que era la calle qué estrechas hicieron las aceras) le salían unos bultos incomprensibles. Y vivió cosas asombrosas. ¿No es cierto que es una de las pocas calles desde las que se puede ver en directo el txupinazo? De hecho, cabe la posibilidad de que si estás en Mercaderes durante el cohete te caiga encima la varilla. Si no es así, podrás, tras unos minutos, disfrutar del alarde de gaiteros que parte de la plaza del Ayuntamiento en apoteósico desfile. O de la Pamplonesa que enfila hacia la Chapitela, aunque últimamente está optando más por la calle Nueva.

¿No es cierto que en Mercaderes se puede asistir a las mejores exhibiciones de txalaparta por la patilla? Mi amigo vivía en un sinvivir. Estaba en casa de sus abuelos, y cada vez que se oía jaleo en la calle se producía la consabida estampida de primos escaleras abajo. La amplitud de la calle la hace escenario perfecto de microrrecitales de txarangas y fanfarrias que deleitan con algún número y prosiguen su ir y venir.

¿No es una de las calles más frecuentadas por la Comparsa de Gigantes y Cabezudos? Su esencia de vía de tránsito obliga…

El mismo día 6 se podía empujar desde Mercaderes a la masa que a su vez trataba de frenar el avance del Riau Riau. Y qué decir del día 7. Si bien es cierto que la procesión no pasa por ahí, sí lo hace, y un par de veces, la comitiva que acompaña al Santo, que a su vez acompaña al Cabildo desde y hasta su sede catedralicia. Especialmente embriagador resulta enfilar Mercaderes tras el momentico de los momenticos, cuando tras el baile de gigantes y dantzaris en el atrio de la Catedral con las campanas de la seo desaforadas, el cortejo baja la Curia mientras la Pamplonesa interpreta el Asombro de Damasco….. uf, francamente, si alguien todavía no ha estado ahí en ese momento, ya está tardando.

¿Y no es cierto que es la calle más espectacular del encierro? No olvidemos que, aunque hay quien la denomina como «de la Estafeta», la archiconocida curva está técnicamente en la calle Mercaderes. Los impresionantes golpes que se pegaban los toros contra el vallado en ese punto son mundialmente famosos. La curva en cuestión ha protagonizado millones de instantáneas de los más prestigiosos cámaras. Hoy este tema está muy venido a menos desde que echan el dichoso pegamín, pero sigue siendo el punto en el que mejor se puede experimentar la increíble violencia que encierra el encierro. Y no debemos olvidar la belleza estética del contraluz que a esa hora de cada mañana se produce cuando la manada entra en la calle desde la plaza consistorial. Por desgracia, para no ser menos que el resto del recorrido, también tiene algún muerto en su haber.

¿Y no era en Mercaderes donde se realizaban todos los preparativos para el encierro txiki, y de hecho desde ahí se soltaban las becerricas que barrían literalmente la Estafeta hasta la plaza de toros? Y siguiendo con el innegable sabor taurino de la calle -¿no ha sido ahí donde ha estado el por ahora único museo del encierro de Pamplona?- hasta el toro de fuego chisporrotea por sus venas cada noche. Las mulillas y los alguaciles muestran orgullosos su porte mientras las notas de la Pamplonesa inundan por enésima vez al vecindario cuando cada tarde desfilan desde el Ayuntamiento hasta la plaza de toros. Les siguen luego peñas, ligeras a la ida, y pletóricas a la vuelta de la corrida.

¿Me dejo algo?